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VAL CLUSA

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Conocer la zona de Dolomitas me ha costado dos viajes, pero a toro pasado, la verdad es que no me puedo quejar. Aunque es cierto que en 2014 bajamos poca cosa, en agosto de 2015 recuperamos el tiempo perdido y descendimos sistemáticamente, uno tras otro, todos los barrancos imprescindibles del parque nacional y sus alrededores. Tras la toma de contacto del Ciorosolin, el Soffia fue el primero por su belleza, y el Zemola, el segundo por su carácter. Descendidos éstos, llegaba el turno del descenso de más envergadura de la zona: el Clusa.

uno de tantos rápeles estéticos
Sobre gustos no hay nada escrito, pero rebuscando, siempre oiréis hablar del Soffia como máximo exponente de los barrancos de la zona. Para mí, sin embargo, el mejor descenso de los que he bajado en Dolomitas es el Clusa. Es posible que no tenga los juegos de luces del anterior, pero sin duda es mucho más completo, con rápeles muy continuados aunque con algún tramo de progresión por río que no hace que desmerezca. El descenso presenta unas treinta y nueve cascadas, y supone unas siete horas de trabajo contínuo con rápeles, destrepes y saltos, todo ello en el característico escenario calcáreo de Dolomitas. El conjunto proporciona una jornada mucho más que satisfactoria, con todo lo que uno espera de un buen barranco.

Por lo demás, el descenso ha sido bien equipado -a base de químicos y parabolts-, pensando en caudales altos. Eso hace que muchas reuniones queden alejadas, cuando no expuestas. Con un buen volumen de agua, el descenso se antoja complicado. Con un caudal normal, como el que nosotros encontramos, las complicaciones serán menos pero no pierde interés.

El barranco está forzosamente dividido en dos tramos por una presa artificial. Para esquivarla, lo recomendable es no bajar a la última poza, y tomar un sendero que la bordea y luego baja al muro de la presa. Por una trampilla y unas escaleras volveremos al fondo del cauce y podremos continuar nuestro recorrido. La segunda parte es mucho más corta que la primera, pero muy buena.


rápel de mala recuperación (30 m aprox.)...
...pero el barranco enseguida se estrecha y deja jugar


saltos estrechos, pozas profundas
rápeles cortos pero estéticos


los inquilinos del barranco no nos esperaban
el paso clave del descenso si esto va fuerte
  
el rápel más alto del descenso (36 m), en la confluencia con la Val del Canton de i Pez (izquierda)

acercándonos al final de la primera parte...
...recorriendo un tramo magníficamente encañonado


en la segunda parte el caudal aumenta: mejor no entrar si tuvimos problemas en la primera


últimos pasos, obligados por el activo


Datos de interés

Fecha del descenso: 12 de agosto de 2015

Cotación: v4 a4 V

Acceso desde: Belluno (Veneto, Italia)

Combinación de coches: no

Aproximación: Desde Belluno, tomaremos la carretera SR204 a Mas, y de allí, saldremos en dirección a Agordo por la SR203. Al llegar al punto kilométrico 18/II, aparcaremos en un apartadero a la derecha. Allí mismo tomaremos el sendero balizado 546, y en dos bifurcaciones seguiremos las indicaciones al barranco. Cuando el camino se aproxima a él, accederemos al cauce (tiempo, de 1 hora y media a 2 horas). La primera cascada no está equipada; en la segunda encontraremos un químico oculto en la pared derecha.

Descenso: 7 horas aproximadamente

Retorno: Una vez finalizado el descenso, pasaremos bajo la carretera y saldremos a esta por la izquierda, a unos cinco minutos del aparcamiento.

