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BARRANCO OS COCHÁS Y MASCÚN INFERIOR

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Con Guara tengo, desde hace tiempo, una profunda relación amor-odio. Amor, porque es uno de los primeros lugares en los que barranqueé, por esa gran concentración de descensos de calidad, por los buenos momentos vividos en sus gargantas y por la belleza de sus rincones. Odio, por la masificación, por ese estiaje que convierte sus barrancos en secarrales y por los robos que regularmente azotan los aparcamientos menos concurridos.

El lado oscuro se impuso al más amable de forma temprana, y por ello no he llegado a pisar muchos de los clásicos de la zona. Aunque parezca imperdonable, no he bajado el Vero, ni la Peonera. Y tampoco tengo fecha prevista para hacerlo, la verdad: lo siento, es algo personal. Sin embargo, de vez en cuando surge alguna propuesta lo suficientemente interesante como para olvidar por un rato la manía que le tengo a Guara, y como para coger los trastos, cargar la furgoneta y poner rumbo a Alquézar o a Rodellar.

La idea era, en esta ocasión, bajar el barranco de Os Cochás. En el fondo, eso no es más que una de las diferentes maneras que existen de bajar el Mascún (un clásico que sí he bajado, y varias veces). Tiene el inconveniente de saltarse las primeras cascadas del cauce principal, pero también la ventaja de desembocar en él, como dice Enrique Salamero en su biblia Sierras de piedra y agua, "de la mejor manera posible y en su sector más grandioso".

Y allá que fuimos.


Barranco Os Cochás

El descenso se inicia de una forma nada especial, en terreno excavado aunque vestido. Un primer rápel, aéreo y estéticamente muy guarero, da paso a un tramo vestido y a un par de rápeles de escaso interés.


el primer rápel, de 25 metros
tramo abierto en el tercer rápel, de pocos metros

Sin embargo, a partir del cuarto rápel el barranco se encaja y empieza a mostrarse interesante. A través de él se accede a unos pasillos y, finalmente, a la tirada que conduce a la gran vertical sobre el Mascún. El encajamiento en los últimos metros es muy bueno, y un bloque enpotrado crea incluso la sensación de estar adentrándote en las profundidades de la montaña.

el rápel de 20 m que da entrada a la zona estrecha...
...y la entrada a la vertical final (R 15m)

Eso es cierto y, al mismo tiempo, no lo es. El pequeño tajo que estamos recorriendo llega a su final, pero para precipitarse en otro mucho más largo y profundo: el Mascún. Es hora de afrontar un rápel de cuarenta metros ligeramente inclinado que se asoma al abismo, y que requiere un péndulo final para acceder a la última reunión de este afluente. En realidad este no plantea problemas, porque la roca agarra y la distancia es escasa. Basta con rapelar desplazándonos hacia la derecha para alcanzar la reunión sin problemas. Una vez en ella, sólo hay que tener en cuenta que en la instalación no caben más de tres personas. Las vistas del Mascún desde este privilegiado balcón son impresionantes.

salida al vacío: primer rápel de 40
un último R 40m nos dejará en el fondo del abismo

 
Barranco de Mascún Inferior

Descendiendo por nuestro particular hilo de araña nos posamos en un tramo llano del Mascún, justo antes de un largo pasillo y la entrada al Pozo Negro.

nadando nuestros primeros metros en el Mascún
Añadir leyenda

El pasillo -más bien una calle- da paso a un primer rápel de apenas cinco metros. Es la antesala del Pozo Negro, en el que encontraremos unos bloques sifonados desde los que descender con cuerda hasta una poza oscura y algo angosta que da nombre al paso. Estamos en pleno corazón del barranco de Mascún, una zona estrecha y sin escape posible en la que debe prestarse atención en caso de caudal elevado. Esos bloques sifonados, justamente, nos dieron un susto al tragarse a uno de los miembros de nuestro grupo en un descuido. La corriente lanzó al compañero cascada abajo hasta el pozo, y aunque volvió a casa bastante magullado y dolorido, pudo acabar el barranco por su propio pie y sin lesiones que lamentar. Hubo suerte.


un pequeño rápel, antesala del pozo negro
recogiendo cuerda en lo más estrecho del Mascún


pasamanos y rápel que dan salida al pozo negro
la última poza de esta galería, con fuerte caudal


si el barranco ya es bello, con caudal es espectacular
rápel corto que nos saca de la zona estrecha


gestionando los últimos pasillos estrechos
Después del Pozo Negro, hay que encadenar tres rápeles cortos, de hasta cinco metros, para salir de los oscuros y alcanzar unos nuevos estrechos, esta vez de recorrido horizontal. Tras ellos, el escenario vuelve a ser el de un cañón sinuoso y de altas paredes, en el que se progresa disfrutando del entorno sin otra dificultad que un último rápel opcional de seis metros. Si se nos hace largo, podremos evitar algunos pasos y caos por senderos alternativos. De esta forma aceleraremos el paso para llegar al ensanchamiento definitivo del cauce, en el que daremos por finalizado el descenso e iniciaremos el retorno.

Sin duda, una actividad completa por esfuerzo y contenido. Como decía aquel, "a programar sin dudar" para todos aquellos que ya han bajado el Mascún y buscan repetirlo añadiéndole alguna novedad.




Datos de interés

Fecha del descenso: 1 de abril de 2017

Dificultad: Os Cochás v4 a1 III; Mascún v4 a4 III

Acceso desde: Rodellar (Sierra de Guara, Huesca)

Aproximación: Aparcaremos a la entrada de Rodellar, cruzaremos el pueblo y junto a las últimas casas, ya con el río a la vista, bajaremos por la derecha para cruzarlo y saltar al pequeño barrio que hay al otro lado. Una vez allí, tomaremos a mano derecha el antiguo camino de Cheto. Al llegar a esa pequeña aldea seguiremos camino arriba, en direcció a Pozo Nieve y Bagüeste. Bajaremos una vaguada y al otro lado, tras un collado, remontaremos el barranco de la Virgen por su izquierda orográfica. Más adelante, el camino cruza el cauce y sube fuertemente. Sin dejar el camino, llegaremos a un pedregal. Ojo aquí: tendremos que seguir las indicaciones a Letosa y descender unos metros por ese pedregal para encontrar el camino correcto. Por él, cruzaremos el cauce del Fornazos y finalmente llegaremos a una bifurcación, ya justo delante de nuestro barranco. Aunque tiente seguir el ramal de la izquierda, el de la derecha conduce de forma mucho más cómoda al cauce, completamente seco y algo vestido en sus inicios. Progresaremos un centenar de metros y llegaremos a las primeras dificultades. Tiempo aproximado, 2h 40min.

el famoso delfín, en la recta final del retorno
Descenso: Unas 3 horas para Os Cochás, más 1 hora en los estrechos de Otín.

Retorno: Una vez finalizadas todas las dificultades, progresaremos río abajo por un sendero que cruza una y otra vez el cauce. Ya cerca del pueblo, saldremos definitivamente de aquel hacia la izquierda, remontaremos unas gradas y saldremos a las casas desde las que iniciamos la aproximación al descenso. Tiempo: 2 horas aproximadamente.

Rápel más largo: 40 metros

Material: cuerdas 2 x 45m, neopreno completo para el Mascún

Observaciones: Aunque la reunión del primer rápel de Os Cochás no promete nada bueno, el resto del equipamiento está en buen estado en general. Recomendable buscar fechas en las que el caudal del Mascún sea interesante, o al menos, normal. Con caudal alto (nuestro caso), los oscuros del Mascún ganan muchos enteros.

Lo mejor: la vertical final del afluente es una magnífica forma de acceder al Mascún

Lo peor: el primer tramo del Os Cochás no tiene apenas interés

Valoración personal (de 0 a 4): 2,7 para Os Cochás (3,5 para Mascún)


Fotos: David Sánchez, Sergi López, Xavi Guerrero


CANYON DU CANCEIGT

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Si con la Sierra de Guara, como ya he explicado alguna vez, mantengo una relación basada fundamentalmente en el odio, con los Pirineos Atlánticos franceses me sucede exactamente lo contrario. Es cierto que sus barrancos resbalan mucho, y que en ellos abundan los troncos y árboles caídos que dificultan la progresión y que te la pueden jugar en cualquier poza, sí... pero a mí, personalmente, me encanta su carácter salvaje y su exuberancia. 

el Canceigt guarda rincones de gran belleza
He estado bastantes veces en el valle de Ossau, y este pasado fin de semana volví una vez más. Finales de mayo es una época extraña, en la que la mayoría de los descensos más apetecibles empiezan a dejarse mirar, pero no tocar aún... y así fue. Después de comprobar que los caudales de Bitet y Soussoueou se mantenían mucho más allá de lo aconsejable -ya lo suponíamos, pero la esperanza es lo último que se pierde- optamos por combinar dos descensos más asequibles: Canceigt y Gourzy.

Del segundo hablaremos otro día. Del Canceigt, lo había bajado hacía muchos años y guardaba un buen recuerdo, por lo que no me importaba repetirlo. Hoy, después de haberlo bajado por segunda vez, mi recuerdo se mantiene, aunque matizado.

Estamos ante un barranco técnicamente sencillo, asequible y rápido de bajar (unas dos horas). El estrecho inicial es bonito, y su gorga final forma salas muy bellas, con juegos de luces y una cascada en semipenumbra con mucho ambiente pese a sus escasos trece metros. Sin embargo, entre ambas zonas se interpone un tramo de cauce abierto sin interés, por fortuna lo suficientemente  breve.  

primeros resaltes del descenso
entrada a la magnífica gorga final

Una curiosidad: de mi anterior descenso, en 2004, guardaba el recuerdo de un rápel en el que el agua seguía el dibujo de las vetas en la roca. Ese rápel hoy es imposible: un tronco enorme, cruzado a lo largo de la cascada, impide la maniobra desde la reunión original, situada en la pared izquierda. En su lugar, no queda otra que rapelar desde el final de un pasamanos situado en el lado opuesto.

El penúltimo rápel a día de hoy, por fuera del activo...
...y en 2004, cuando se bajaba más cerca del agua.

El último rápel (13m) por el agua, aunque...
...una reunión alternativa permite hacerlo por fuera.

El barranco merece realmente la pena por su estética, tan característica de la zona; la lástima es que no sea el doble de largo. Como eso es algo imposible, es necesario combinarlo con alguno de sus vecinos para rellenar la jornada. Y esa era la función que nosotros le otorgamos al arrec du Gourzy.



el corazón de la gorga final
Datos de interés

Fecha del descenso: 27 de mayo de 2017

Dificultad:  v3 a3 II

Acceso desde: Laruns (Pirineos Atlánticos, Francia)

Combinación de coches: Sí

Aproximación: Saldremos de Laruns, en dirección norte, por la carretera principal (D934). A unos pocos cientos de metros, pasado un pequeño supermercado, tomaremos un desvío a la derecha en dirección a Béost, cruzaremos la gave d'Ossau y giraremos a la izquierda para llegar a un aparcamiento junto a la orilla del río. En él veremos un cartel con la normativa del descenso y un croquis de la situación general. Dejaremos aquí nuestro primer coche, y con el segundo volveremos atrás para continuar subiendo hacia Beóst. Prestaremos atención y en breve, ya en el pueblo, nos desviaremos a la izquierda siguiendo las indicaciones a Hameau de Bages. Por esta nueva carretera trazaremos varias curvas, superaremos el núcleo de Bages y, tras una curva a la derecha, veremos a la izquierda un aparcamiento en el que dejaremos nuestro segundo coche. En él hay otro cartel indicativo. Ya con lo necesario a cuestas, ignoraremos un sendero muy empinado que desciende desde el mismo aparcamiento y buscaremos otro, más marcado y cómodo, unos metros más arriba. Por él, descenderemos al cauce en pocos minutos. Nos cambiaremos y sólo tendremos que avanzar río abajo hasta llegar a las primeras dificultades. Tiempo aproximado, 10 o 15 minutos.

Descenso: Unas 2 horas.

Retorno: Superados los últimos resaltes, encontraremos un empinado sendero con escalones y cuerdas fijas, bien indicado, que sale del cauce por la orilla derecha. Por él acabaremos saliendo al asfalto y volviendo al aparcamiento inferior. Tiempo, unos 20 minutos.

Rápel más largo: 13 metros

Material: cuerdas 1 x 30m, neopreno completo.

Observaciones: El descenso tiene una regulación específica, que obliga a utilizar los aparcamientos descritos más arriba y a respetar un horario (de 09:30 h a 17:30 h según los carteles) para compatibilizar barranquismo y pesca.

Lo mejor: descenso de gran valor estético, sobre todo en la gorga final.

Lo peor: el nada interesante tramo de caminata por el río entre el primer estrecho y la gorga final.

Valoración personal (de 0 a 4): 2,5


Fotos: Sergi López, Xavi Guerrero

CANYON DU GOURZY

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Finalizado el Canceigt sin contratiempos y con todo el día aún por delante, uno se plantea, evidentemente, la idea de hacer otro descenso para completar la jornada. Como los caudales de los mejores barrancos del lugar se mantenían intratables, escogimos un descenso de segunda fila que no conocíamos: el canyon du Gourzy.

Encontramos exactamente lo que esperábamos: un descenso de esos que nunca sirven de primer plato, pero que completan la jornada y no decepcionan siempre que hayas bajado antes algo mejor. Aún así, hay que decir que el Gourzy es un descenso cómodo y ágil, excavado lo justo y sin grandes rápeles, pero también continuado y agradecido. El caudal no es elevado, de manera que se intuye que su mejor momento es aquel en el que Bitet y demás todavía van demasiado fuertes.

No hay mucho que explicar sobre él, de manera que cierro esta crónica con cuatro fotos y los datos necesarios para bajarlo. No da para más.

inicio del descenso
el carácter abierto genera muchos juegos de luces


tiene algún paso estrecho, aunque no abundan
en el rápel más largo, de veinte metros



Datos de interés

Fecha del descenso: 27 de mayo de 2017

Dificultad:  v3 a2 II

Acceso desde: Laruns (Pirineos Atlánticos, Francia)

Combinación de coches: Sí

Aproximación: Saldremos de Laruns, esta vez en dirección a España, por la carretera principal (D934). Pasaremos Eaux-Chaudes y un kilómetro más allá, al llegar al desvío hacia Goust, dejaremos aparcado un primer vehículo. Con el segundo volveremos atrás, hacia Eaux-Chaudes, y tomaremos una pista forestal que sale a doscientos metros de un establecimiento llamado "La Caverne" (por lo estrecho de la vía, para tomar esa pista será necesario bajar hasta el pueblo a dar la vuelta). Ascenderemos hasta llegar al puente de Gourzy, en el que comienza el descenso.

Descenso: Unas dos horas y media.

Retorno: Al llegar a la confluencia con el Ossau, cruzaremos el cauce y seguiremos hacia la izquierda. En pocos metros encontraremos un sendero que asciende hasta la carretera y el coche.  Tiempo, unos 10 minutos.

Rápel más largo: 20 metros

Material: cuerdas 2 x 25m, neopreno completo.

Observaciones: El caudal del barranco no es elevado, pero hay que prestar atención al gave d'Ossau, que tendremos que cruzar al finalizar el descenso. Si va demasiado fuerte, volver al coche puede resultar peligroso.

Lo mejor: los quince rápeles se suceden con una buena continuidad, sin tiempos muertos.

Lo peor: descenso poco formado, uno más.

Valoración personal (de 0 a 4): 2,3


CAÑONES Y BARRANCOS DE LA RIBAGORZA

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Dicen que todo hombre, en esta vida, debe plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro para sentirse completo. Como me iba haciendo mayor sin cumplir con ninguno de esos tres objetivos, hace un tiempo decidí ponerme a trabajar para convertirme en un hombre de verdad. Por entonces la jardinería no era lo mío, y lo de los niños no lo veía muy claro, así que escogí empezar por el objetivo más fácil de tachar de la lista: el de escribir un libro.


El proyecto

A decir verdad, la idea de escribir una guía sobre los barrancos de las ribagorzas catalana y aragonesa era algo que tenía que surgir tarde o temprano. Sólo hacía falta empezar a barranquear en serie por estas tierras para comprobar que la información existente sobre la zona era escasa y estaba bastante dispersa. Muchos barrancos contaban con reseñas desfasadas, y otros apenas eran poco más que un nombre en una lista. Además, y aunque parezca mentira, un buen puñado de descensos se había abierto durante los últimos diez años -algunos de ellos por mis compañeros y yo- y esos barrancos no aparecían en ninguna parte. Así pues, fui tomando conciencia de que las guías de barrancos sobre el Pirineo habían dejado un hueco, un vacío, en la Ribagorza... y la idea fue tomando forma mientras recorría estos ríos y recopilaba información, primero de forma difusa y posteriormente con fuerza. Y a medida que avanzaba, fui cogiendo velocidad. Sólo faltaba encontrar una editorial que creyera en el proyecto, y me pareció que el tipo de guías que había publicado Prames sobre barrancos era el que más se parecía al concepto que tenía en mente. Por suerte para mí, les presenté el proyecto y se mostraron interesados de inmediato. Gracias a su buen hacer, su experiencia y su profesionalidad, Cañones y barrancos de la Ribagorza salió a la venta a finales de abril.


progresando por el barranco de Terrés, una de las novedades de la guía

La guía

La obra que hace apenas dos meses vió la luz, pues, tiene por objetivo agrupar todos los descensos conocidos de las partes altas de las cuencas de los ríos Noguera Ribagorzana y su vecino Isábena, situadas en lo que podríamos llamar "Ribagorza oriental": un conjunto de valles de la Alta Ribagorça catalana y la Ribagorza aragonesa que, superando los límites administrativos de Cataluña y Aragón, comparten proximidad y lazos humanos, económicos, históricos y culturales.

Sobre esta zona, la obra recoge cuarenta descensos agrupados por valles, siguiendo criterios geográficos: Viu, Boí, Barrabés, Isábena-Castanesa y Escales. La guía más completa de las que existían hasta ahora, la del Gorgs 2010 -que se editó para aquel evento y que nunca ha estado a la venta- sólo recogía quince… Por desgracia, ha tenido que quedarse fuera de la guía algún que otro buen barranco, como el de la Sallent o Llebriqueto, por estar situado dentro de los límites del Parque Nacional de Aigüestortes.

a los barrancos menos frecuentados hay que ir con material
Sobre cada barranco se describe aproximación, descenso y retorno, y se da toda la información técnica necesaria: grado de dificultad, tiempos, material, tipo de roca, coordenadas gps, época… Se informa también sobre el estado de las instalaciones, que puede ser bueno, regular o malo. Sobre este punto, es necesario decir que entre los objetivos de esta guía nunca ha estado el de reequipar los descensos más precarios. Los descensos más conocidos ya están suficientemente bien equipados; y en el lado opuesto, siempre he creído que los descensos poco o nada frecuentados deben mantener su equipamiento, muchas veces minimalista, para seguir siendo lo que se llama “terreno de aventura”. Obviamente, una cosa es no sobreequipar y otra muy distinta mantener reuniones peligrosas: durante mis descensos he sustituído muchos metros de cordino o cuerdas, muchos maillones e incluso alguna que otra reunión que estaban claramente en mal estado. Esos cordinos o cuerdas quizá no se encuentren en buenas condiciones para cuando vaya el próximo, así que si bien siempre es recomendable llevar un mínimo material de equipar, para muchos de los barrancos de la guía es algo obligatorio.







La descripción de todos los descensos viene acompañada, por un lado, de su topografía, informatizada después de mis observaciones sobre el terreno. Y también viene acompañada de un pequeño croquis en la guía y de un mapa separado. En este último se mezclan mapa topográfico y ortofoto, y en él se puede encontrar el trazado del acceso, el descenso y el retorno, además de los datos básicos del descenso. Este mapa separado es un concepto propio de Prames en sus guías de barrancos y que a mí personalmente me parece interesante, aunque no debería sustituir a los mapas incluídos en el cuerpo de la guía. Pueden llevarse encima el día del descenso y son muy prácticos.



alrededor de estos barrancos hay mucho por conocer
Que una guía de barrancos contiene descensos de barrancos es algo obvio. Sin embargo, a toda esa información deportiva quise añadirle un plus, una aportación extra que fuera interesante para aquellos deportistas que no se conforman sólo con los ríos que bajan, sino que también buscan conocer un poquito el territorio que pisan. El hecho de vivir en estas tierras ha facilitado que durante estos años, al mismo tiempo que trabajaba en la guía, fuera profundizando en su historia: en una arquitectura románica que está por todas partes, no siempre en buen estado; en su pasado industrial, sus minas y centrales; y en sus pueblos, muchos de ellos abandonados tras siglos de penurias y escasez. Son temas que por sí solos dan para escribir varios libros, pero creí que merecía la pena detenerse en ellos, aunque fuera brevemente, y dedicarles unas líneas. A los lectores que se interesen por esos temas, esas cuatro líneas que aparecen en la guía les servirán de puente para llegar a otras publicaciones especializadas sobre ello... y a los que no, les ayudará a comprender mejor el entorno en el que se encuentran los barrancos que van a bajar.


Por último, y al haber tenido la suerte de abrir alguno de los descensos que se recogen en la guía, creí oportuno añadir a la información técnica el relato de esas aperturas, como una forma de mostrar las vivencias y el trabajo que hay detrás de ellas. Algunos de esos relatos ya habían sido publicados en este blog. 

en plena apertura del barranco de Salenques


El objetivo


En definitiva, lo que pretendía con esta guía era dar a conocer las posibilidades de la Ribagorza en cuanto al descenso de barrancos, actualizando los datos de los conocidos, dando a conocer muchos descensos nuevos o de los que apenas existía información, y agrupando todo este trabajo en una única guía que rellenara el agujero negro que existía en esta zona. Y quería hacerlo a conciencia, dando todos los detalles posibles y abarcando todos los descensos conocidos. Si además de ello consigo que el lector, cuando se quita el neopreno, conozca un poquito mejor estas tierras, el esfuerzo habrá merecido la pena.



tercer rápel del Congustro
Fe de erratas 


Pese a las muchas revisiones, tanto mías como de la editorial, siempre se acaba colando algún error de imprenta. La mayoría de las veces su importancia es relativa, pero en ocasiones pueden inducir a error y hay que darlos a conocer.

Estos son los detectados hasta ahora (iré actualizando esta entrada con los que detecte yo y con los que me hagáis llegar):

  • pág. 52 (Sant Martí superior): se ha caído un número en las coordenadas de inicio, que son 322513 4709555.
  • pág. 146 (Tozas-Castrocit): hay un número mal en las coordenadas de inicio, que son 305839 4695622.






MADEIRA, LA PERLA DEL ATLÁNTICO

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Debió ser más o menos en 2005 cuando en algunos encuentros de barranquismo, y también en algún que otro foro de nuestro deporte, empezaron a aparecer audiovisuales, archivos PDF y relatos sobre barrancos verticales y selváticos abiertos en una isla portuguesa del Atlántico: Madeira. Se abría un nuevo frente para los barranquistas, en un entorno muy distinto al del continente europeo y con unos descensos muy estéticos y diferentes a lo que estábamos acostumbrados a ver aquí.

A pesar de ello, ni a mis compañeros habituales ni a mí nos tiraba demasiado la verticalidad de Madeira. Más aficionados a los cañones bien formados y a los caudales alpinos, año tras año fuimos dejando la visita a la isla para más adelante, gastando nuestro tiempo y dinero en recorrer Francia, Italia o Suiza. Hasta este año.

A principios de junio de 2017, la celebración del Meeting Canyoning Madeira nos brindaba la excusa perfecta para visitar la isla y conocer sus barrancos con la información fresca y las facilidades logísticas que proporcionaba la organización, de manera que reunimos un buen equipo y nos reservamos una semanita en este pequeño paraíso atlántico.



Deportivamente hablando, el resultado del viaje fue el siguiente:

  • Canyon Capulla. Empezamos a barranquear en la isla con esta apertura reciente, sorprendente y muy bonita. Su cascada de 110 metros me pareció la mejor vertical de todas las que acabamos descendiendo allí.
  • Ribeira Funda. Breve pero bonito descenso, con un final muy digno a pocos metros del mar.
  • Ribeira do Seixal integral. El recorrido más largo y completo de los que hicimos. Mucho trabajo y largas horas de actividad para un descenso imprescindible.
  • Ribeira do Hortelã inferior. Descenso clásico, recomendado y recomendable, con magníficos contraluces.
  • Ribeira do Vimieiro. Muy vertical, con grandes cascadas enormemente estéticas. Gustó mucho.
  • Ribeira do Passo inferior. Más verticales exuberantes, selva y estética unidas.
  • Ribeira Pedra Branca. Otro pequeño descenso ideal para completar una jornada. Su balcón final con vistas al océano propicia una de las fotos más repetidas de la isla.
  • Ribeira do Inferno. El barranco más barranco de todos los que hicimos: encañonado, más horizontal que vertical, largo y con muchos rápeles. Nos dió más de lo que esperábamos.

Como ya apuntaba antes, al participar en el meeting disponíamos de la guía editada para la ocasión, con información actualizada. Además, la organización del encuentro nos hizo las combinaciones de coches en los barrancos que lo requerían, aportando vehículos 4x4 cuando era necesario. Para una primera visita a la isla, aprovechar la celebración del encuentro -normalmente anual- es lo más recomendable.

el rápel más alto del Ribeira do Inferno


Sobre Madeira

Mi viaje a Madeira llega con un cierto retraso. A estas alturas, la información sobre la isla y sus barrancos abunda en blogs y archivos PDF... Sin embargo, os dejaré algunos apuntes que os pueden ser útiles, y también enlaces a otras páginas que entran en materia con mayor profundidad.

Madeira es una isla de origen volcánico situada en el océano Atlántico, menos de quinientos kilómetros al norte de las islas Canarias y a unos 860 kilómetros de Lisboa. Junto a la isla de Porto Santo y otras islas menores deshabitadas forma la región autónoma de Madeira, parte integrante de nuestro vecino Portugal.

La isla es de pequeñas dimensiones (57 kilómetros de largo por un máximo de 22 kilómetros de ancho), y muy abrupta. Sus montañas están recubiertas de extensos bosques de laurisilva, y la mejor forma de desplazarse por ellos es siguiendo las famosas levadas, las canalizaciones que recorren la isla llevando el agua de un lado a otro para regadío y consumo humano.


¿Cómo llegar y moverse por la isla?

Dada su situación geográfica, es obvio que la única forma razonable de viajar a Madeira es en avión. En nuestra búsqueda de billetes no encontramos vuelos directos a la isla desde Barcelona o Madrid, por lo que sea cual sea nuestro punto de partida, tendremos que realizar una escala en el aeropuerto de Lisboa (Portugal). Desde este último, hay 1 hora 45 minutos de vuelo hasta el Aeropuerto Internacional Cristiano Ronaldo (!).

Para moverse con libertad por Madeira es practicamente obligatorio alquilar un coche, que puede recogerse en el mismo aeropuerto. La isla cuenta con una buena red de carreteras, y los desplazamientos son ágiles gracias a la gran cantidad de túneles que agujerean Madeira y permiten evitar los puertos de montaña y las curvas. Del aeropuerto a São Vicente, lugar que escogimos para alojarnos y situado casi al otro lado de la isla, apenas tardamos unos cuarenta minutos.

Los barrancos que bajamos finalizan en la costa y/o muy cerca de zonas habitadas. Por ello, si sólo hemos alquilado un coche y necesitamos hacer combinaciones de vehículos, nos será fácil encontrar un taxi que nos suba a la parte superior del descenso. Los taxistas ya parecen estar acostumbrados a este tipo de servicio.

mapa de la isla que señala los barrancos descendidos

¿Qué descender?

paso espectacular del Seixal inferior
Los barrancos que descendimos nosotros, y que se relacionan arriba, son las mejores opciones de la isla. A ellos hay que sumar Hortelã superior -junto al inferior forma una soberbia integral- y, cuando vuelva a ser seguro, el Joao Delgado. Su parte inferior estaba entre nuestros objetivos, pero ha sufrido grandes desprendimientos en los últimos meses y no era posible obtener permisos para su descenso. Otras joyas de la isla, de las que sólo puedo hablar de oídas, son el Córrego da Beira do Lombo Queimado superior (citado en Descente-Canyon como Jungle Rain) y el Ribeira da Água do Vento inferior (citado en Descente-Canyon como Méga). Con cascadas de 105 y 170 metros respectivamente, estos dos últimos comparten el ser más técnicos que los anteriores, con fraccionamientos delicados y múltiples desviadores.

Sean cuales sean los descensos que os interesen, antes de bajarlos es necesario pedir autorización vía web al Instituto das Florestas e Conservação da Natureza de Madeira. Al respecto, he de decir que antes de nuestro viaje intenté obtener los permisos durante semanas, primero a través de la web y posteriormente por correo electrónico... y no hubo manera: la web no funcionaba y no respondían mis correos. Afortunadamente, de este tema también se encargó la organización del meeting.



casas de São Vicente
¿Dónde dormir?

Madeira lo tiene todo para ser un destino turístico de primer orden. Sin embargo, en la franja de la costa norte por la que nos movimos no vimos la acumulación de hoteles que acostumbra a saturar nuestras costas del Mediterráneo. Echando un vistazo a algún que otro portal de reserva de hoteles, parece que éstos se encuentran sobre todo en la costa sur, mientras que la franja que va de São Vicente a Porto Moniz -donde se encuentra la mayoría de los descensos- es más tranquila y está menos masificada. Nosotros y otros grupos con los que coincidimos optamos por alquilar una casa en la zona, y dada la idiosincrasia de sus poblaciones, pequeñas y de casas bajas, y los buenos precios que encontramos, me parece la mejor opción si el grupo es lo suficientemente numeroso.




¿Cuándo ir?

Los barrancos de la isla no son demasiado caudalosos, por lo que la época propicia será aquella en la que hayamos dejado atrás las lluvias y el mal tiempo, pero los descensos conserven un buen caudal. Las estadísticas dicen que junio es el mes con menos precipitaciones seguido de julio y agosto, por lo que aquel parece el mejor mes para viajar a Madeira. Avanzado el verano, los caudales serán probablemente demasiado bajos.



Otros datos útiles
 
Los barrancos de la isla aparecen detallados a fondo en la guía Canyons de Madère. Descentes sportives et randonées, de Antoine Florin (año 2007, en francés). Seguramente es la obra más completa acerca de Madeira, pero por desgracia parece difícil de conseguir. La alternativa la constituyen las guías editadas por la organización en cada edición del Meeting Canyoning Madeira, unas guías que, si bien no están a la venta, con suerte pueden encontrarse y descargarse en PDF gracias a sus autores. No recogen todos los descensos de la isla, pero sí los más habituales, y cuentan con la ventaja de proporcionar información reciente y en castellano.

Junto a la guía de descensos, siempre es recomendable moverse por la isla con la ayuda de un mapa topográfico o, al menos, uno de carreteras. Nosotros usamos el mapa Madeira de la editorial Freytag & Berndt a escala 1:40 000, que nos resultó más que suficiente. Si lo que buscáis es cartografía para GPS, en Alternativaslibres.org y otros sitios encontraréis mapas para Garmin basados en Open Street Map, tanto de Madeira como de muchos otros lugares.


Si queréis saber un poco más sobre Madeira y sus descensos, podéis visitar por un lado la página oficial de turismo de la isla, y por otro lado, alguno de los reportajes que otros barranquistas han escrito ya sobre ella. Un buen ejemplo es el par de entradas en el que los compañeros de NKO-extreme relatan sus dos viajes a estas tierras.

volviendo del Ribeira do Inferno, con un paisaje de ensueño

BARRANCO CAPULLA

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La primera jornada de nuestro reciente viaje a Madeira empezó con un barranco abierto apenas un año antes, en abril de 2016: el barranco de Capulla.

¿Capulla? Pues sí. Obviamente, y tal y como explican sus aperturistas, el nombre del descenso no está sacado de los mapas, precisamente...

He de reconocer que, nada más empezar, para mí la cosa prometía más bien poco. Los primeros compases del descenso no tenían nada especial: un cauce cubierto de bloques y vegetación, rápeles cortos y abiertos... y, encima, una densa niebla que aunque creaba una atmósfera distinta a la habitual, apagaba el colorido del descenso y no permitía ver mucho más allá ni disfrutar del paisaje.

primeros pasos dentro del barranco
densa niebla que enfriaba los ánimos

Por suerte, al avanzar por el cauce y perder altura salimos finalmente de la nube, y lo hicimos a tiempo de disfrutar de los mejores tramos del barranco. Tras varios rápeles cortos -y en medio de ellos, una vertical de 28 metros con pasamanos de acceso- llegamos al que es, sin duda, el punto fuerte del descenso: una bellísima cascada de 111 metros de altura, con pasamanos desmontable de acceso y fraccionada en tres rápeles de hasta cincuenta metros. El gran salto, con una generosa cortina de agua, se lanza al vacío a través de un precioso encajamiento tapizado de verde. He de decir que me pareció la cascada más bonita de todas las que bajamos aquella semana en Madeira, aunque tuvo seria competencia.


colgando de la reunión del tercer fraccionamiento, todavía a más de sesenta metros del suelo


buscando el suelo en un magnífico escenario


la cascada, vista desde abajo
aún desde lejos, la cascada proyecta una fina lluvia

Una vez en la cascada ya nadie se acuerda del tramo impersonal del principio, y después tampoco. El tramo final del descenso, engorgado, bien formado y estético, contiene tres rápeles cortos de trámite y pone un gran colofón a un descenso sorprendente, tanto por estética como por su reciente apertura. No perdamos la esperanza: todavía quedan cosas por descubrir. 

progresando por el tramo final

pasillos y rápeles en zonas estrechas...
...dan mucho ambiente a los últimos metros




pasillo final, en los últimos metros del descenso
Datos de interés

Fecha del descenso: 6 de junio de 2017

Dificultad:  v6 a4 II

Acceso desde: São Vicente (Madeira, Portugal)

Combinación de coches: Posible (4x4 obligatorio).