Rápel más largo: 36 metros

Material: cuerdas, 2 x 40m; neopreno completo

Lo mejor: deportivo, completo y continuado

Lo peor: muy resbaladizo, sobre todo el tramo final

Puntuación personal (de 0 a 4): 3,7



VAL FOGARÈ INFERIOR

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Dolomitas, 13 de agosto de 2015. Después de cuatro días de barranquismo ininterrumpido, y habiendo bajado todo lo que nos habíamos señalado como imprescindible, para la quinta jornada en la zona escogimos un descenso más corto y, a priori, menos interesante que los anteriores: el val Fogarè inferior. Y es posible que fuera por el hecho de no esperar demasiado de él, que al final nos acabara gustando tanto.

En efecto, el Fogarè cuenta con diversos elementos que lo hacen un descenso "a programar sin dudar" si visitamos Dolomitas. Una aproximación aérea da paso a un descenso muy estético, bien formado y sinuoso, que incluso incluye un tramo de oscuros breve pero bonito. Los rápeles no son complejos, y en ocasiones permiten saltos de hasta 12 o 13 metros muy espectaculares.

En definitiva, se trata de un barranco que supuso para nosotros una muy agradable sorpresa, y que bien merece una visita después de haber conocido los imprescindibles de la zona.


espectacular salto de unos 13 metros
rapelando entre estrechas paredes...

...para bajar hasta una sala en penumbra
 
muchas zonas están completamente enronadas
las tuberías que faltan en el acceso están aquí abajo


Datos de interés


Fecha de descenso: 13 de agosto de 2015

Cotación: v4 a4 IV

Acceso desde: Belluno (Veneto, Italia)

Combinación de coches: no

Aproximación: Desde Belluno, tomaremos la carretea a Mas para, una vez allí, continuar por la SR203 en dirección a Agordo. En el kilómetro 11/I, a la izquierda, encontraremos un aparcamiento. Dejaremos aquí el coche, y por detrás tomaremos un sendero que se dirige al amplio cauce del río Cordevole. Lo cruzaremos y tomaremos un camino claro hacia la derecha. Pasaremos un torrente y ganaremos altura. En el primer desvío seguiremos recto, y al poco, en un par de minutos, encontraremos otra bifurcación, en la que seguiremos por la izquierda (senda poco marcada). Ascenderemos, pasaremos bajo una torre eléctrica y seguiremos por un tramo aéreo, apenas protegido por una barandilla en muy mal estado, que nos conducirá al inicio del descenso. Tiempo, cuarenta y cinco minutos.

Descenso: 2 horas y 15 minutos

Retorno: Al llegar al río principal, cruzaremos el cauce y saldremos a unos prados junto a la carretera. Caminaremos hacia la derecha y llegaremos al aparcamiento. Tiempo, diez minutos.

Rápel más alto: 25 metros

Material: cuerdas 2 x 30m, neopreno completo. Los oscuros no requieren frontal.

Observaciones: Justo delante del aparcamiento, al otro lado de la carretera, hay una comisaría de forestales. Sed discretos al aparcar, salir, volver y cambiaros: el descenso está teóricamente prohibido.

Lo mejor: Muy estético, bien formado y juguetón

Lo peor: teóricamente prohibido

Puntuación personal (de 0 a 4): 3,3


VIELIA, TRAMOS III Y IV

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14 de agosto de 2015. Apurábamos nuestros últimos días en Dolomitas con la sensación de haber agotado ya las posibilidades que la zona nos ofrecía. No me malinterpretéis: el viaje estaba saliendo redondo, y los barrancos eran realmente buenos... pero Grigno estaba imposible, Cuestis o Simon nos quedaban lejos, y los barrancos que nos motivaran lo suficiente empezaban a escasear. Sólo nos faltaba uno por bajar: el val Vielia.


El Vielia es un barranco largo, de más de cinco kilómetros de longitud, aunque tiene zonas abiertas que permiten dividirlo en cuatro tramos. El descenso integral lleva unas tres horas de acceso y de siete a nueve de descenso. Con esta envergadura, y teniendo en cuenta que su último estrecho es plenamente visible desde la carretera, parece increíble que el barranco tuviera que esperar hasta el año 2004 para que alguien se interesara por sus primeras diez cascadas, y que no se abriera la totalidad del descenso hasta 2008. Lo reciente de su apertura es la causa de que solo aparezca en las dos guías de descensos de Pascal Van Duin (uno de los aperturistas) y, desde 2012, en Canyoning in the Alps de Simon Flower, la única obra en la que puede encontrarse su topografía. Lo reciente de su apertura es, también, la causa de que el descenso no sea demasiado conocido y no haya alcanzado el renombre que tienen otros descensos vecinos.

Dadle tiempo. No es un Soffia o un Clusa, vale. Tampoco tiene la continuidad de aquellos, es cierto, ni su enclaustramiento es tan prolongado... pero a falta de conocer los tramos I y II del Vielia, los tramos III y IV tienen los alicientes necesarios para que el barranco se convierta en uno de los imprescindibles de la zona. 

El tramo III es breve, y su caudal, bajo. Inicialmente no presenta demasiado interés: los primeros pasos se dan en seco, y el encajamiento es escaso. El agua no corre inicialmente, aunque las pozas están llenas e incluso permiten algún que otro salto. Sin embargo, no se tarda demasiado en llegar a un estrecho espectacular, con un rápel de 24 metros que nos deposita en el fondo de una grieta, en una profunda poza de agua increíblemente azul.

inesperadamente, llegamos al rápel de 24 metros...
...que conduce al fondo de un estrecho soberbio


disfrutando de las vistas del final del tramo III
La grieta desemboca mediante un cascada de pocos metros en una gran badina bañada por el sol. El juego de luces es increíble, y los colores, espectaculares. La poza es sobradamente profunda, pero el agua es tan cristalina que el fondo parece estar muy cerca. El rápel es evitable mediante un salto limpio, aunque de entrada algo resbaladizo. Es uno de los pasajes más bonitos que he visto en un barranco.

Por desgracia, el barranco se abre a continuación, y después de algunos resaltes vienen unos minutos de progresión entre bloques antes de llegar al final del tramo. Aquí puede volverse al camino de aproximación, o bien seguir cauce abajo hasta llegar al inicio del tramo IV.

Antes de iniciar el último tramo del Vielia, debemos tener en cuenta tres factores: que es el tramo más largo del barranco, que no tiene escapes, y que en él el caudal se incrementa notablemente. Por todo ello, si venimos justos de tiempo de los tramos superiores, o si el caudal en éstos ya era elevado, no está de más valorar la conveniencia de seguir adelante o no.

Si seguimos adelante, lo que encontraremos será una garganta estrecha, pulida y muy acuática. Los rápeles y resaltes tienen escasa altura, y únicamente destaca en este sentido el último rápel del descenso, de unos veinte metros. Con caudal elevado, este tramo puede darnos bastante trabajo.


bajando un tobogán de unos diez metros que canaliza fuertemente el activo


canalón pulido y sinuoso
algunas reuniones evitan el activo


en otras, el activo lo ocupa todo y te barre los pies

el agua, espectacularidad y un punto de dificultad
las badinas de agua cristalina son una constante


saltito técnico para superar un pequeño jaleo
relax en el pasillo final


En nuestro caso, creo que fue una inmejorable manera de poner punto y final al viaje a Dolomitas. Para otra ocasión quedarán los tramos I y II, y por qué no, quizá la integral de los cuatro tramos, una actividad que puede llevar unas doce horas en total y que, seguro, será de esas que no se olvidan.



Datos de interés

Fecha del descenso: 14 de agosto de 2015

Cotación: v4 a4 IV

Acceso desde: Tramonti di Sopra (Friuli-Venezia Giulia, Italia)

Combinación de coches: posible, aunque no necesaria (menos de 2 km)

Aproximación: Desde Tramonti di Sopra, seguiremos por la carretera SR552 en dirección norte, hacia el todavía lejano Ampezzo. Ochocientos metros después de las últimas casas, en una pequeña curva a derechas veremos, a la izquierda, un banco y el poste que marca el inicio del sendero 377. Aparcaremos aquí o bien más adelante, y  tomaremos el citado sendero para remontar el valle del Vielia por su derecha orográfica. Llegaremos a una primera bifurcación por la que podremos bajar al tramo IV o bien continuar hacia los tramos superiores. Para entrar en el tramo III, aproximadamente a la hora y media de haber iniciado la aproximación, bajaremos al cauce y lo seguiremos hasta dar con las primeras dificultades. Tiempo: 1 h 30 min.