Aproximación: Desde la población de São Vicente, tomaremos la carretera que parte hacia Ginjas. La seguiremos y ascenderemos por ella hasta encontrar, en una fuerte curva a la izquierda, el nacimiento de una pista de tierra y un cartel con la indicación "Levada do Rodrigues 200 m". Dejaremos aquí el primer coche, y con el segundo -obligatoriamente un 4x4- subiremos por esta pista hasta alcanzar la levada do Norte. Ya a pie, seguiremos la levada hacia la derecha, superaremos seis túneles y a la salida del último encontraremos la reunión del primer rápel. Tiempo aproximado, de 35 a 45 minutos.

Descenso: De 4 a 4:30 h

siguiendo la levada de vuelta al coche
Retorno: No tiene pérdida, ya que el descenso finaliza en la levada Fajã do Rodrigues. Solo tenemos que seguirla hacia la derecha hasta llegar a la pista de tierra de la aproximación, y una vez en ella, bajar hasta alcanzar el aparcamiento del primer vehículo. Tiempo, una hora.

Rápel más largo: 50 metros

Material: cuerdas 2 x 55m; el neopreno completo no es necesario (basta una combinación ligera o chaqueta de kayak).

Lo mejor: descenso de gran valor estético, magnífica gran cascada.

Lo peor: tramo inicial de escaso interés

Valoración personal (de 0 a 4): 3,3


RIBEIRA FUNDA

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Madeira, junio de 2017. Para nuestra primera jornada en la isla habíamos escogido el barranco Capulla, pero una vez fuera nos quedaban todavía muchas horas de luz. Así pues, decidimos completar el día bajando uno de los clásicos más cortos y asequibles de la zona: el Ribeira Funda.

Este descenso finaliza a pocos metros del mar. No se llega al océano, ni es necesario mojarse en él, pero un último rápel en el acantilado proporciona un balcón privilegiado desde el que contemplar la inmensidad del Atlántico. Mucho antes de eso, sin embargo, el barranco guarda otros rincones de interés.

El recorrido empieza con un rápel en seco, en una zona de cauce abierto y lleno de bloques, y en seguida se llega al segundo, mucho mejor. El cauce se hunde y el agua se precipita por una cascada de cincuenta y cinco metros tapizada de verde. Para bajarla tenemos dos opciones. La primera nos la da una reunión a la derecha, a la que se accede mediante un pasamanos recuperable previo y que nos permite bajar por la pared. La segunda es ir a buscar un árbol a la izquierda, bajo el que se abre un vacío y que nos permitirá hacer un rápel volado bastante espectacular.

El rápel de 55m, desde la reunión derecha
Un tronco enorme cruzado. Esto parece el Olhadubie...

Una vez en el fondo nos espera una sucesión de pequeños rápeles de hasta doce metros de alto. El cauce presenta la mezcla de ocres y verdes típica de estas latitudes, fruto de la fusión de la roca volcánica y la vegetación subtropical, y se muestra cerrado y estrecho. El bajo caudal no crea ninguna dificultad.

pasillos sinuosos...
...y rápeles cortos

No se tarda demasiado en avistar el océano. El cañón se abre de repente y vierte sus aguas sobre las rocas del acantilado y la vieja carretera costera. Un rápel de veintidós metros pone punto y final al descenso con el rugir de las olas como banda sonora.


llegando al final
recogiendo cuerda tras el último rápel

Recogido el material, solo queda volver a nuestros coches siguiendo la vieja carretera, hoy cubierta de rocas, cascotes y vegetación a causa de los desprendimientos y el abandono. Es momento de abrir bien los ojos, de disfrutar del enorme contraste de estar haciendo una actividad de montaña junto al mar y de saborear unos paisajes tan distintos a aquellos a los que estamos acostumbrados.


siguiendo lo que queda de la vieja carretera, de vuelta al coche



Datos de interés

Fecha del descenso: 06 de junio de 2017

Dificultad:  v4 a2 II

Acceso desde: Seixal (Madeira, Portugal)

Combinación de coches: Posible, no imprescindible

Aproximación: Saldremos de Seixal en dirección a Porto Moniz, y a muy poca distancia, justo antes de entrar en el túnel da Fajã Contreiras, nos desviaremos a la derecha y tomaremos la vieja carretera ER101, que bordea la costa. Llegaremos a un túnel, y antes o después del mismo aparcaremos nuestro vehículo (ojo con los desprendimientos). Con el segundo coche, o a pie, seguiremos carretera arriba y llegaremos al pueblo que da nombre al barranco. Pasaremos un pequeño aparcamiento y, dejando a la izquierda una fuente, tomaremos un sendero que asciende entre casas y huertos. Desde el pueblo, llegaremos al cauce en apenas diez minutos.

Descenso:Unas dos horas, incluso menos.

Retorno: Desde las rocas, al pie del último rápel, seguiremos la antigua carretera hacia la derecha hasta alcanzar el túnel en el que dejamos el primer o único coche. Tiempo: diez minutos.

Rápel más largo: 55 metros

Material: cuerdas 2 x 60m, neopreno completo o combinación ligera.

Lo mejor: descenso y entorno muy estéticos

Lo peor: caudal escaso, menor entidad que la mayoría de sus vecinos

Valoración personal (de 0 a 4): 2,8


RIBEIRA DO SEIXAL INTEGRAL

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Segunda jornada de nuestro viaje a Madeira. Siguiendo con el plan previsto, y después de utilizar el primer día para tomar contacto con los barrancos de la isla, la idea era afrontar el primero de los dos descensos integrales que nos habíamos fijado como objetivo: la ribeira do Seixal. Sobre el papel, combinar las partes superior e inferior de este río supone afrontar una actividad de unas diez horas, superando mediante treinta y seis rápeles -sin contar fraccionamientos- un desnivel de casi novecientos metros en tres mil doscientos metros de longitud. No está mal, ¿eh?

Eso sí, la combinación de coches es obligatoria, y muy larga: en caso de no caber todos en un solo coche, hacer dos viajes a la cabecera nos puede llevar más de dos horas, un tiempo excesivo teniendo en cuenta que la actividad requiere horas y hay que estar temprano en cabecera. Afortunadamente, la organización del meeting nos solventó ese problema y nos llevó en furgoneta hasta el punto de inicio de la aproximación: nosotros sólo tuvimos que preocuparnos por dejar nuestros coches en el parking de salida.


Tramo superior

El tramo superior empieza en una vaguada poco profunda, invisible desde la carretera. Siendo así, algo te dice que la única forma de que aquello se encaje es que aparezca una buena vertical... y en efecto, a los pocos metros de entrar en el cauce uno se da de bruces con una cascada de cuarenta y dos metros, seca el día de nuestro descenso.


panorama desde la cabecera del primer rápel, por encima de las nubes

superando la pared del primer rápel
un pequeño salto en los inicios del descenso


refrescante badina a principios del tramo superior
Después de un inicio tan vertical, el cauce se toma un descanso y llanea durante unos ciento cincuenta metros. Tras ellos empieza una sucesión de rápeles de diferentes alturas, con una cascada de treinta metros bastante quebrada como punto culminante. Esta zona presenta algunos encajamientos, y también badinas que nadar.

A mitad del tramo superior, pasados ya unos trece rápeles, encontraremos la vertical más alta del barranco, de cincuenta y cinco metros. Montaremos el correspondiente pasamanos de acceso, fácil de gestionar, y nos encontraremos ante un balcón similar en aspecto y amplitud al del rápel con el que empezamos el barranco. Aparentemente no hay más que lanzar la cuerda y bajar por ella hasta el suelo... sin embargo, hay que prestar mucha atención a unas lajas de roca verticales, cortantes como cuchillos, situadas a unos cuarenta metros del suelo e invisibles desde la reunión. Desconociendo este peligro, el rápel se montó en simple, y para cuando bajó el tercero, en el punto de roce la cuerda ya presentaba el aspecto que puede verse dos fotos más abajo. Por suerte, el incidente no llegó a convertirse en accidente, y se saldó únicamente con el corte de una cuerda. (Que era mía. Este año llevo dos. He decidido que a partir de ahora nadie volverá a tocar mis cuerdas.).


el segundo en rapelar la vertical de 55 metros, a punto de encontrarse con el roce


Este corte estaba a cuarenta metros del suelo. Y dicen que la funda de las Dana 9 no desliza...


Después de la vertical y el susto, el barranco gana verticalidad y se sumerge en un tramo muy encajado y tremendamente bonito, con rápeles muy continuados de veinte metros o más.

Rápeles largos, en seco y tapizados de verde...
...caracterizan esta parte del descenso

En alguno que otro también aparece el agua...
...y los últimos son más abiertos y abruptos.

 
Cuando la garganta se vuelve a abrir, un par de rápeles más y unos destrepes conducen a la levada que marca el final del tramo superior y el principio del inferior. 


Tramo inferior

La segunda parte del Seixal se inicia con varios rápeles de poca altura en una zona relativamente abierta. Sin embargo, el barranco no tarda en cerrarse y dar paso a una de las zonas más estéticas de todo el recorrido, con magníficos colores y juegos de luces.


uno de los primeros rápeles del tramo
R6, 19m, visto desde arriba

R6, 19m, visto desde abajo
R7, 10m: un tramo precioso


En todos los barrancos de Madeira parece que sea obligatoria, al menos, una vertical fraccionada. Tras los rápeles que acabamos de ver llegaremos a la correspondiente al Seixal inferior: una cascada de treinta y ocho metros, con pasamanos de acceso a la reunión de salida y un fraccionamiento a veintitrés metros del suelo.

Oscar, en el rápel de 38 metros. El fraccionamiento se encuentra exactamente debajo de él.


miembros de otro grupo, en el fraccionamiento
En este punto tuvimos el segundo "incidente" del descenso. El primero en bajar se pasó el fraccionamiento, y en las consiguientes maniobras posteriores -bajó otro a buscar la reunión y montar cuerda mientras el primero esperaba cómodamente en una repisa- perdimos bastante tiempo.  Aún así, no hubo mayor problema.

No es de extrañar que el compañero se la saltara, ya que el fraccionamiento se encuentra en un desplome, justo bajo el chorro de la cascada. Su situación es bastante incómoda, sobre todo para aquellos a los que les toque montar o desmontar el rápel, que deben tragar agua mientras maniobran. Doy fe de ello.

Más tarde nos comentaron que la cascada puede bajarse perfectamente sin hacer el fraccionamiento, directamente desde arriba. Sin embargo, todos sabemos que la mera existencia de una reunión muchas veces hace que la uses sin plantearte que exista otra opción...

Una vez al pie de la cascada, trescientos cincuenta metros de marcha por el cauce nos separan de los rápeles finales. Un último estrecho y llegaremos a la confluencia con el Hortelã: por delante ya sólo nos quedarán unos metros de trámite hasta alcanzar el sendero del retorno y dar por finalizado un descenso "a programar sin dudar", como dicen las viejas guías de Edu Gómez.


el último estrecho del descenso...
...también es muy estético



Datos de interés

Fecha del descenso: 7 de junio de 2017

Dificultad:  v4 a2 II para cada tramo

Acceso desde: Seixal (Madeira, Portugal)

Combinación de coches: Sí, obligatoria

Aproximación: Desde Seixal, tomaremos la carretera VE2 en dirección a São Vicente, pero al poco de salir de la población, superado el punto kilométrico 6, giraremos a la derecha y tomaremos la carretera que sube a Chão da Ribeira. Cruzaremos un puente, el asfalto se convierte en tierra y llegaremos a una piscifactoría, con un buen aparcamiento. Dejaremos allí nuestro primer coche y con el segundo volveremos atrás, recuperaremos la carretera VE2 y nos dirigiremos esta vez hacia Ribeira da Janela, población a la que accederemos a la salida de un túnel. Siguiendo ahora las indicaciones a Paúl da Serra, ascenderemos por la sinuosa carretera ER209, dejaremos atrás las casas y llegaremos finalmente a un altiplano despejado. Atención aquí: en una recta, a unos diecinueve kilómetros del desvío de Ribeira da Janela, encontraremos una pista que cruza la carretera, con una verja metálica de color verde a la izquierda. Aparcaremos el segundo coche, cruzaremos esa verja y seguiremos la pista durante unos trescientos metros. Luego nos desviaremos a la izquierda, por una senda poco trazada, y finalmente llegaremos al cauce del Seixal, poco marcado en sus inicios. La combinación de coches nos llevará cerca de una hora, y la aproximación a pie, diez minutos.

Descenso: Unas diez horas para la integral (6h el tramo superior, 4h el tramo inferior). En nuestro caso (siete personas), el descenso integral llevó unas ocho horas con gestión de problemas incluída.

Retorno: Finalizado el descenso, y tras un tramo de bloques, encontraremos un sendero marcado en la orilla izquierda que nos conducirá de nuevo al aparcamiento de Chão da Ribeira. Tiempo, unos 30 minutos.

Rápel más largo: 55 metros

Material: cuerdas 2 x 65m, neopreno completo o combinación ligera.

Lo mejor: actividad muy completa, técnica y estética.

Lo peor: roces peligrosos, combinación de coches muy larga.

Valoración personal (de 0 a 4): 3,2 para el conjunto



RIBEIRA DO VIMIEIRO

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Madeira, tercer día en la isla. Después del tute del Seixal integral de la jornada anterior, la idea era descansar de forma activa y guardar fuerzas para, al día siguiente, volver a afrontar una actividad larga. Le tocaba el turno así al Vimieiro, otro descenso muy bien valorado -como casi todos aquí- pero que prometía estar liquidado en un máximo de cuatro horas. Eso sí, para ello había que superar previamente los mil cuatrocientos escalones del sendero de aproximación..


la poza del primer rápel

bajando la primera vertical, de 50 metros totales
El descenso es tremendamente vertical, con más de trescientos metros de desnivel en apenas quinientos metros de longitud. Tiene un par de rápeles introductorios de poca altura, y a continuación se pasa a encadenar una vertical tras otra: de 50, 60, 33 y 55 metros. Todas ellas tienen sus correspondientes fraccionamientos, no siempre fáciles de localizar. Nosotros nos saltamos alguno sin mayor problema, aunque de todas maneras en esta isla hay que prestar especial atención a los roces.
Así pues, antes de darnos cuenta ya estamos una vez más asegurados en una reunión aérea, con el vacío a nuestra espalda y muchos metros de rápel por delante. La primera vertical (foto derecha) es una pared practicamente lisa que no plantea ningún problema, con un fraccionamiento situado en la línea de cuerda del primer rápel.

Cosa distinta es la segunda vertical, la más larga del barranco con sus sesenta metros. Esta tiene dos fraccionamientos, el primero a la izquierda y el segundo, más difícil de localizar, a la derecha. No lo llegamos a ver, aunque la verdad, tampoco lo buscamos mucho: ya nos habían comentado que no era necesario usarlo, por lo que nos lo saltamos y disfrutamos de un rápel de aproximadamente cincuenta metros hasta el suelo sin ningún contratiempo.



asomándonos al vacío de la segunda vertical
la cascada de 60 m, desde abajo

Aquí hay pocos tiempos muertos. Superada la segunda cascada llegamos enseguida a la tercera, esta vez de sólo treinta y tres metros. Un nuevo fraccionamiento nos permite bajar por el activo, recibiendo una agradable ducha. Tras ella, un pequeño rápel y ahora sí, habrá que superar un breve tramo de resaltes y marcha por el cauce antes de alcanzar la siguiente vertical.

bajando la tercera vertical
resaltes previos a la cuarta gran cascada

La cuarta vertical es más bien una sucesión de tres cascadas con sus pozas intermedias: las dos primeras pueden bajarse del tirón, y la tercera, la más alta, es uno de los pasos más bonitos del descenso. Es increíble como la selva y el musgo cubren hasta el último centímetro que el agua les deja libres.

Frank, en el fraccionamiento de 34 m
R34m, visto desde abajo

Tras este encadenamiento de verticales, el barranco pierde inclinación. Tres rápeles cortos y varios destrepes, y antes de darnos cuenta ya estamos en la confluencia con la ribeira do Seixal. Otra joya de Madeira a la saca.


Datos de interés

Fecha del descenso: 8 de junio de 2017

Dificultad: v4 a2 II

Acceso desde: Seixal (Madeira, Portugal)

Combinación de coches: No

Aproximación: Desde Seixal, tomaremos la carretera VE2 en dirección a São Vicente, pero al poco de salir de la población, superado el punto kilométrico 6, giraremos a la derecha y tomaremos la carretera que sube a Chão da Ribeira. Cruzaremos un puente, el asfalto se convierte en tierra y llegaremos a una piscifactoría, con un buen aparcamiento. Dejaremos aquí nuestro vehículo, cargaremos con nuestras mochilas y tomaremos el sendero que parte de allí y remonta la ribeira do Seixal por su izquierda orográfica. Cruzaremos unos prados, entraremos en el bosque y pasaremos una levada. De nuevo en el bosque, el camino baja hasta el río. Lo cruzaremos, y al otro lado y poco más arriba tomaremos la senda Lombo Barbinhas. Ascenderemos fuertemente y sin descanso, subiendo sus mil cuatrocientos escalones, y al llegar arriba encontraremos una nueva levada. Nos cambiaremos aquí, seguiremos la acequia hacia la izquierda y pronto llegaremos a nuestro barranco, el primer cauce con el que toparemos. Tiempo aproximado, 1 hora.