Descenso: A cinco personas nos llevó 3 horas y 45 minutos bajar los tramos III y IV 

Retorno: Después de pasar por debajo del puente de la carretera, saldremos a esta inmediatamente por un sendero a la derecha del cauce. Encontraremos el aparcamiento a menos de dos kilómetros siguiendo la carretera hacia la izquierda (15 o 20 min.), aunque si disponemos de dos coches y dejamos el segundo aquí, el retorno será inmediato.

Rápel más alto: 24 m

Material: cuerdas 2 x 30 m, neopreno completo

Lo mejor: pasajes de una belleza espectacular en el tramo III

Lo peor: la discontinuidad entre tramos

Puntuación personal (de 0 a 4): 3,3


Fotos: David Sánchez, Bernat Castells, Xavi Guerrero

GAMCHI

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El despertador sonó a las cinco y media. Entreabrí los ojos y miré de reojo hacia la ventana. Aún era completamente de noche. Llovía. Ni yo ni David, que dormía a mi lado, movimos un músculo, mientras salíamos de nuestro letargo y tomábamos consciencia de lo que estábamos a punto de hacer. No nos alargamos: no había tiempo que perder, y fuera de la furgoneta el resto del grupo ya estaba poniéndose lentamente en marcha.

Después de vestirnos, salimos y fuimos a los lavabos. El dueño del camping nos había dado permiso para colgar allí nuestros neoprenos la noche anterior, y aliviados, comprobamos que estaban secos e incluso calientes gracias a la calefacción. Hicimos las mochilas, desayunamos en un silencio mayor al habitual, y una hora después estábamos camino de Griesalp. 

En Reichenbach nos metimos con los coches en medio de un mercado semanal a medio montar. Los feriantes se afanaban a instalar sus paradas en plena oscuridad mientras aquellos malditos españoles, haciendo caso omiso de las señales de tráfico, zigzagueaban entre ellos. Empezamos a subir por la carretera y enseguida nos vimos envueltos en una espesa niebla. Nuestro silencio se hizo más denso, pesado, opresivo. Quizá todos dudábamos, aunque nadie dijo nada.

Por suerte, una vez pasado Kiental la niebla quedó atrás. Al llegar a la cabaña junto a la que aparcamos, ya había amanecido. El cielo estaba raso, y la temperatura rondaba los cero grados cuando echamos a andar. Superamos el collado y al fondo, apenas perceptible de lejos, divisamos la estrecha grieta por la que, si todo iba bien, saldríamos helados pero pletóricos unas horas después. Por encima, se levantaban imponentes muros de roca primero, de hielo a continuación. A sus pies, la morrena aparecía muy ligeramente cubierta de nieve y escarcha, una escarcha que no estaba el día anterior. Desde lo alto el glaciar, eterno, nos contemplaba mientras iniciamos el ascenso hacia él. Apenas encontramos hielo en la cornisa, por lo que no hicieron falta los crampones. Superado un segundo collado, nos alternamos para abrir traza en la nieve y por fin divisamos las dos cabezas del monstruo: los dos colectores que dan lugar a ese abismo insondable, frío e inhóspito que es el barranco de Gamchi.

la aproximación, con el glaciar al fondo


Descartado el colector más cercano, no equipado, lo sorteamos y nos dirigimos al segundo y más alejado. Fue duro desnudarse. El neopreno, que parecía estar caliente al guardarlo en la mochila, estaba ahora desagradablemente frío. Mientras nos poníamos nuestras armaduras de goma, el sol asomó por detrás del glaciar. La primera muestra de alegría se tornó rápidamente en una mueca. Sol significa mayor temperatura. Mayor temperatura significa fusión. Fusión significa... Una vez más, nadie dijo nada.

primeros pasos en el barranco: improvisando el rápel de entrada
Uno a uno fuimos desfilando hacia el interior de la grieta, y empezamos la cuenta atrás. Contra el frío, contra la fusión, contra los posibles contratiempos, contra el final de las horas de luz. ¿Éramos los primeros en descenderlo este año? Posiblemente sí. ¿Estaría en condiciones? ¿Las instalaciones habrían resistido las brutales crecidas del deshielo del verano? Eso habría que verlo. Por si acaso, cargábamos con un taladro ligero y dos equipos de espitar, en un barranco en el que quedarse atascado no es una opción.

Superamos los primeros resaltes sin grandes contratiempos. En el primer rápel, la reunión estaba extrañamente inalcanzable, y tuvimos que improvisar pasando la cuerda alrededor de un bloque bastante liso y resbaladizo. La delicada maniobra aguantó el rápel de los cuatro primeros, pero falló con el quinto. Conmigo. Afortunadamente, el rápel sólo tiene tres metros y aterricé de espaldas en un lecho de grava. Lesionarse aquí tampoco es una opción.

preparando el descenso a los abismos
Varios rápeles más allá, vislumbramos el abismo. Buscando el paso a través de un enorme caos nevado, fuimos descendiendo por un gigantesco embudo hasta alcanzar una repisa, un balcón al averno más oscuro. La luz se detenía allí. Al final del pasamanos, una reunión suspendida permitía mirar hacia abajo. Cincuenta y seis metros que parecían infinitos sobre un pozo sin fondo. Cruzar el chorro de la cascada, y luego nada. Oscuridad. Lo que se siente al descender a oscuras mientras te cae el agua encima y tu frontal no ilumina más que el torbellino de agua y viento que te engulle, la sensación de tocar tierra inesperadamente en medio de un vendaval en el que parece llover horizontalmente, de chocar esos cinco con tus compañeros... es difícil de describir. ¿En un ambiente tan hostil, como es posible sentirse tan terriblemente vivo?

Ya habíamos encendido los frontales, y tardamos en apagarlos. Una vez en el fondo, la luz no existía. No estábamos en una cueva, pero las paredes eran tan estrechas, tan sobrecogedoramente altas, que la oscuridad era total. Los rápeles se sucedían, la mayoría de pequeño tamaño. La grieta giraba una y otra vez, con sus formas afiladas y caprichosas. Un último rápel de treinta metros nos hizo cruzar un géyser. Lo bajé de último, y las luces de mis compañeros al fondo le daban unos contraluces y una belleza fría pero incontestable. Este era más pequeño, pero a oscuras y con ese entorno, el del Freissinières, en comparación, me pareció una broma. Más allá nos esperaba la catedral, una sala majestuosa. La luz brotaba de lo alto y caía sobre nosotros, rompiendo apenas la penumbra. Una cascada se precipitaba al interior, llevando consigo el agua de la nieve que se fundía al sol. El agua había tardado una eternidad en tallar aquella maravilla. Nosotros solo éramos unos intrusos, unos extraños pasajeros e insignificantes.

 
Josito, camino del géyser en medio de la tempestad subterránea


de vuelta a la luz, camino del final
Llegábamos al final. Tocaba ahora recorrer un pasillo estrecho, con varios bloques empotrados a diferentes alturas. Las dificultades habían terminado, pero uno de nosotros había sugerido antes que, en ese paso, un alud de nieve caído desde lo alto fácilmente podría taponar el paso e impedirnos continuar. Nadie dijo nada. Quedarse bloqueado y esperar un rescate exterior aquí, tampoco es una opción. El comentario se hizo presente mientras recorríamos aquella angostura. En unos bloques, una cuerda suspendida de lo alto nos mostró que para alguien, esa hipótesis se había vuelto realidad.