Descenso: De 3 h 30 min a 4 h.

Retorno: El descenso finaliza en la ribeira do Seixal. Sólo tenemos que continuar por el cauce hasta llegar al camino que seguimos durante la aproximación, y volver por él al aparcamiento de la piscifactoría. Tiempo, unos 30 minutos.

Rápel más largo: 60 metros (fraccionamiento, 38 metros)

Material: cuerdas 2 x 60 m, neopreno completo según gustos.

Observaciones: Como casi todos los barrancos de la isla, el Vimieiro necesita de autorización para su descenso.

Lo mejor: descenso deportivo, continuado, vertical y estético.

Lo peor: aproximación dura.

Valoración personal (de 0 a 4): 3,2

RIBEIRA DO HORTELÃ INFERIOR

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Cuarto día en Madeira. Después de rebajar sobre la marcha nuestras expectativas iniciales, decidimos abandonar la idea del Hortelã integral y conformarnos con el descenso de su tramo inferior. Una lástima, porque la integral es una de las actividades más completas de la isla, más larga y de mayor entidad que la integral del Seixal. Otra vez será. O no.


Hortelã inferior, otro clásico. En Madeira se han reseñado un montón de descensos, pero en tu primer viaje, y teniendo una semana, obviamente te fijas como objetivos los mejores de la lista. Y este es uno de ellos. Tiene la estética característica de la isla: la exuberancia, la mezcla del verde de la laurisilva y el ocre de la roca volcánica. Tiene la verticalidad, común también a la mayoría de los descensos de la zona. Y tiene, también, esa roca rota y llena de aristas que es la pesadilla de los fabricantes de cuerdas.

Lo mismo que el resto, vaya... aunque además, y como nota distintiva, tiene un caos de bloques al pie de la primera cascada, incluso oscuro, que no vi en ningún otro de los descensos que hicimos.


primer rápel, a realizar desde la levada y con un roce importante a gestionar

en el interior del caos de bloques

El barranco se inicia sin preámbulos, sin calentamiento: desde la misma levada, un pequeño rápel con un gran roce nos saca a la vertical. Y a continuación, desde una reunión en la pared de la que nos colgaremos como chorizos, saldremos hacia el suelo, cincuenta metros más abajo. Allí nos espera el caos de bloques que he mencionado arriba, fruto de enormes desprendimientos caídos de lo alto.

Los siguientes rápeles son cortos, de hasta quince metros, y junto a varios destrepes dan paso a una nueva vertical. Otros cincuenta y cinco metros de pared que se salvan, una vez más, en dos tiradas. Abajo nos espera un pasillo estrecho, con un rápel corto, destrepes y un par de badinas que nadar. El tramo es muy bonito.






saliendo del caos

Después del pasillo y sus badinas, superaremos un tramo abierto de unos doscientos metros, recibiremos por la izquierda un afluente (la ribeira do Folhado) y alcanzaremos el tramo final: una sucesión de tres cascadas en una zona cada vez más encajada, acuática y con magníficos juegos de luces, que pone un gran broche final a la actividad antes de llegar a la confluencia, una vez más, con la ribeira do Seixal.


pasillo tras la segunda vertical
iniciando el tramo final con un rápel de 27 metros


agua y luz en el penúltimo rápel
juegos de luces para poner punto y final al descenso


Otro descenso imprescindible si se visita Madeira, que por horarios puede combinarse con cualquiera de sus vecinos o, evidentemente, con su parte superior.



Datos de interés

acceso por la levada do Seixal
Fecha del descenso: 9 de junio de 2017

Dificultad:  v4 a2 II

Acceso desde: Seixal (Madeira, Portugal)

Combinación de coches: No

Aproximación: Practicamente la misma que para el descenso de la ribeira do Vimieiro. Desde Seixal, tomaremos la carretera VE2 en dirección a São Vicente, pero al poco de salir de la población, superado el punto kilométrico 6, giraremos a la derecha y tomaremos la carretera que sube a Chão da Ribeira. Cruzaremos un puente, el asfalto se convierte en tierra y llegaremos a una piscifactoría, con un buen aparcamiento. Dejaremos aquí nuestro vehículo, cargaremos con nuestras mochilas y tomaremos el sendero que parte de allí y remonta la ribeira do Seixal por su izquierda orográfica. Cruzaremos unos prados, entraremos en el bosque y pasaremos una levada. De nuevo en el bosque, el camino baja hasta el río. Lo cruzaremos, y al otro lado y poco más arriba tomaremos la senda Lombo Barbinhas. Ascenderemos fuertemente y sin descanso, subiendo sus mil cuatrocientos escalones, y al llegar arriba encontraremos una nueva levada. Nos cambiaremos aquí -en cabecera del barranco no hay sitio- y esta vez seguiremos la acequia hacia la derecha, y diez metros antes de llegar a un túnel veremos la reunión del primer rápel en la pared, a unos dos metros de altura. Tiempo aproximado, 1 h 20 min.

Descenso: Unas tres horas y media.

Retorno: El Hortelã inferior finaliza en la ribeira do Seixal. Sólo tenemos que continuar por el cauce hasta llegar al camino que seguimos durante la aproximación, y volver por él al aparcamiento de la piscifactoría. Tiempo, unos 30 minutos.

Rápel más largo: 50 metros (fraccionamiento de cascada de 55 metros).

Material: cuerdas 2 x 60m, neopreno completo.

Observaciones: Como casi todos los barrancos de la isla, el Hortelã inferior necesita de autorización para su descenso. 

Lo mejor: descenso deportivo; estética única, como es habitual en la isla

Lo peor: acceso duro

Valoración personal (de 0 a 4): 3


Fotos: Frank Fernández, Xavi Guerrero

RIBEIRA DO PASSO INFERIOR

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Sin darnos cuenta empezaba nuestra quinta jornada en Madeira. Después de dos días de actividad más o menos tranquila nos fijábamos para entonces, penúltimo día del viaje, la combinación de dos descensos: Passo inferior y Pedra Branca.

Debo reconocer que después de cuatro días en la isla, con cinco barrancos bajados, yo ya veía todos los descensos iguales. ¿No son bonitos? Y tanto que sí: son preciosos. Pero todos más o menos comparten las mismas características: todos son profundos sin llegar a estar pulidos, todos son muy verticales, todos tienen una o dos cascadas que rondan los cincuenta o sesenta metros y todos están cubiertos de frondosa vegetación.

El Passo inferior, pues, no es una excepción a esa lista de características comunes en Madeira. Y las fotos lo atestiguan.

primeros rápeles del descenso
el agua cae por todas partes


un paso curioso: montando un largo pasamanos de acceso a una reunión sobre un bloque

el rápel del pasamanos
rápel de acceso a la vertical de turno


El eje central del descenso lo forma la correspondiente vertical. Todos los barrancos de Madeira la tienen: parece que si los aperturistas no encuentran un rápel de al menos cuarenta metros, ni se molestan en hacer público el descenso... En el barranco que nos ocupa, la gran cascada tiene unos cincuenta y cinco metros de alto, y por supuesto, está fraccionada en dos. La reunión del segundo fraccionamiento está poco más abajo que la del primero, y muy desplazada a la derecha: ojo pues, porque la posibilidad de bajar demasiado y pasársela es real. ¡No bajéis recto! Una vez alcanzada, las vistas son magníficas.

la vertical de 55 metros, vista desde el fraccionamiento

la foto del día: la vertical y el rápel siguiente
uno de los últimos rápeles, ya en terreno abierto


En su parte final, tras los pasos recogidos en las fotos de arriba, el recorrido por el cauce pierde interés y forma varios rápeles cortos perfectamente evitables. Solo queda avanzar hasta llegar a la pequeña acequia que indica que la aventura ha llegado a su fin, salir a buscar nuestro coche y completar la jornada con otro descenso vecino. Eso, o ir a la playa y darse un baño, opción nada descartable según la época del año en que estemos. Nosotros, como no, hicimos lo primero.



Datos de interés

Fecha del descenso: 10 de junio de 2017

Dificultad:  v4 a2 II

Acceso desde: São Vicente (Madeira, Portugal)

Combinación de coches: Sí

Aproximación: Desde la población de São Vicente, tomaremos la carretera que parte hacia Ginjas. La seguiremos y ascenderemos por ella hasta encontrar, en una fuerte curva a la izquierda, el nacimiento de una pista de tierra y un cartel con la indicación "Levada do Rodrigues 200 m". Dejaremos el coche aquí, ascenderemos a pie por la pista y en unos minutos alcanzaremos la levada mencionada. La seguiremos hacia la derecha de la pista, y cruzaremos tres túneles: junto al inicio del cuarto veremos la reunión que da acceso al fondo de nuestro barranco. Tiempo aproximado, 30 minutos.

Descenso: Unas 3 horas.

Retorno: Finalizado el descenso, prestaremos atención a la orilla derecha, en la que encontraremos el inicio de la levada del Lanço. Esta acequia, más pequeña que las que ya habremos visto en otros descensos, nos llevará en unos veinte minutos a la carretera de la Terça, donde habremos dejado anteriormente un segundo vehículo. De parking a parking hay apenas dos kilómetros y medio.

Rápel más largo:  55 metros (fraccionamiento de 50 m)

Material: Cuerdas 2 x 60m, neopreno completo según temperatura y criterio.

Observaciones: Necesario frontal para los túneles de las levadas. El descenso requiere solicitar autorización.

Lo mejor: Descenso de gran valor estético, como es habitual

Lo peor: Después de varios descensos en la isla, el que escribe ya los ve todos iguales

Valoración personal (de 0 a 4): 2,9


Fotos: Edu Lorente, Xavi Guerrero

RIBEIRA DO PEDRA BRANCA

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La ribeira do Passo inferior apenas nos había ocupado la mañana, de forma que quedaban horas para aprovechar por delante. Especialmente para parte del grupo, que se subía al avión de vuelta a la mañana siguiente y se encontraba ya en el tiempo de descuento. Podríamos haber ido a la playa, o al club naval de Seixal a tomar algo, pero debemos ser bastante antisociales porque escogimos anotarnos otro descenso: el Pedra Branca.

la costa norte de Madeira, desde el camino de acceso
El elegido tiene una aproximación corta, de apenas veinte minutos, tras los cuales se accede al cauce rapelando desde el mismo camino y se llega de forma inmediata a la vertical reglamentaria, de cincuenta y cinco metros. El rápel es directo, limpio, aunque echamos de menos algo más de caudal. Una vez en el fondo del barranco, lo que nos espera no es largo ni complejo. Para mí, el interés de este descenso es inferior al del resto, aunque al final forma una gorga sinuosa y un último rápel, de veintisiete metros, con preciosas vistas al océano. Aquí haremos una de las fotos del viaje, sin duda.  



rápel de salida al vacío de la vertical
el rápel de 55m, visto desde abajo

 
uno de los varios rápeles cortos de la gorga final
al barranco no le falta la estética característica de la isla


la última cabecera, un bonito balcón con vistas al mar
el último rápel (27m), desde abajo


El descenso acaba justo ante la vieja carretera, en desuso por lo expuesta que está a los desprendimientos, y las rocas de la playa. Es un gran final para un descenso breve y rápido, complementario de sus vecinos, pero también estético y válido por sí mismo.



Datos de interés

Fecha del descenso: 10 de junio de 2017 

Dificultad: v3 a2 II

Acceso desde: Seixal (Madeira, Portugal)

Combinación de coches: Posible, no necesaria.

Aproximación: Saldremos de Seixal en dirección a Porto Moniz por la carretera VE1, y a muy poca distancia, antes de llegar a la depuradora y el túnel da Fajã das Contreiras, tomaremos una calle ascendente hacia la izquierda. Al final de la misma dejaremos el coche y tomaremos un sendero que se eleva sobre la costa y se adentra en el bosque. En veinte minutos, la senda gira a la izquierda y bordea nuestro barranco por su orilla derecha. No tiene pérdida: en un árbol, en el mismo camino, encontraremos la reunión desde la que nos descolgaremos para acceder al fondo del cauce.

Descenso: Una hora y media.

Retorno: El último rápel nos deja en la vieja carretera costera ER101, a escasos metros del mar. Seguiremos el asfalto hacia la derecha y en pocos minutos llegaremos a la carretera nueva, a la entrada del túnel da Fajã das Contreiras. A escasos metros está la entrada de la depuradora de Seixal: si disponemos de dos coches podemos dejar uno aquí y cambiarnos tranquilamente, con un retorno practicamente inmediato. Si no disponemos de dos coches, tampoco debemos preocuparnos: seguiremos por la carretera en dirección a Seixal y no tardaremos en encontrar la subida a Fajã Parreira. Por ella volveremos al aparcamiento donde empezamos la aproximación en unos 15 minutos.

Rápel más largo: 55 metros

Material: cuerdas 2 x 60m, neopreno completo no necesario (caudal mínimo).

Observaciones: El descenso requiere autorización de la Dirección Regional de Florestas.

Lo mejor: estético, gran final ante el océano

Lo peor: corto; caudal muy escaso

Valoración personal (de 0 a 4): 2,6


RIBEIRA DO INFERNO

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Y casi sin darnos cuenta llegó nuestro último día en Madeira. Parte del grupo ya había empaquetado el neopreno y esa misma mañana volaba de vuelta a Barcelona. El resto, después de los cambios realizados sobre la marcha en la planificación inicial, nos reservábamos como traca final un descenso algo distinto a lo que habíamos bajado hasta entonces: la ribeira do Inferno.

Echar un vistazo a la reseña y a la topografía sirve para darse cuenta de que el barranco es predominantemente horizontal: más de tres kilómetros de cauce, veintidós rápeles generalmente de corta o media altura y varios tramos intermedios nos alejan del perfil del Capulla o el Vimieiro, por ejemplo. Además, ese carácter horizontal ayuda a que el descenso esté más encajado. Si además de todo eso tuviera continuidad, la actividad sería muy buena. Sin embargo, esos tramos intermedios que mencionaba arriba son demasiado abundantes, y algunos como el tercero excesivamente resbaladizos, cosa que entorpece bastante la progresión. Aún así, la sensación que nos quedó a la mayoría fue que el Inferno era el barranco de más entidad de los que habíamos bajado en Madeira, Seixal integral aparte.

La ribeira do Inferno ofrece, por último, la posibilidad de convertirla en una gran integral. El descenso encadenado del barranco de Paúl do Inferno y de la ribeira do Inferno, de la levada Norte al mar, supone una actividad de entre ocho y diez horas, treinta y ocho cascadas y cuatro mil cuatrocientos metros de longitud. Algo a plantearse si os gustan las actividades físicas de este calibre.


rápeles cortos, vegetación exuberante y ambiente...
...encajado del primer tramo del descenso


abundan los tramos con breves resaltes y cauce llano...
...en los que se progresa andando durante un buen trecho


poco a poco, el barranco va ganando algo de caudal...
...gracias a las cascadas que van cayendo por los laterales

rápeles cortos y sin dificultad en la segunda parte...
...dan paso a la vertical fraccionada de 40 metros


segunda fracción de la vertical, con el colorido característico de estos barrancos

uno de tantos resaltes


La cascada más larga del descenso es una vez más el paso más característico del barranco. Esta vez estamos ante una vertical de cuarenta metros, más pequeña que las de sus barrancos vecinos, pero igualmente fraccionada en dos tiradas y con un pasamanos de acceso a la primera. La cascada no reviste especial dificultad, y en cambio es uno de los rincones más bonitos del descenso, aunque no el único.


Tras ella, el cauce pierde continuidad y también desnivel mientras continúa su camino en busca de un océano cada vez más cercano, aunque nada nos lo haga suponer... pero el barranco mantiene su ambiente enclaustrado hasta el último de los rápeles. Este, una vertical de 14 metros, marca el principio del fin.





rápel corto, ya en la recta final
rápel de 14 metros, última dificultad del descenso

Superado el último rápel, todavía no podemos cantar victoria: aún nos queda por delante casi medio kilómetro de progresión por cauce, un cauce resbaladizo y caótico, antes de girar un recodo, pasar bajo el puente de la carretera nueva y salir al de la vieja, cerrado al tráfico. Más abajo, otro puente aún más antiguo y el mar. Un lugar extraño, imbuido de esa paz que sólo puede encontrarse en los lugares antaño concurridos y hoy abandonados. Un rincón recogido, encerrado entre altas paredes, y en el que sólo el paso fugaz de algún que otro coche por la carretera nueva interrumpe la música del oleaje. ¡Qué gran final tendría el descenso si, después de tres kilómetros, recorriera doscientos metros más y acabara en el mar!


Natxo, recogiendo su material sobre el puente de la vieja carretera

el retorno por la antigua carretera proporciona vistas del Atlántico de gran belleza

Como anécdota, decir que para el descenso es necesario disponer de dos vehículos, y ahí es donde nosotros tuvimos algún que otro problema. Sólo nos quedaba un coche, de manera que el día anterior acordamos con la organización del meeting que ellos, como en otras ocasiones, nos llevarían en furgoneta hasta el punto de acceso. Sin embargo, a la hora convenida no se presentó nadie a buscarnos, ni conseguimos contactar con ellos: la fiesta del encuentro de la noche anterior, sin duda, había causado estragos... Contrariados, subimos con nuestro coche hasta el inicio de la aproximación y decidimos buscarnos la vida a la salida. Siete horas después, una vez fuera del descenso, intentamos contactar de nuevo con idéntico y negativo resultado. Tampoco teníamos llamadas perdidas, ni nos esperaba nadie. Total, que acabamos dándonos un paseo por la costa y volvimos a pie hasta São Vicente, donde buscamos un taxi para poder subir  a la carretera de Ginjas a recuperar nuestro coche... El tema tiene su miga, pero como decía aquel, "esa es otra historia y debe ser contada en otra ocasión".


Datos de interés

Fecha del descenso: 11 de junio de 2017

Dificultad:  v4 a3 V

Acceso desde: São Vicente (Madeira, Portugal)

Combinación de coches: Sí

Aproximación: Desde la población de São Vicente, bajaremos a la costa y tomaremos la carretera VE2 en dirección a Seixal y Porto Moniz. A  poca distancia, justo a la entrada del túnel Agua d'Alto, veremos un espacio para aparcar a la izquierda -ojo, línea contínua-. Dejaremos aquí un primer vehículo, y con el segundo volveremos a São Vicente y tomaremos la carretera que parte hacia Ginjas. Ascenderemos por ella hasta encontrar, en una fuerte curva a la izquierda, el nacimiento de una pista de tierra y un cartel con la indicación "Levada do Rodrigues 200 m". Dejaremos el coche aquí, ascenderemos a pie por la pista y en unos minutos alcanzaremos la levada mencionada. La seguiremos hacia la derecha de la pista, cruzaremos tres túneles y al inicio del cuarto veremos la reunión que da acceso al barranco de Passo inferior. La ignoraremos, cruzaremos el cuarto túnel -muy largo- y tras él encontraremos nuestro barranco. Tiempo aproximado, una hora.

Descenso: de 5h 30min a 6h según reseña (nosotros lo bajamos en menos de 4h 30min).

Retorno: Tras las últimas dificultades, avanzaremos por el cauce hasta ver sobre nosotros dos puentes: los de la nueva y la vieja carretera. Por la derecha saldremos al de la vieja carretera ER101, hoy en desuso, y la seguiremos hacia la derecha. En quince minutos llegaremos a la boca del túnel en el que dejamos el primer vehículo. Si como fue nuestro caso, tenéis que volver hasta São Vicente andando (por ejemplo para buscar allí un taxi que os suba al aparcamiento del acceso) tardaréis una media hora.

Rápel más largo: 30 metros (fraccionamiento de una cascada de 40 metros en total).

Material: cuerdas 2 x 35m, neopreno completo según época y criterio.

Observaciones: Necesario frontal para cruzar los túneles de la levada. Barranco regulado, necesario permiso de la dirección de florestas para su descenso.

Lo mejor: barranco largo y completo

Lo peor: tramos intermedios muy resbaladizos y de progresión algo penosa

Valoración personal (de 0 a 4): 2,7

GARGANTA DE ORDISO O ARA SUPERIOR

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Parece que no, pero los años van pasando. Te das cuenta el día en que te plantean bajar un barranco que ya tienes hecho, y compruebas que la última vez que lo hiciste aún no escribías este blog. ¡Y llevo ya diez años colgando mis descensos en Barranquistas!

Pues sí, amigos. Llevaba doce años sin bajar el Ordiso, uno de los grandes clásicos del Pirineo aragonés, cuando a finales de julio los amigos del TEC me plantearon revisitarlo. Hacía tiempo que tenía pendiente volver al valle de Bujaruelo: mi última visita al Ordiso había sido en 2005, y a la garganta de los Navarros, creo que en 2007... así que ya tocaba meterse otra vez en ambos.

El tramo superior del río Ara, también conocido como garganta de Ordiso, es uno de los descensos imprescindibles del Pirineo. Su caudal y su fama de técnico han hecho de él un objetivo codiciado, aunque con el tiempo ha padecido el mismo proceso que muchos otros descensos difíciles: su equipamiento ha ido aumentando hasta eliminar parte de su compromiso. Eso hace que en pleno estiaje sea un descenso bastante asequible y por ello frecuentado: nosotros seguramente éramos el primer grupo del día, pero llevábamos varios más pisándonos los talones.

El recorrido empieza sin calentamiento previo, con un salto  de unos diez metros a una amplia poza. Un tobogán con rebufo y un nuevo salto (o rápel opcional), ya bajo el puente de Burguil, dan color y emoción a este primer tramo del barranco, por lo demás bastante abierto.


salto de entrada al barranco
bajo el puente de Burguil podemos saltar de nuevo


el salto del Dado
 A continuación toca caminar y sortear bloques en un tramo sin interés de unos trescientos metros, preludio de una zona estrecha en la que encontraremos el paso más característico y fotografiado del barranco: el salto del Dado, un gran bloque encajado entre las paredes de la garganta que forma una cascada de unos seis metros. Abajo nos espera un largo y profundo pasillo, y un rebufo que sortearemos saltando lejos de la espuma. Sin duda, un paso muy estético.

Tras él, el cauce se mantiene estrecho durante un tramo en el que forma varios resaltes, y finalmente se abre después de pasar bajo un bloque empotrado a varios metros de altura. Este último paso puede sortearse por el agua, o bien subiendo a lo alto y rapelando desde allí. Según las reseñas también puede saltarse, pero a finales de julio, durante nuestro descenso, había varios troncos cruzados que lo desaconsejaban totalmente.




Esta última zona es una buena muestra de lo que puede hacer el agua cuando baja en crecida, algo que todos sabemos pero no siempre tenemos presente. Antiguamente, al final del pasillo había una cascada de unos diez metros de altura. Sin embargo, en octubre de 2005 una brutal crecida limpió el cauce: las mediciones de la estación de aforo de Boltaña pasaron de 7 a 360 m3/s en poco más de veinticuatro horas. La riada se llevó por delante los bloques y sedimentos que habían formado la cascada, aunque uno aguantó el tipo: el boque empotrado que se encontraba en lo más alto y bajo el que hoy puede pasarse tranquilamente.


el bloque empotrado del final del pasillo, en 2017...
...y en verano de 2005, antes de la crecida.



Después de este paso nos quedan un salto y unos pasillos antes de dar por finalizado el descenso.


Datos de interés

Fecha del descenso: 29 de julio de 2017

Dificultad:  v1 a5 II

Acceso desde: Torla (Huesca)

Combinación de coches: No

Aproximación: Desde la población de Torla, saldremos carretera arriba en dirección al Parque Nacional de Ordesa. Al llegar al puente de los Navarros, torceremos a la izquierda y seguiremos la pista de tierra, remontando el valle de Bujaruelo hasta llegar a su final. Aparcaremos el coche junto al refugio y el camping, y ya a pie seguiremos pista arriba, manteniéndonos en la derecha orográfica del río. llegaremos al puente de Oncins, final de nuestro descenso, y lo cruzaremos. Acto seguido tomaremos  una senda que sale por la izquierda, ascenderemos por ella y más adelante saldremos de nuevo a la pista. Al llegar a la altura de una cascada que aparece por nuestra derecha -el salto del Pich- bajaremos al cauce, nos prepararemos e iniciaremos el descenso. Tiempo aproximado, unos cuarenta y cinco minutos.

de vuelta a San Nicolás de Bujaruelo
Descenso: Unas tres horas, según grupo y caudal.

Retorno: La garganta final nos conduce directamente al puente de Oncins, que cruzamos durante la aproximación. Después de pasar por debajo, sólo tenemos que salir del cauce y desandar el camino hasta el aparcamiento. Tiempo, unos veinte minutos.

Rápel más largo: 10 metros.

Material: cuerdas 1 x 20m, neopreno completo.

Observaciones: Valorar el caudal de este descenso desde casa es relativamente sencillo. Para ello, deben consultarse las mediciones de la estación de aforo del río Ara a su paso por Boltaña (ver). Normalmente se considera que el descenso lleva un caudal alto cuando anda sobre los 7 m3/s, y se ha bajado con 10 m3/s, un caudal sin duda muy elevado. El día de nuestro descenso el caudal era de 2'7 m3/s, bajo para lo que es habitual y con escasos y débiles movimientos de aguas vivas. 

Lo mejor: descenso clásico, bueno para iniciarse en las aguas vivas si se afronta con caudal moderado

Lo peor: algún que otro tramo abierto de escaso interés

Valoración personal (de 0 a 4): 2,9

GOUFFRE D'ENFER

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La gouffre d'Enfer está considerado como el barranco más completo y difícil del Pirineo. Cualquier barranquista que busque algo más que pasar un rato divertido, que disfrute afrontando retos, ha de plantearse su descenso tarde o temprano.

En mi caso transcurrió un tiempo entre el momento en que empecé a darle vueltas a su topo y el día en que acabé entrando en él. Eso pasó hace ya unos años. Y como me ha pasado con muchos otros descensos de envergadura, una vez conseguido... caso cerrado y archivado. Hay determinadas actividades que se afrontan como un problema matemático, que te hacen pensar, estudiar, calcular... Que suponen un esfuerzo y con los que disfrutas cuando por fin los resuelves. Sólo hay una pega: esas sensaciones solo se pueden vivir una vez. La segunda, cuando ya sabes la respuesta, no tiene gracia.

Aún así, por suerte la memoria es frágil... y llega un momento en el que ha pasado el tiempo suficiente como para volver a ponerte delante de uno de esos viejos problemas. En mi caso, la oportunidad de revisitar la gouffre se presentó a propuesta de los amigos del TEC, y llegó en el momento oportuno. Iba siendo hora de volver al fondo del valle de Lys -un fondo de valle, por cierto, muy distinto desde las crecidas de 2012 o 2013-. Iba siendo hora de recorrer de nuevo el sendero zigzagueante que conduce a la cabane des crabioules. Iba siendo hora, en definitiva, de volver al agujero del infierno y verlo con siete años más de experiencia a mis espaldas.


Primer tramo

El descenso de la Gouffre d'Enfer tiene el gran aliciente de ir de menos a más, cosa que acostumbra a dejar siempre un gran sabor de boca. En efecto, el primero de los tres tramos es el más sencillo de todos, pero ojo: eso  no significa que sea malo. Al contrario, el descenso ya empieza con intensidad, y con multitud de rápeles encadenados que dan trabajo constante. 

recepción del primer rápel: empezamos bien
dos rápeles encadenados en el estrecho inicial


ambiente alpino pero bien excavado
cascada amplia en una zona más abierta


un último estrechamiento antes del primer descanso

El paso más característico de este primer tramo es posiblemente una cascada en ese, de gran tamaño, situada en una zona más abierta a principios del tramo. El paso se supera fraccionándolo en tres rápeles de hasta 21 metros, con pasamanos inicial y cruce de vena incluídos. No es el paso más estético, pero sí se diferencia del resto en esta parte del barranco. 


Al final de la primera parte encontraremos el puente y el mirador sobre la cascada de la gouffre d'Enfer: momento de hacer un breve descanso y valorar como nos está yendo. Si lo hemos pasado mal antes de llegar aquí, estamos a tiempo de dejarlo.









Segundo tramo

Xavimu, en la segunda fracción de la gouffre d'Enfer
Bajo el puente, un rápel corto nos deja ante la gouffre d'Enfer, la cascada que da nombre al descenso: sesenta metros de caída, fraccionada en tres rápeles, que da lugar a un inicio potente del tramo. Los rápeles evitan el caudal en lo posible, pero abajo nos espera el pasillo del viento, con una recepción movida en función del caudal y en que las esperas se pueden hacer muy largas por culpa de las frías corrientes de viento que lo azotan. Y la intensidad no se acaba aquí: tras ese pasillo montaremos un pasamanos y afrontaremos la cascada del tubo, uno de esos problemas emocionantes de resolver.


Algo más abajo, un pasamanos de ocho metros y un último rápel, de veintiuno, finiquitan este intenso tramo. De nuevo, un puente marca con claridad la separación entre tramos y ofrece la posibilidad de abandonar o de tomar aire antes de continuar.





llegando al pasillo del viento

Xixo, a punto de adentrarse en la cascada del tubo



Tercer tramo

saltando antes de llegar al punto crítico del descenso
Y ya estamos en los últimos compases del barranco, que no serán fáciles. Unos primeros rápeles, alguno de ellos saltable, nos devuelven al fondo del barranco, y allí nos espera uno de los pasos más míticos de los barrancos del Pirineo: el rappel guidé pyrénéen (los franceses, siempre tan solemnes), también conocido como pasamanos de los inhumanos (nosotros, siempre tan informales). Se trata de un pasamanos a equipar de veintiseis metros de largo, con doce puntos intermedios, que nos servirá de ayuda para superar, mediante un rápel guiado, la estrecha y peligrosa cascada que se abre aquí bajo nuestros pies. Me consta que este paso se ha superado por dentro, sin utilizar el pasamanos, pero aquellos que lo han hecho y con los que he podido hablar no están dispuestos a repetirlo. La fuerza de la columna de agua que se debe soportar, la estrechez interior de la fisura y la existencia de bloques empotrados hacen que el peligro de bloqueo sea real y fatal.

Antes de afrontar el pasamanos, es necesario tener claro cómo vamos a montarlo y desmontarlo.


Xavimu, en pleno montaje del pasamanos
el pasamanos evita un jaleo bastante importante

bonito rápel de salida la cascada del pasamanos
la cascade de l'Enfer, última prueba a superar


Desde el final del pasamanos haremos un bonito rápel de poco más de veinte metros y alcanzaremos su recepción. Lo más difícil ya está superado, pero aún queda una prueba más: la cascade de l'Enfer, de cincuenta y cinco metros de alto. Puede fraccionarse -así lo hice la vez anterior-, pero en esta ocasión la bajamos de una sola vez, cosa que requiere cruzar el caño con decisión. Sí se puede.

Una vez abajo, ahora sí: ya lo tenemos. Nos hemos apuntado, o acabamos de repetir, quizá el mejor barranco del Pirineo, y uno de los mejores descensos de Europa.




Datos de interés

Fecha del descenso: 27 de agosto de 2017

Dificultad: v6 a6 IV

Acceso desde: Saint-Mamet (Alto Garona, Francia)

Combinación de coches: no

Aproximación: Desde Vielha, en territorio nacional, saldremos por la carretera N-230 en dirección a Bossòst, y llegando a esta última, en una rotonda, nos desviaremos por la ctra. N-141 en dirección a Luchon (Francia). Superaremos el puerto del Portillon y entraremos en territorio francés. Llegaremos a Saint Mamet por la carretera D-618a, y continuaremos por ella hasta encontrar las indicaciones a Superbagnères - Vallée du Lys, que seguiremos (Ctra. D-125). Más adelante, siguiendo las indicaciones anteriores, nos desviaremos a la derecha por la D-46. Finalmente, en un cruce, ignoraremos a la derecha la carretera que lleva a las pistas de esquí de Superbagnères y seguiremos recto. A dos kilómetros, encontraremos un restaurante y un gran aparcamiento, donde tendremos que dejar el coche. Cogeremos nuestras mochilas y continuaremos a pie por la pista que sale al fondo, en dirección a la central eléctrica de Enfer. Al llegar a ella podremos admirar las dos últimas cascadas del descenso, y evaluar el caudal. Tras ello, por la derecha tomaremos el sendero balizado con el número 43. Éste asciende sin pérdida, trazando zig-zags a través del bosque y cruzando el cauce varias veces. En aproximadamente 1h 20 minutos estaremos en el inicio de la Gouffre d'Enfer. Alternativamente, puede continuarse hasta el inicio de la Ru d'Enfer, la parte más abierta y menos interesante del río, y realizar el descenso integral.

Descenso: Aproximadamente ocho horas para los tres tramos.

Retorno: Sencillo y sin complicaciones, ya que desde las últimas cascadas casi podemos ver nuestro coche. Tras el último rápel, saldremos del cauce por la izquierda y tomaremos el sendero que nos devolverá al aparcamiento y al restaurante en menos de diez minutos.

Rápel más largo: 35 metros.

Material: cuerdas 2 x 40m, neopreno completo, suficientes mosquetones para el rappel guidé pyrénéen.

Observaciones: El caudal debe valorarse bien antes de entrar. Para ello debe observarse la cascada final desde el final del sendero, y comprobar si el tronco empotrado en la cabecera del rápel está a la vista (ver). 

Lo mejor: enorme descenso, largo, completo, técnico y deportivo. Lo tiene todo.

Lo peor: no tiene oscuros (por decir algo, ya sería el colmo)

Valoración personal (de 0 a 4): 3,8


BARRANCO DE SALENQUES

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Cuando en 2015 abrimos el barranco de Salenques salí con la sensación de que, a diferencia de otras veces, habíamos descubierto un descenso potente y realmente interesante. Sin embargo, es difícil valorar un barranco que has abierto tú. Primero, por culpa del elemento subjetivo. Ya sabéis, tus hijos siempre son los más guapos. Y segundo, porque no es lo mismo abrir un barranco, con las interrupciones y el tiempo que se pasa taladrando, comprobando, reseñando, etc., que bajarlo, encadenando dificultades de forma dinámica. Por eso, para valorar mejor el barranco necesitaba dos cosas: repetirlo deportivamente, y que mis amigos lo bajaran y opinaran.