Al fin salimos a la luz; una luz fría y difusa. Bajo nuestros pies, el agua discurría espesa, lechosa: mientras recorríamos las entrañas del valle, el sol había ido calentando el glaciar, lenta pero perceptiblemente, y el caudal había ido creciendo sin que nos diéramos cuenta. Ya daba igual. Las paredes se fueron haciendo cada vez más bajas, hasta que finalmente desaparecieron. Estábamos en la morrena, bajo un sol espléndido. Demasiado espléndido quizá, pero daba igual. Y el frío también.

Todo daba igual. Estábamos eufóricos. Acabábamos de bajar uno de los barrancos más impresionantes, comprometidos y bellos de Europa. Quizá el que más.


la enorme cicatriz del Gamchi, vista desde la aproximación


Datos de interés


el día antes, echando un vistazo a la salida del barranco
Fecha del descenso: 19/10/2015

Cotación: v6 a5 V

Acceso desde: Griesalp (Berna, Suiza)

Combinación de coches: no

Aproximación: Desde Reichenbach, tomar la carretera que sube Kiental y a Griesalp. Ojo a la existencia de nieve o hielo: la carretera se vuelve muy revirada y sube con una inclinación de hasta el 28%. Pasado Griesalp, en teoría no es posible continuar con el coche, así que remontaremos a pie todo el valle por una pista, hasta llegar a unas cabañas (1617 m). Desde aquí, hay aproximadamente 30 minutos hasta el final del descenso. Siguiendo sin desviarse el GR, ascenderemos por unas cornisas dejando el barranco a la derecha, superaremos un collado y llegaremos al final del glaciar. El descenso tiene dos colectores: el más próximo a nosotros no está equipado, así que lo superaremos por el sendero GR e iremos a buscar el siguiente, el ramal izquierdo. Junto a una pasarela metálica, nos cambiaremos y entraremos al cauce. Mínimo 2 horas.

Descenso: Barranco glaciar difícil de encontrar en condiciones. Cuando se muestra tratable por caudal, las condiciones del acceso pueden ser difíciles o imposibilitar directamente llegar a él. Demasiado por encima de los cero grados, la fusión de la nieve puede darnos problemas; demasiado por debajo, nos los pueden dar el frío y el hielo, durante la aproximación y/o durante el descenso. Duro pues por temperatura, y muy comprometido. Una vez se cierra, las paredes son altísimas y llegan a estrecharse hasta poco más de medio metro. No hay posibilidad de escape: un atasco en la zona oscura puede resultar dramático y convertirse en una carrera contrarreloj contra la hipotermia. Bien equipado en la fecha de nuestro descenso, con algunas instalaciones expuestas. Sin embargo, las crecidas pueden arrasarlo, de manera que a principios de temporada sería temerario no llevar material de equipar.

Por lo demás, descenso único, soberbio, inconmensurable. Su entorno, tan hostil e inhóspito, no hace más que resaltar su belleza. Tiempo, de 3 a 4 horas, según grupo y condiciones.

Retorno: Desde el final del descenso, por el mismo camino del acceso. 30 minutos hasta las cabañas del final de la pista.

Rápel más largo: 56 m

Material: cuerdas 2 x 60m, Valorar crampones y piolet para la aproximación (nieve en el acceso; especialmente peligrosa la presencia de hielo en las cornisas). Imprescindible equipo de instalación, y un buen frontal: el tramo oscuro es largo, y la luz, inexistente.

Lo mejor: belleza y dureza unidas; actividad muy difícil de olvidar

Lo peor: compromiso muy elevado, difícil de encontrar en condiciones

Puntuación personal (de 0 a 4): 4

agua, roca, frío, oscuridad


 Fotos: David Sánchez, Xavier

SEFI INTEGRAL

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Gamchi. Niebla, nieve, frío, hielo. Cumplido el primer objetivo, aquel día nos fuimos a dormir quizá pensando que lo más difícil ya estaba hecho... y sin embargo, la actividad más dura iba a llegar al día siguiente.
esperando el teleférico

Poco más allá de las ocho de la mañana ya estábamos en la estación del teleférico de Stechelberg, cargados con nuestras cuerdas y mochilas y rodeados de jubilados, todos ellos bien abrigados y armados con sus cámaras de fotos. El destino de la mayoría de éstos era la cima del Schilthorn o Piz Gloria, a casi tres mil metros de altitud. Debe estar bien subir hasta allí y echar unas fotos, pero nosotros nos apeamos mucho antes, en la segunda parada. Nuestro objetivo no eran las alturas de una cima, sino las profundidades de un barranco: el cañón de Sefi.