A principios de agosto, Frank planteó al resto de amigos hacer su escapada mensual a la Ribagorza para liquidar una de sus cuentas pendientes, el Llauset superior, y de paso bajar también el Salenques. ¡Perfecto! Ahí tenía mi oportunidad de repetir el descenso, de llevar a mis amigos y ¡ah!, también de hacer algún que otro arreglillo.

El barranco ya está descrito y reseñado en detalle en esta otra entrada, y sobre todo en la guía Cañones y barrancos de la Ribagorza, así que no me extenderé. Sí diré que sin darme cuenta y sin pretenderlo lo bajamos casi dos años exactos después del primer intento, y que a pesar de coincidir en las fechas, el caudal era notablemente menor. 2017 ha sido un año muy seco.

admirando los Besiberris durante la aproximación


Después de una hora aproximada de acceso a pie, entramos en el río y afrontamos los resaltes previos al primer rápel. El recorrido no es demasiado limpio, pero el tramo es corto y enseguida se llega a la primera instalación. La vista desde arriba es impresionante, el agua ruge y la espuma lo invade todo. La poza de recepción no se ve, pero sí se intuye el pasillo de salida, igualmente blanco y tumultuoso.

resaltes y troncos en el inicio del descenso

Carrasco bajando el primer rápel
Frank superando el pasillo

Tras el primer rápel, debe salirse del agua por la derecha pasando bajo el tronco empotrado, y acceder a una repisa que, por decirlo así, dobla la esquina. La reunión del segundo rápel está al final de la misma, más baja y expuesta, es cierto. Aquí algunos echarán de menos un pasamanos de acceso, pero ni yo ni el resto de los aperturistas lo hemos necesitado nunca: la roca agarra más de lo que parece y hay buenas presas para las manos.

Oscar en la cabecera del corto tercer rápel
Carrasco en la goulotte, esta vez por la derecha

Superado el pasillo, se llega a la goulotte que en su día equipamos por la izquierda siguiendo una línea muy delicada y expuesta que, desde abajo, estaba claro que no era la mejor. Por eso decidimos aprovechar el descenso para hacer reformas, aunque tenía indicios de que alguien ya se nos había adelantado. Y efectivamente, la línea ya estaba abierta... así, hoy el estrecho puede superarse directamente desde la reunión superior, mediante un rápel de aproximadamente 25 metros -apoyada en un desviador en un arbusto- que baja en diagonal hasta una repisa. Desde ella hay un salto limpio a la poza o, alternativamente, un nuevo rápel desde un árbol situado unos metros más arriba. Esta nueva línea es más segura que la original, aunque si el caudal es lo suficientemente bajo puede rapelarse directamente por dentro desde la reunión de la poza intermedia (línea izquierda).


Frank, bajando el estrecho por la derecha orográfica...
...para luego saltar limpiamente desde la repisa

zona abierta de resaltes tras el estrecho

Después de la goulotte o estrecho, el descenso se abre y se superan algunos resaltes y bloques de menor interés. Aquí se progresa por donde mejor se puede, hasta llegar a un pequeño caos con un gran bloque en el centro. Por su derecha toca hacer un pequeño rápel, y tras él se alcanza enseguida la última y más agitada cascada del descenso. La pared izquierda del cauce ya ha perdido aquí toda su altura, y el camino de aproximación está a pocos metros de donde nos encontramos. Eso facilita el acceso, pero también que los amigos de lo ajeno se acerquen a la última reunión y se la lleven. Esta se encuentra en una posición baja, en un árbol sobre la esquina izquierda del salto de agua. No es demasiado visible, pero por lo visto no está suficientemente escondida: alguien se la había llevado y tuvimos que reponerla. Aún así, en caso de necesidad podríamos rapelar directamente desde el tronco.




el último rápel, el más agitado de todos aunque el menos comprometido: es evitable

El último rápel va por fuera del agua y finaliza sobre unas rocas, por lo que no da ningún problema. La poza, sin embargo, tiene una fuerte línea de cizalla que debemos cruzar en perpendicular. ¡Una buena forma de acabar el descenso!

el rápel, visto desde abajo
la poza final, el último escollo superar

Unas fotos de grupo, un baño en la poza y abandonamos el cauce allí mismo, saliendo por la izquierda al camino. Sin duda es la mejor opción, porque los resaltes que quedan ya no tienen interés. ¡Para qué estropearlo!

Misión cumplida, barranco repetido y casi puede decirse que finiquitado, aunque las reuniones son mejorables (no olvidéis que son monopuntos). Seguro que volveré varias veces. Merece mucho la pena.

¿Qué opinaron mis amigos? Podeis verlo en el blog de titofrank canyoning.


Fotos: Oscar González, Xavi Guerrero

ABRIENDO EL BARRANCO DE RIUEÑO

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Los Besiberris al este, el macizo de la Maladeta al oeste y la muralla del puerto de Vielha al norte. La cabecera del río Noguera Ribagorzana está flanqueada por picos que se acercan o superan los tres mil metros, que acumulan grandes cantidades de nieve en invierno y que alimentan generosamente el embalse de Baserca con el deshielo de la primavera. Los grandes desniveles y los caudales abundantes, pues, son una constante en esta zona. Sin embargo, y curiosamente, hasta hace cuatro días no había ningún barranco deportivo abierto allí: todos los descensos conocidos en el Alto Noguera Ribagorzana se encontraban del embalse para abajo.

Puede que las características del terreno no prometan, es cierto, pero a pesar de todo había algunos cauces que merecía la pena explorar. Así se abrió primero el barranco de Lac Redon y posteriormente el Salenques, aunque uno no siempre triunfa: otros torrentes, como el Fenerui, resultaron no tener absolutamente ningún interés.

el embalse de Baserca y, al fondo, el valle de Conangles
Así llegamos al Riueño, un barranco que vierte sus aguas justo enfrente de aquel último, a la derecha orográfica del Noguera Ribagorzana y a poca distancia de la cabecera del embalse de Baserca. Algún que otro barranquista local lo había descartado, pero siempre es bueno contar con otro par de ojos. Oscar, que interpreta como nadie las curvas de nivel y es de esos que saben apreciar el placer de explorar algo nuevo, vio posibilidades en un tramo concreto. No hizo falta decir mucho más para planificar un fin de semana completo de barranquismo en la Ribagorza. Un sábado de agosto, en compañía de Frank y Carrasco, bajamos el Salenques y el Llauset superior. Al día siguiente, domingo, y con el neopreno aún húmedo de la jornada anterior, Oscar y yo cargamos con los trastos necesarios y nos dispusimos a abrir un nuevo descenso mano a mano.

Y oye, no salió mal: una vez acabado el tramo con interés deportivo, habíamos equipado un total de nueve rápeles de hasta cuarenta metros. La roca estaba algo rota y el cauce no formaba paredes pulidas, es cierto. Pero se cerraba lo suficiente y formaba cascadas verticales de hasta veintidós metros, además de otra tumbada de setenta, que se sucedían de forma contínua y mantenían el interés de principio a fin. Si a todo esto le sumamos que los tiempos de acceso, descenso y retorno resultaron asequibles y equilibrados, y que mantenía un caudal suficiente incluso durante el estiaje de un año tan seco como este, el reultado fue un descenso perfecto para redondear una jornada barranquista en combinación con cualquiera de sus vecinos. O para salvar jornadas futuras cuando estos vayan pasados.

El caso es que, al ir avanzando sin saber cuánto nos quedaba por delante, fuimos racionando los parabolts y las chapas y procurando ir rápido. Por ello, y aunque finalizamos el descenso, algunas reuniones quedaron demasiado precarias o peor situadas de lo que nos hubiera gustado. Así, quedaba pendiente volver a él para finalizar su equipamiento.

la aproximación, en unas condiciones interesantes
Podríamos haberlo hecho un par de semanas después, pero ¿para qué hacerlo tan fácil? Lo fuimos atrasando y acabamos yendo después de las primeras nevadas, un frío y ventoso sábado de noviembre. Siendo positivos, de esta manera el segundo descenso del Riueño se convirtió en el primero invernal, y nos lo anotamos en compañía de los amigos del TEC, que se apuntan a un bombardeo y más si está helado.

El aparcamiento está a pie de embalse, a más de mil cuatrocientos metros de altitud, así que a los diez minutos de empezar la aproximación ya estábamos pisando nieve. En menos de una hora abandonamos el sendero y bajamos al cauce, ya visible. En ese punto no promete mucho, pero aguas abajo, en un centenar de metros, el río empieza a hundirse  en el terreno y forma las primeras dificultades.

El primer resalte, de unos siete metros, lo destrepamos sin dificultades en agosto. Con nieve y la roca helada, este segundo descenso montamos un pequeño rápel en un árbol, que los que vengan detrás, en condiciones normales, podrán evitar.

el primer rápel puede destreparse por la derecha en condiciones normales, pero la nieve y el hielo reclaman prudencia

R2, de 12 metros de altura, y su tronco

De inmediato llegamos al segundo rápel del descenso, el primero real, que se desciende desde una reunión equipada en un árbol. En medio nos espera un tronco, primer aviso de lo que a partir de aquí será una constante: la presencia de troncos y árboles caídos a lo largo de todo el descenso. Abunda la madera, sí, pero no llega a generar obstáculos de entidad.


Pasado este rápel, el cauce sigue una fisura en el estrato rocoso y avanza formando toboganes y resaltes. Tras un rápel en la zona más estrecha, superamos varios resaltes destrepando sin problemas, por el agua o por fuera, hasta unos troncos y un resalte algo más vertical, equipado para un pequeño rápel de cinco metros. Después, la fisura se estrecha y finaliza con un último escalón, de unos tres metros, tras el que ya se intuye una zona más vertical, más amplia y con buenas vistas de las montañas del otro lado del valle.



bajando R3 con la ayuda de la cuerda
el final del pasillo crea un bonito paso de tonos rojizos

Un rápel de diez metros volvió a dejarnos en la salida de lo que se intuye como una cascada de cierta longitud. La roca no es demasiado buena, de manera que en agosto pusimos un parabolt a bastante baja altura y nos descolgamos hacia lo desconocido, que resultó ser una salto de agua de veintidós metros.


un bello entorno alpino rodea nuestro descenso
salida del rápel de 22 metros, sin final a la vista


Xavimu, al pie de la cascada de 22 m
En este segundo descenso mejoramos la reunión, inicialmente monopunto, con un segundo parabolt y su correspondiente chapa con anilla, y afrontamos el remojón con mayor tranquilidad.

El barranco hace aquí un giro en ese. Superamos unos resaltes y unos troncos, un pequeño rápel de ocho metros y un nuevo resalte, y nos plantamos ante la recta final del descenso. El terreno circundante se abre, salimos al bosque y a nuestra derecha se intuye el cauce de un afluente, que baja desde el tossal de l'Home (2431m). Por delante tenemos una larga rampa, de la que un cambio de  inclinación nos oculta el final... aunque el gran desnivel hasta el fondo se hace evidente. En nuestro primer descenso, aquí montamos un rápel de cuarenta metros y fuimos a buscar un árbol a la orilla izquierda, desde el que nos descolgamos hasta el fondo: un cruce y una línea de rápeles que a toro pasado no nos pareció la mejor opción, y que decidimos variar. Así, en nuestro repaso de noviembre equipamos el segundo rápel de la cascada dentro del cauce, mediante dos parabolts en la visera rocosa que ya se ve desde la reunión superior. Una línea más interesante, pura y divertida que pasa a ser la definitiva.


añadiendo un segundo parabolt en la reunión de salida de la cascada tumbada

segunda fracción de la cascada tumbada, ahora ya más vertical, de treinta metros

R9 30m, visto desde abajo

Una vez abajo, las aguas de nuestro barranco se unen a las del afluente que adivinábamos desde arriba. Este llega mediante un paso estrecho e incluso parece aportar más agua que nuestro río. En consecuencia, el caudal se dobla al llegar aquí, aunque por desgracia ya no queda mucho por descender: el pasillo pulido de pequeñas bañeras que se abre a nuestros pies será la última dificultad a afrontar. Para ello dejamos montado un último rápel en la orilla izquierda, consistente en un parabolt con chapa y anilla, y liquidamos el pasillo y su salto final, de apenas tres o cuatro metros.


Después de este último paso recogimos las cuerdas, pero no nos quitamos el neopreno. Nos esperaban aún unos ciento cincuenta metros de resaltes y cauce sin interés, atravesando un terreno cada vez más abierto, hasta llegar al camino de salida que nos devolvió a los coches.

Misión cumplida: un nuevo barranco abierto en la Ribagorza.


bajando el pasillo final, apurando los últimos metros de nuestro descenso



Ficha técnica

Nombre: Barranco de Riueño o de la Font Blanca (IGN); barranco de Riueno (ICGC)
Dificultad: v4 a3 III 
Provincia: Huesca
Zona: Valle del Noguera Ribagorzana. Parque Natural Posets-Maladeta. Municipio de Montanuy
Cuenca hidrográfica: Noguera Ribagorzana
Población más cercana: Aneto (Huesca)
Mapas: IGN MTN 1:25.000, hoja 180-4 Barruera; ICC el Pont de Suert 1:25 000
Altura en inicio: 1740 m
Altura en final: 1477 m
Desnivel: 260 m
Longitud: 600 m 
Roca: calizas y pizarras
Tipo de cañón: barranco alpino con alternancia de zonas encajadas y abiertas


situación general del descenso, muy cerca del muro del embalse y al sur del barranco de Salenques



Acceso desde: Aneto (Huesca)

Combinación de coches: no

Aproximación: Desde Vilaller (Alta Ribagorça, Lérida) o desde Aneto, unos kilómetros más arriba, tomaremos la carretera N-230 en dirección a la Val d'Aran y llegando a la altura de la presa de Baserca cruzaremos tres túneles. A la salida del tercero de ellos, el túnel del Fogá, reduciremos la velocidad y prestaremos atención: a trescientos metros y a la derecha, por un hueco entre las vallas quitamiedos, saldremos de la carretera y entraremos en un amplio aparcamiento casi a la orilla del pantano. Dejaremos aquí el coche, cruzaremos la carretera y a la izquierda, a pocos metros, tomaremos el sendero que asciende en dirección a los ibones de Riueño y Anglios. Siguiendo siempre el sendero balizado ascenderemos fuertemente, trazaremos varias lazadas y finalmente, tras una pequeña bajada, veremos como nuestro camino se interna en el bosque, ahora ya con menor inclinación, para avanzar en paralelo al cauce de nuestro barranco. Cuando el terreno pierda inclinación y veamos el agua a nuestra izquierda, saldremos del sendero y bajaremos al cauce por entre los árboles. Si no lo vemos claro, seguiremos por el camino y al llegar al cauce de un torrente, seco según la época, lo seguiremos de bajada y alcanzaremos nuestro descenso. Una vez en el río, sólo hay que seguir las aguas hasta llegar a las primeras dificultades. Tiempo, de cincuenta minutos a una hora. 

Descenso: Unas dos horas.

Retorno: Tras el último rápel, el barranco se abre y el cauce avanza en forma de sucesión de bloques y resaltes. Seguiremos río abajo durante unos doscientos metros y encontraremos a nuestra derecha un sendero. Por él, nos internaremos en el bosque y en apenas diez o quince minutos llegaremos a la carretera, muy cerca del aparcamiento.

Altura del rápel más largo: 35 m

Material: cuerdas 2x40 m, neopreno completo 

Equipamiento: Bueno, a base de parabolts de 8 mm y naturales. Recomendable llevar cintas o cordinos de repuesto.

Época: Posible todo el año, con precaución en primavera (deshielo) e invierno (nieve y hielo). Recomendable de abril a octubre.

Restricciones: El descenso se encuentra en el interior del Parque Natural de Posets-Maladeta, pero por ahora el barranquismo no está regulado.

Observaciones: Aunque no hay referencias claras, podemos valorar el caudal del barranco desde el puente de la carretera, a la salida del túnel.

Historia: Abierto por Oscar González y Javier Guerrero el 13/08/2017. Equipamiento completado el 11/11/2017 con la colaboración del Team Espeleocanyons (Xavi Muñoz y Xavier Batiste).

Lo mejor: descenso rápido por horarios totales, perfecto complemento de sus vecinos

Lo peor: roca frágil y rota en algunos tramos, las pozas no cubren

Valoración personal (de 0 a 4): 2,6


Fotos: Oscar González, Xavi Guerrero

GAVE DE LA YESE

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Como aquel que dice acabo de llegar de Suiza, del que probablemente será el último descenso de la temporada: las navidades se nos echan encima y no habrá tiempo de mucho más. Además, el cuerpo empieza a pedirle a uno, más que ponerse el neopreno, calzarse los esquíes. Lo que tengo más fresco ahora mismo es el Gries, una actividad de esas que dejan huella, pero antes de entrar en su relato hay otro descenso del que tengo pendiente escribir aquí: el de la gave de la Yese.

una de las mejores reuniones del tramo superior
La Yese es un un mito, un descenso de gran envergadura por horarios, por longitud, por compromiso. Posiblemente es el barranco más largo y físico del sur de Europa. Un montón de horas empleadas en recorrer un barranco alpino, acuático, resbaladizo y mal equipado. Curiosamente, no sé de nadie que lo haya bajado y esté dispuesto a volver... y sin embargo, conserva esa reputación. Al menos entre los barranquistas españoles, porque -otra curiosidad- el descenso no aparece reseñado ni en las guías ni en las webs francesas.

Interesados por la actividad, tan larga, tan salvaje, hace años que Oscar y yo planteamos cruzar el Portalet y bajarlo, quien sabe si mientras apurábamos una cerveza. Luego pasó lo de siempre: que cuando llegaba el momento propicio, o no podía él, o no podía yo. Y como somos gente de palabra, y porque lo importante no es lo que haces sino cómo y con quien lo haces, ninguno de los dos fue a bajarlo sin el otro.

Este verano, por fin, los astros se alinearon y encontramos una fecha, en una época más o menos adecuada, en la que podíamos los dos. Frank se unió a la fiesta y viajamos hasta Etsaut para comprobar si la Yese era, como parecía, uno de los grandes descensos del Pirineo... o si era, como nos temíamos, una soberana paliza. Y el resultado es... que es ambas cosas. 

En efecto, es un gigante: es necesario caminar durante casi cuatro horas, superar un desnivel de mil doscientos metros y alcanzar la cota 1800, ya rodeados de prados alpinos, para llegar al inicio del barranco. Una vez dentro, el descenso se prolonga durante más de cuatro kilómetros y medio. Y para recorrerlos, tendremos por delante una sucesión interminable de más de cincuenta cascadas y resaltes, equipados de forma precaria o, directamente, no equipados, cosa que aunque no sea del agrado del barranquista medio, es algo que añade buena parte del carácter del descenso.

Y también es una paliza. Lo es, porque esos 4'5 kilómetros de descenso están divididos en tres tramos, de los que el primero y el tercero valen la pena pero el segundo, el más largo, es tremendamente pesado. Las entre ocho y doce horas que lleva descender íntegramente el barranco tienen un alto porcentaje de progresión por cauce sin interés, y esa segunda parte, totalmente prescindible, hace que bajarlo no tenga más sentido que unir los tramos superior e inferior y poder decir después que has hecho la integral.

Una vez de vuelta, los tres implicados llegamos a la misma conclusión que todos aquellos que lo habían descendido antes y con los que he podido hablar hasta ahora: el descenso de la gave de la Yese es una gran actividad que me costaría mucho repetir.

Vayamos por partes.


Aproximación


llegando a la cabecera, todavía sin recibir los rayos del sol
Echamos a andar a las seis de la mañana, con la luz de nuestros frontales taladrando la oscuridad. Al disponer de dos coches, pudimos ahorrarnos doscientos metros de desnivel y una hora de las cuatro que puede llegar a tener la aproximación, que no es poco. Aún así, la subida hasta la cabaña de la Yese, larga y constante, nos llevó más de lo previsto, algo más de dos horas y media. En parte, ello fue gracias a que en medio de la oscuridad perdimos la senda, y con ella, un tiempo precioso intentando recuperarla. De la cabaña a la entrada apenas hay otra media hora, pero un café y un trozo de bizcocho casero cortesía de los pastores nos hizo sumar a la aproximación otros treinta minutos más. Aún siendo conscientes del retraso, nos parecía obligado pararnos a compartir un rato de nuestras vidas con una pareja que, durante los meses que pasan en los pastos de altura con su rebaño, pueden estar semanas sin ver a nadie. Sin pretenderlo, son los notarios que llevan el registro estadístico del descenso: nosotros éramos los terceros, y probablemente los últimos, que se adentraban en el barranco en 2017.



Tramo superior

 
inicio del descenso, con grandes vistas
Los primeros rayos de sol aún no habían tocado el suelo que pisábamos cuando entramos al barranco. El descenso se inicia en el paso de Ourtasse, el encajonamiento súbito de un cauce que aguas arriba discurre de forma tranquila rodeado de prados alpinos. Allí empieza un barranco muy esculpido, engorgado, aunque la paredes que encierran el cauce presentan siempre una altura moderada.







estratos esculpidos caprichosamente en el interior del cauce

rápeles de longitud media, en un terreno excavado...
...aunque poco profundo, son la tónica del primer tramo

los cordinos muy envejecidos en puentes de roca, normalmente sin maillón, son el tipo de reunión más habitual


la cascada de 35 m, vista desde abajo



El tramo tiene en general una gran continuidad, con rápeles de poca altura hasta llegar a la cascada de treinta y cinco metros. Esta última y su entorno, tan alpino, me recordó mucho al barranco de Llauset superior, en la Ribagorza aragonesa.



Tras ella debe superarse una sección más abierta y discontínua hasta alcanzar un segundo estrecho, repleto de resaltes y pequeños rápeles, muy bien esculpido y repleto de formas caprichosas. Después, un pasillo y un caos de bloques conducen a terreno abierto y al final del tramo, marcado por el cruce con el sendero de acceso.






resaltes en un pasillo estrecho
pequeños rápeles siempre por el activo


bonita sucesión de pequeñas cascadas y resaltes...
...entre paredes pulidas y bien talladas

 
Esta primera parte nos causó una muy buena impresión. La lluvia de los días previos, que nos permitió disfrutar de ella con un caudal superior al habitual, seguramente también ayudó.




Tramo intermedio

Acabado el primer tramo, comimos algo antes de continuar. Lo íbamos a necesitar... y es que el segundo tramo es muy largo, muy resbaladizo y está plagado de innumerables resaltes, muchos de ellos sin equipar y delicados. Tiene sus pasos bonitos, como veréis en las fotos, pero en general el escenario es menos estético y está peor formado. Sobre gustos no hay nada escrito, pero sinceramente, en mi opinión este tramo tiene un interés más que relativo y su descenso no compensa el esfuerzo.



la roca, resbaladiza, obliga a montar pequeños rápeles...
...que muchas veces entran de lleno en el activo


el cauce no está tan bien tallado en este tramo
las cascadas se muestran rotas e irregulares




Como paso más característico, en la primera mitad del tramo encontraremos un enorme caos de troncos a la salida de un estrecho, testigo de la impresionante fuerza de las crecidas.


Un enorme caos de troncos encierra la poza de recepción. Debe superarse trepando por él y buscando el mejor paso.



el segundo tramo presenta secciones amplias, pero también estrechos como este


...pero no revisten especial dificultad
los rápeles son innumerables...

Al final del tramo, tras una zona más abierta y unos rápeles para evitar diversos bloques, encontraremos un bonito estrecho con dos rápeles seguidos, de siete y veintidós metros, que pueden bajarse del tirón desde arriba. Esto, sin embargo, puede plantearnos problemas de recuperación de cuerdas.

rápel desde lo alto de un gran bloque
rápel final del segundo tramo, ya con poca luz



Tramo inferior

Poco puedo decir sobre el tramo inferior, porque  no lo descendimos. Si ya íbamos mal de horarios al llegar al final del segundo tramo, los problemas para recuperar la cuerda en el último rápel se comieron los pocos minutos de luz que nos quedaban. Sacamos los frontales, alcanzamos el puente bajo el que se inicia el tercer tramo y salimos al camino. Cincuenta minutos más tarde, recuperamos el coche que habíamos dejado en el aparcamiento superior y nos preparamos para emprender el camino de vuelta a casa.

El tramo inferior, pese a tener solo cinco rápeles en sus más de dos kilómetros de recorrido, es también el más complicado por caudal y aparenta ser el más interesante de los tres. Tarde o temprano, con cualquier excusa, volveremos para comprobarlo. Pero sin combinarlo con los tramos superiores.

Como punto de vista complementario al mío, ésto es lo que ha escrito Frank sobre nuestra experiencia.




Datos de interés

Fecha del descenso: 23 de septiembre de 2017

Dificultad: acotación desconocida, terreno de aventura

Acceso desde: Etsaut (Pirineos Occidentales, Francia)

Combinación de coches: posible, no imprescindible. Permite ahorrar una hora de aproximación.

Aproximación: Desde la plaza de Etsaut, sobre el mismo cauce de nuestro barranco, echaremos a andar calle arriba y tras trazar varias lazadas, en una curva a la izquierda tomaremos un sendero balizado con marcas de pintura blancas y amarillas. Ignoraremos el desvío al puente de la Moulette (inicio del tercer tramo) y seguiremos ascendiendo, siguiendo un camino mulero que se mantiene paralelo al cauce por su derecha orográfica. Superaremos los restos de una borda y, ya en terreno abierto, cruzaremos el cauce. En este punto se inicia el segundo tramo. Al otro lado el sendero nos conducirá a la cabaña de la Yese, en la que muy probablemente encontraremos una simpática pareja de pastores, su rebaño y sus perros. Bordeando la cabaña por encima, una estrecha senda nos llevará hasta el embudo en el que se inicia el tramo superior, a 1810 metros de altitud. Tiempo: de 3 a 4 horas.

Si disponemos de dos vehículos, con el segundo tomaremos el chemine de la Yese (pista asfaltada) hasta el final, en el que encontraremos una valla que impide seguir adelante. Aparcaremos en el arcén, cruzaremos la valla, superaremos unas casas y acabaremos uniéndonos al camino principal, poco antes del desvío al puente de la Moulette.

Descenso: De ocho a doce horas, según grupo y caudal.

Retorno: Después del último rápel, seguiremos río abajo hasta dar con un sendero que nos sacará del cauce y nos devolverá al pueblo, ya cercano. Tiempo: 15 minutos.

Si se nos ha hecho tarde y no podemos bajar el tercer tramo, al llegar al puente de la Moulette saldremos del cauce por la derecha y tomaremos el camino que conduce en pocos minutos al cruce que mencionábamos en la aproximación. Desde allí, desandaremos el camino hasta el pueblo o bien hasta nuestro segundo coche.

Rápel más largo: 35 metros.

Material: Cuerdas 2 x 40m, neopreno completo, material de equipamiento variado: en los dos primeros tramos las instalaciones son minimalistas y muchas veces se encuentran en mal estado, por lo que es imprescindible llevar metros de cordino, maillones, martillo y espitador. 

Observaciones: Descenso muy largo y físico, que además exige atención constante.

Lo mejor: Terreno de aventura, ambiente salvaje y solitario.

Lo peor: Tramo intermedio largo y de escaso interés, equipamiento muy precario. Resbaladizo.

Valoración personal (de 0 a 4): 3,2 para el primer tramo, 2,4 para el segundo


Fotos: Oscar González, Frank Fernández, Xavi Guerrero

GRIESSCHLUCHT

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No sé por qué lo hacemos. No es lógico. Ni sensato, ni agradable, ni divertido. No obtenemos beneficio, no es nuestro trabajo, ni nos pagan por ello. Tampoco es fácil, ni seguro. Temblamos de frío, los hierros se congelan, las mochilas no se abren y las cuerdas heladas corren más de lo recomendable. El riesgo se incrementa, el compromiso se eleva y sí, se sufre. Se pelea. Se lucha contra el hielo, contra el caudal, contra la pérdida de temperatura, contra unos dedos que se entumecen, contra unos mosquetones que se bloquean. 

mis mosquetones al inicio del tercer tramo
Y sin embargo lo hacemos. Porque en esos lugares inhóspitos, en esas condiciones extremas, en las fronteras de la hipotermia, en un terreno en el que una vez iniciado el camino la única salida es llegar hasta el final... ahí, junto a nuestros camaradas, nos sentimos más vivos que nunca. Porque esta absurda cruzada nos hace más grandes por dentro, y porque mediante el sufrimiento y la superación de las dificultades alcanzamos la verdadera trascendencia. 

Por todo eso, sin duda, seguiremos haciéndolo. Y por eso, cada final de verano vemos crecer en nuestro interior, cada vez con más fuerza, la misma idea: la de volver, una y otra vez, a las gélidas entrañas de los Alpes suizos. 

En 2017, el objetivo era ambicioso. Uno de los mejores descensos de la zona llevaba varios años escapándosenos. En 2016 lo habíamos rozado con la yema de los dedos: habíamos ido a verlo, el caudal era adecuado, y sin embargo al día siguiente había subido y se había puesto fuera de nuestro alcance. El Griesschlucht. El Gries. 

El viernes 1 de diciembre fuimos aterrizando en el aeropuerto de Ginebra. Diferentes vuelos, diferentes puntos de origen, un mismo objetivo. Recogimos nuestro coche de alquiler y ya de madrugada nos echamos a dormir en Interlaken. La noche fue corta: a las siete ya estábamos en pie, y a las nueve en el aparcamiento de Griesalp, junto a la boca de salida del monstruo. 

llegando al inicio del descenso
Fuera del coche, ocho bajo cero. Hielo y nieve. No es lo que uno espera cuando piensa en ir a hacer barrancos. Subimos a pie por la carretera, completamente pintada de blanco, y echamos un vistazo desde diferentes puntos al tramo final. El agua corría por él rodeada de hielo. Sin embargo, el Gries nos ofrecía un trueque: no hacernos luchar contra un caudal imposible a cambio de someternos a un frío espantoso. Rara vez se puede llegar a un trato con él, así que aceptamos sin dudar. Este averno abre sus puertas durante apenas dos o tres semanas al año, y en ese tiempo impone sus condiciones al que quiera adentrarse en su interior. Esperar que no haya nieve, que el caudal baje un poco más o que haga sol supone echar los dados y, normalmente, perder la oportunidad y esperar a otro año.

Mientras otros montañeros, a nuestro alrededor, se calzaban los esquís, nosotros nos devestimos para ponernos nuestros trajes de goma: la aproximación es corta, de manera que decidimos hacerla ya medio vestidos. Media hora más tarde estábamos en cabecera. 


El descenso 

El Griesschlucht es un cañón esculpido, estrecho y enormemente caudaloso, y se divide en tres tramos claramente diferenciados. El primero concentra las principales dificultades del barranco, es el más largo, el de mayor entidad y también el más difícil. Los dos siguientes, más breves, apenas tienen dos o tres rápeles cada uno. La suma de los tres da un total de catorce o quince rápeles, y para recorrerlos se necesitan de tres a cinco horas. Entre tramo y tramo existe la posibilidad de abandonar fácilmente el descenso volviendo a la retorcida carretera de Griesalp. Puede parecer que el Gries no es para tanto: es relativamente corto, tiene escapes y hacer invernales está de moda. Pero con todos los respetos, esto no es un Furco invernal: es un barranco difícil, en unas condiciones más difíciles aún y que no buscas, sino que te vienen impuestas. 

Entramos al primer tramo descolgándonos desde un árbol y llegamos a la reunión del primer rápel. Los parabolts, desnudos, no tenían chapas, de manera que destrepamos por el hielo y saltamos a la poza. Recibíamos así el primer aviso -entrar aquí sin material de equipar es casi suicida- y mi intención de mantenerme seco el máximo de tiempo se veía hecha añicos en el minuto uno. Tras la poza, encadenamos dos rápeles de una veintena de metros cada uno, con salidas delicadas y muy resbaladizas por el hielo. Esa sería la tónica de todo el descenso.

Nuestro primer rápel en el interior del barranco. Tras saltar a la poza ya no había vuelta atrás.

Un breve receso, más abierto a la luz solar, y llegamos al cuarto rápel del recorrido: la temible cascada en ese. Llegar a la reunión, sobre dos bloques cubiertos de nieve, ya fue delicado. Lanzada la cuerda nos fuimos descolgando uno a uno hasta el fondo. Unos primeros metros volados dieron paso a un canalón en forma de ese en el que se concentraba todo el caudal. Con la roca helada y resbaladiza, no había otra opción que entrar en la vena y recibir de lleno el impacto del agua en el pecho. La reunión que permite fraccionar el paso y quizá evitar el chorro estaba completamente cubierta por el verglás. No puede contarse con ella por sistema. De hecho, no puede contarse por sistema con ninguna reunión en este tipo de barrancos: las brutales crecidas no acostumbran a respetarlas.
 
bajando con cuidado para no resbalar
entrando al activo en la cascada en ese


alcanzando el umbral de salida de los oscuros
Superado este paso nos adentramos en la zona de oscuros. A estas alturas el frío, el agua y el viento había creado una capa de verglás en nuestros cascos: alguno no pudo encender su frontal, y otro ya no consiguió apagarlo más tarde. Yo tuve que golpear el interruptor del mío hasta romper el hielo y poder ponerlo en marcha. Sorteamos con precaución un pequeño caos de troncos helados y tras un par de rápeles cortos alcanzamos la última sala de los oscuros. Es indescriptible la extraña sensación de recogimiento, de paz, que se puede tener en un lugar así, oscuro y cubierto de hielo: no en vano, este tramo es conocido como La Catedral. Montamos un nuevo rápel y los dos primeros se lanzaron hacia la reunión más difícil y expuesta del descenso: la de la cascada conocida como Pochtenfall, la "palpitante caída".