Originalmente la idea era bajar la parte inferior, un barranco técnico y de indudable interés. En realidad, esa parte es la única conocida y reseñada... Sin embargo, para aquel día se unió a nosotros el barranquista y explorador Pascal van Duin, y con él el objetivo se amplió a la desconocida parte superior. Eso suponía plantear una actividad total, sumando acceso, descenso y retorno, de mínimo diez horas... y de ahí que cogiéramos el teleférico, intentando ahorrarnos buena parte de los mil cien metros de desnivel que separan el inicio de la aproximación a pie de la entrada al tramo superior. Y menos mal, porque el acceso, entre la niebla primero y rodeados de nieve después, nos llevó más de dos horas superando un collado a 2150 metros, y finalmente las diez horas de actividad no nos las quitó nadie. Poca broma, teniendo en cuenta el cansancio y el frío acumulados en la que ya era nuestra tercera jornada, y las bajas temperaturas del aire y el agua.

La aproximación fue magnífica. La espesa niebla y el frío inicial prometían poco, pero no tardamos en ganar altura y súbitamente emergimos del espeso mar de nubes que cubría todo el valle. Frente a nosotros, el Breithorn se dejaba acariciar por los primeros rayos de sol. No sé cuantas veces nos detuvimos a admirar el paisaje.

el Breithorn, emergiendo imponente del mar de nubes


Las increíbles vistas compensaban el esfuerzo; sin embargo, acabó llegando el duro momento de quitarse la ropa y ponerse un neopreno que, en esta ocasión, no habíamos secado.

rapelando bajo el frío sol suizo en el primer tramo
Llegaba así el momento de meterse en el agua y afrontar las cinco o seis horas que supone empalmar los dos tramos del Sefi. Sobre este encadenamiento, debo decir que si las dos partes hubieran estado al nivel de la segunda, hubiera sido una actividad memorable. De hecho fue memorable igualmente... pero sólo gracias a la parte inferior. Por desgracia, la parte superior es totalmente prescindible, abierta y con muy pocos rápeles equipados que se alternan con tramos de caminata por un río abierto y resbaladizo por culpa del verglás. Visto lo visto, la parte alta no tiene ningún interés, y no añade nada al tramo inferior. Bajándolo, lo único que conseguimos fue alargar la actividad y aumentar nuestro desgaste innecesariamente.

La parte inferior, en cambio, es espectacular, estética, deportiva y acuática. De principio a fin, el cauce se encierra entre altas paredes y avanza atravesando dos gorgas perfectamente esculpidas por las aguas. Solo un breve tramo abierto interrumpe ese enclaustramiento, y sirve para separar la primera garganta, que abarca casi todo el descenso, de la segunda, mucho más corta. En total, el descenso del tramo exige superar unos veintitrés rápeles, muy continuados y casi todos de escasa altura: sólo cuatro superan los doce metros. Buena parte de las pozas están enronadas, pero eso no convierte el descenso en un paseo. El barranco es técnico, la mayoría de los rápeles discurren por el agua de forma obligada y muchos pasos son estrechos, cosa que, unida a la ausencia de escapatorias, da al descenso un compromiso notable. Por si todo esto fuera poco, el frío es otro gran elemento a tener en cuenta. El barranco sólo es abordable en ausencia total de fusión proveniente de la nieve en altura, y aún así, una vez dentro el contacto con el agua es permanente. A pesar de haber encontrado el descenso con caudal normal, y de haber ido bastante ágiles, nosotros pasamos más frío aquí que el día anterior en el Gamchi.