No era fácil, y tardaron lo suyo. Mientras esperábamos en la reunión del rápel anterior, yo miraba a mi compañero. Sin previo aviso, de vez en cuando sus piernas se ponían a temblar descontroladamente, y las mías también. Había que moverse. 

Pochtenfall, la última dificultad del primer tramo
Cuando estuvo preparado el siguiente rápel me descolgué por la cuerda. Rodeando unos carámbanos duros como la roca de la que colgaban, alcancé el labio de salida de la poza. Un par de metros más arriba, al otro lado de un saliente, me esperaba la reunión. Un par de metros más abajo, rugiendo furioso, me aguardaba un sifón de hielo y una caída de veintisiete metros. Sin soltar la cuerda de rápel, me aseguré a la reunión e intenté trepar hasta ella. Resbalé en las paredes heladas y fallé. Apenas notaba la mano derecha, de manera que le di varios golpes contra la pared, como si en lugar de una mano fuera un trozo de madera, y sentí un hormigueo. Parecía funcionar... Hice un nuevo intento de auparme a la reunión, y volví a resbalar. Sin margen de error -me había quedado solo- me liberé de la cuerda de rápel y le indiqué al siguiente que bajara. Entre dos sería más fácil... y sí, lo fue. Solventado el paso, y curiosamente sin sentir frío alguno, bajé el último, recuperamos las cuerdas y pusimos fin al primer tramo. Un termo de té caliente llegó a tiempo para darnos calor y ayudarnos a recuperar fuerzas. 


Después de un breve descanso afrontamos el segundo tramo, un breve estrecho con dos rápeles cortos que deben encadenarse. La entrada estaba cubierta de un grueso manto de nieve, pero su interior volvía a ser un reino de hielo. Tras las dos cascadas, superamos un espectacular pasillo completamente helado y salimos de nuevo a terreno abierto. 

la entrada al tercer tramo, cubierta de nieve
abriendo paso en el hielo
 
en las zonas en calma, el hielo se acumula
en el pasillo, el hielo batido oculta los bloques


sobre el pasillo cae un afluente por la izquierda...
...que congela las paredes y llena la poza de hielo

 
Llegábamos así al inicio del tercer tramo, tan breve como el segundo pero más congelado aún. Durante la aproximación ya habíamos visto que su tercer rápel era imposible: la reunión cuelga de un saliente rocoso, y a su alrededor se había formado un enorme carámbano que la hacía inaccesible. Tocaba buscar alternativas, así que nos pareció que lo mejor sería acceder al fondo de la garganta desde un pequeño mirador, instalando en un árbol. Nos saltábamos así "el Caldero de la Bruja" (Hexenkessel) y la poza colgada, pero el Gries no los había incluído en el trato. 

A estas alturas del descenso las cuerdas estaban prácticamente congeladas y muchos mosquetones o no abrían, o no cerraban por culpa del hielo. Reconozco que me sentí tentado de abandonar aquí: al fin y al cabo sólo quedaba un rápel y un breve pasillo, así que ya estaba hecho. Quería dejar atrás el frío... pero también seguir absorbiendo hasta el último aliento que exhalara aquel monstruo, no abandonar hasta el último segundo, disfrutar hasta el último metro. 

Bajamos nuestro último rápel y superamos los resaltes finales. Tras un umbral de roca, salimos al valle glaciar en el que la bestia se desparrama dócilmente en mil brazos, nos abrazamos llenos de alegría y salimos de nuevo a la carretera. Acababa de grabar en  mi alma cinco horas de pura vida, cinco horas que permanecerán para siempre en mi memoria.

adentrándonos en el tercer tramo mediante un rápel alternativo: el Gries impone sus condiciones

el autor, a punto de sumergirse para superar el sifón que anuncia el final


Datos de interés

Fecha del descenso: 2 de diciembre de 2017

Dificultad: v6 a5 IV

Acceso desde: Kiental (cantón de Berna, Suiza)

Combinación de coches: posible, aunque no merece la pena: el ahorro en tiempo es mínimo. Si hay nieve o hielo en la revirada carretera que sube a Griesalp, la combinación será casi misión imposible (rampas del 28 %).

saliendo de Kiental, con el glaciar del Gamchi al fondo
Aproximación: Desde Reichenbach, tomar la carretera que sube a Kiental y a Griesalp. Pasado Kiental, la carretera cruza un tramo de bosque y sale al valle glaciar del Gamchischlucht. Al llegar al inicio de la fuerte subida a Griesalp, encontraremos un aparcamiento señalizado junto a una casa de madera, apenas a cinco minutos del final del barranco. Dejaremos nuestro vehículo, cargaremos con el equipo y seguiremos a pie, carretera arriba. Cruzaremos el barranco y lo seguiremos de cerca, de manera que podremos echar un vistazo y valorar el caudal con facilidad. Unos veinticinco minutos después, tras unas cuantas curvas, nos desviaremos por una pista que sale hacia la izquierda en dirección a un hotel. Cruzaremos un puente y al otro lado tenderemos hacia la derecha para buscar un lugar desde el que descolgarnos hasta el cauce, ya a poca profundidad. Tiempo, unos 30 minutos.

Descenso: Igual que el caso del Gamchi -que de hecho es su parte superior-, el Gries es un barranco glaciar difícil de encontrar en condiciones. Sin embargo, aquí el problema no es la altitud, sino el agua: el río Gamchi es un gran colector, con una cuenca enorme (30 kilómetros cuadrados), y al llegar a Griesalp el caudal es normalmente inabordable. Sólo cuando una ola de frío paraliza el deshielo del glaciar, el caudal baja lo suficiente como para poder entrar. Si hay suerte y esa ola de frío llega antes de la primera nevada, el barranco puede bajarse limpio de nieve y hielo. Si la nevada llega primero las condiciones del descenso serán, al menos, las que encontramos nosotros. Así pues, el Gries es un descenso duro por temperaturas, por caudal o por las dos cosas. Lo único que alivia esa dificultad es, como ya he explicado más arriba, el tener dos tramos abiertos que permiten el escape.

Esas dificultades, y ese carácter esquivo y hostil, ayudan a hacer de este cañón algo único, magnífico, y su descenso deja un recuerdo imborrable.

Tiempo de descenso, de 2 horas y media a 5 horas según grupo y condiciones.

Retorno: Bajados los últimos resaltes, la garganta se abre por completo y de repente, dejándonos en pleno valle glaciar. A la derecha veremos la pista de acceso, y a menos de cinco minutos encontraremos el aparcamiento.

Rápel más largo: 35 metros

Material: Cuerdas 2 x 40m, combinación de neopreno adecuada para aguas muy frías o condiciones invernales, frontal. Las instalaciones acostubran a ser escasas pero buenas; sin embargo, las crecidas anuales son brutales, por lo que es obligado llevar material de equipamiento.

Observaciones: Sobre la época y otras características de éste y otros barrancos glaciares, consultad esta otra entrada genérica sobre los descensos del Oberland.

Lo mejor: auténtico reto que combina como pocos belleza y dureza.

Lo peor: muy difícil de encontrar con el caudal y las condiciones adecuadas.

Valoración personal (de 0 a 4): 3,9 en las condiciones del descenso.





Fotos: Rubén del Río (blog Xankleteando), David Sánchez, Xavi Guerrero
Vídeo: Josito (visitad su canal en Youtube)


DE VUELTA A LA SERRA DE TRAMUNTANA

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Todavía recuerdo la primera vez que nos planteamos viajar hasta Mallorca para bajar barrancos. Alguien nos aseguró que noviembre o diciembre era el mejor momento para ello, y el caso es que nos lo creímos. Acabamos yendo a mediados de diciembre y el resultado, por tanto, fue el que tenía que ser: vimos nevar, pasamos frío y volvimos a casa con un triste descenso en la saca. Y gracias.

el tajo del torrente de Pareis, impresionante desde la distancia
Tres años después, mejor informado y con más días disponibles, volví a la isla para pasar seis días a mediados de marzo. Esa vez, el plan sí salió como debía y mi compañero y yo volvimos a casa con los deberes hechos. Disfrutamos de buen tiempo, encontramos buenos caudales y pudimos bajar cinco barrancos, entre ellos los imprescindibles Mortitx y Gorg Blau-Sa Fosca. 

El mundo es muy grande y sobran barrancos y lugares por conocer, de manera que pasó mucho tiempo antes de que me planteara volver a Mallorca. ¡Pero todo llega! Y este pasado mes de marzo me escapé cuatro días a la isla con dos amigos. El resultado fue el siguiente:


Barranco de Biniaraix

Después de ocupar la mañana en llegar a la isla, recoger el coche de alquiler e instalarnos, empezamos a entrar en materia dedicándole la tarde a este descenso. Para la ocasión, además, contamos con la compañía de Joaquín y Alicia. ¡Por fin! Después de tanto tiempo hablando por las redes, llegaba el momento de vernos cara a cara.

Es un barranco bonito, con diversas cascadas de toba, técnicamente fácil y rápido de descender. En su día hice de él una descripción algo más extensa, que podéis consultar aquí.


cascadas de toba, una constante en la isla
estrecho en la parte final del Biniaraix




Gorg Blau - Sa Fosca y torrent de Pareis

Al grano. El primer día completo en la isla lo dedicamos a la mejor actividad planteable, al barranco que no sólo es la joya de la corona mallorquina, sino también uno de los descensos mejor valorados de Europa. Y ya que lo hacíamos, había que hacerlo bien: integral. Así pues, entramos por la central de Can Turixant y al llegar al torrent de Pareis lo seguimos cauce abajo hasta llegar al mar.

En Gorg Blau - Sa Fosca encontramos seco el primero y el último tramo, pero aún así el barranco no pierde su magia. Es curioso ver como pozas que superaste nadando hace unos años sin ningún tipo de dificultad se convierten en marmitas trampa que te obligan a rapelar, en un flanqueo delicado, para poder evitarlas.

En cuanto al torrente de Pareis, este gran cañón no tiene más dificultades que las de superar diversos caos de bloques y buscar los pasos para sortear diversas pozas, normalmente evitables. El interés del torrente no es deportivo, sino paisajístico: el final en la cala de Sa Calobra es digno de recuerdo.

Para más detalles del barranco podéis visitar esta entrada que escribí en mi viaje anterior, y ver el vídeo con las imágenes de esta última vez:






Torrent Fondo o de Mortitx

Después de la gran estrella, el Gorg Blau - Sa Fosca, tocaba asegurar la segunda gran joya de Mallorca: el Mortitx. El barranco en sí es corto, pero lo que lo hace grande es la actividad en su conjunto. Una hora larga de aproximación atravesando los característicos prados de carrizo; un descenso muy bien esculpido, con caudal bajo o nulo pero muy bellos rincones y cascadas; un gran final, directo al mar; y un vertiginoso retorno, escapando del cañón por las paredes del acantilado y atravesando un intrincado campo de lapiaz. Todo eso lo convierte en un descenso único.

Zambullirse en el mar antes de emprender el retorno se ha convertido en algo tradicional. En nuestro caso, olas de diez metros sacudían las paredes y el último rápel, así que decidimos morir otro día.


el descenso está trufado de pequeños saltos
uno de los pasos más estéticos del barranco
 
Una vez más, si queréis detalles sobre acceso, descenso y retorno podéis buscar aquí. A modo de actualización, diré que en nuestro descenso del mes pasado no encontramos ninguna cuerda fija, y que rebajamos los tiempos de acceso y retorno que doy ahí en 15-30 minutos.




Barranco de Na Mora

Para el último día en la isla reservamos la tercera joya de la isla. Esta, además, tenía el valor añadido de que ninguno de los tres del grupo lo habíamos descendido nunca. Por ese motivo, el descenso se merece una reseña a parte, que más adelante encontraréis en este blog. Por ahora sólo os diré que estamos, otra vez, ante un barranco diferente. Es un descenso progresivo, que va a más conforme se avanza, y aunque acaba en el mar lo hace de forma discreta, mediante un estrecho pasillo. Sin embargo, lo que lo hace diferente es el retorno: salir del barranco exige volver atrás sobre nuestros pasos, remontando todos y cada uno de los rápeles instalados. Sí, vale, en teoría hay otras formas de salir. En teoría...

Lo dicho: la entrada específica sobre este descenso, próximamente.


pasillos, salas, bloques empotrados...
... y juegos de luces y colores en el Na Mora




Sobre Mallorca

Escribir una entrada explicando cómo viajar a Mallorca, qué descender y demás puede sonar algo pretencioso. ¿Quién no ha estado ya en la isla? Además, hay información de sobras por todas partes: al fin y al cabo, estamos hablando de un destino barranquista de sobras conocido, y en nuestro país... Pero ya que de un tiempo a esta parte barranquistas ha adoptado esta dinámica, ¿por qué no?

Esta es mi opinión al respecto y cuatro humildes consejos.



¿Cómo llegar y moverse por la isla?

La isla está bien conectada con la península tanto por mar como por aire. Es posible llegar en ferry desde Barcelona, Valencia o Denia. Sin embargo, embarcar con nuestro vehículo suele ser más caro que volar hasta Palma y alquilar un coche allí, por lo que el ahorro económico, sumado a la rapidez del avión (el vuelo Barcelona-Palma de Mallorca dura cuarenta minutos, contra las siete horas y media o más que tarda el ferry) hacen más recomendable optar por el transporte aéreo. Muy probablemente, embarcar nuestro coche en el ferry sólo nos compensará si pensamos estar muchos días en la isla.

mapa de Mallorca, con la ubicación de los servicios indispensables y los descensos habituales


¿Qué descender?

La isla es pequeña y los barrancos muchos, pero siendo sinceros, los descensos mejor valorados y probablemente más interesantes son los que brevemente he descrito arriba: Gorg Blau-Sa Fosca, Mortitx, Na Mora y Biniaraix, por este orden. A ellos se les acostumbra a sumar el Coanegra, un breve y agradable descenso perfecto para aprovechar media jornada; y el Lli, del que poco puedo decir al no haberlo descendido. En mis visitas a la isla he bajado otros como el Comafreda, un descenso que me pareció bastante irregular y del que solo se salvaba el encajamiento final.

foto para el recuerdo en Sa Calobra, gran final del Sa Fosca
La mayoría de los descensos, si no todos, se encuentran dentro del Paraje Natural de la Serra de Tramuntana o de otros espacios protegidos. Por ello, antes de bajarlos debéis pedir autorización a la Dirección General de Espacios Naturales del gobierno balear. Hay que rellenar una solicitud, una declaración de buenas prácticas e incluso una memoria de la actividad, y enviarla por correo electrónico. Es algo farragoso, sí, pero la regulación es el mal menor y la mejor alternativa a lo más fácil para la administración: la prohibición total. Si os estáis preguntando si es necesario, y si alguien lo controla, os diré que el día del Mortitx nos encontramos a los agentes de medio ambiente pidiendo documentación y permisos a todo el que entraba a la zona.

La información sobre las actividades permitidas en los espacios naturales baleares la encontraréis aquí, y cómo tramitar las autorizaciones, aquí. ¡Ah! Después de enviar la solicitud, imprimidla y llevadla encima. Por si no os responden a tiempo... 



¿Dónde dormir?

Mallorca es un destino turístico de primer orden, pero destinado a un público que mayoritariamente busca sol y playa. En consecuencia, el grueso de la oferta en cuanto a alojamientos se concentra en la costa y los núcleos urbanos. Los barrancos se concentran al norte, en la sierra de Tramuntana, y recorrer cada día las tortuosas carreteras que ascienden hacia la sierra puede ser algo tedioso. La pega es que en plena sierra no vamos a encontrar demasiados alojamientos... Mis primeros viajes a Mallorca opté por alojarme en el Santuario de Lluc, estratégicamente situado a pocos kilómetros de Gorg Blau-Sa Fosca o de Mortitx, y bien comunicado con el resto. ¿Pegas? Algo caro, horarios estrictos y lejos de todo una vez sales del barranco. Por eso, esta vez decidimos cambiar y buscar alojamiento en Inca vía Airbnb. Desde esta población del centro de la isla, las distancias hasta cualquier descenso son aceptables y podremos disponer de todos los servicios. Recomendable.


¿Cuándo ir?

Los barrancos de la isla tienen un caudal básicamente torrencial, por lo que lo recomendable es visitarlos justo después de lluvias. El mes de marzo y principios de abril suele ser el mejor momento, con unas temperaturas suaves y agua corriente gracias a las lluvias de primavera. Lo ideal es seguir la evolución de la meteorología y, si podemos, viajar para allá en cuanto lo veamos claro. Reservar con mucha antelación puede convertirse en una lotería: nosotros "disfrutamos" de cinco días ligeramente soleados aunque fríos, pero dos horas después de salir del último barranco se puso a llover y no paró en una semana.



Otros datos útiles
 
Los barrancos de Mallorca aparecen detallados en múltiples guías, de las que seguramente la más difundida sea ésta de Edu Gómez. La más reciente de ellas, sin embargo, es L'illa dels torrents - guía torrentera de Mallorca, de J. Barceló y M. Trias (2014). Escrita en catalán, recoge un total de 46 descensos y es la que nosotros utilizamos en esta ocasión.


¡haciendo amigos!

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