Por todo lo dicho, en el Sefi conviene ir ligeros y no buscarle los tres pies al gato aumentando el compromiso: la búsqueda de unas aguas más vivas de lo normal puede esperar a otros barrancos.

De los pasos técnicos del descenso, dos de ellos son verdaderos puntos clave. El primero llega nada más empezar el tramo, en la entrada a la gorga: allí encontraremos un rápel de 35 metros en el que es obligatorio montar -y desmontar- un pasamanos colgado de 2 puntos, sin repisa en la reunión de salida. Es un paso laborioso en el que la espera se hace larga y se coge frío.


el ambiente no era muy acogedor en el pasamanos...
...pero el sol hizo una breve aparición para mí

 
imposible esquivar el agua, imposible escapar de la terrible C25
  


Pascal, en la terrible C25
Unos cuantos rápeles cortos más allá, llega el segundo de esos pasos clave: la terrible C25. Es el paso más temible del descenso de acuerdo con la reseña. Se trata de un rápel de 25 metros intenso, con poza intermedia y muy canalizado, que puede ser realmente duro de bajar si el caudal es elevado. Lo que no se aprecia en él a simple vista es lo afilado de algunas aristas... Aquí perdimos una de nuestras cuerdas, que hubo que cortar después de sufrir un roce muy feo a mitad de rápel.

Superado este paso sigue quedando por delante más de la mitad del tramo. Lo que viene es una sucesión de pequeños rápeles, aunque entre ellos se intercalan un par de veinticinco y veinte metros. Sin parar en ningún momento, y supongo que por ello casi sin darnos cuenta, se llega al final de la primera garganta, y el barranco se abre de repente, como si esto fuera todo. Sin embargo, y como decía más arriba, tras cien metros de cauce abierto todavía encontraremos un último estrechamiento, una última gorga, pequeña pero bonita, en la que haremos cuatro rápeles más. Entonces sí, pondremos punto y final a un descenso exigente pero magnífico. Un gran barranco, en definitiva.

 




Datos de interés

Fecha del descenso: 20/10/2015

Cotación: v6 a4 VI

Acceso desde: Lauterbrunnen (Berna, Suiza)

Combinación de coches: innecesaria para el descenso integral, aunque si disponemos de dos vehículos podemos dejar uno en la estación del telecabina y el otro en el pueblo.

saliendo de la niebla durante la aproximación
Aproximación: Cogeremos el telecabina de Stechelberg, a la derecha de la carretera pasado Trummelbach (precio 11 CHF, aparcamiento 8 CHF). Con él subiremos hasta Mürren, la segunda estación -requiere un transbordo-, y desde allí seguiremos un sendero bien indicado a Rotstockhütte y Sefinenfurgge. El camino bordea varias casas y sigue sin pérdida ascendiendo primero ligeramente, luego de forma dura para remontar un collado a más de 2100 m de altitud, y finalmente llaneando hasta el inicio del descenso. Muy duro si llevamos cansancio acumulado de días anteriores, pero muy hermoso. Tiempo a pie, 2h 15 min.

Si lo que queremos es bajar únicamente la parte inferior -lo más recomendable-, con un único coche seguiremos la carretera del valle de Lauterbrunnen y aparcaremos en Stechelberg, antes del punto en que se prohíbe el paso. Desde allí, tomaremos el sendero indicado a Rotstockhütte y bordearemos el río Sefinen Lütschine. A los 45 minutos, lo cruzaremos por un puente y seguiremos remontando por la orilla izquierda orográfica. A unos 1400 metros de altitud, dejaremos a la izquierda el sendero que viene del final del descenso (podemos tomarlo para evaluar el caudal) y seguiremos ascendiendo en dirección a Rotstockhütte. Pasadas unas casas, y después de abandonar el bosque, en unos campos tomaremos un sendero a la izquierda que nos llevará hasta el cauce en breve. Tiempo total, 2 horas y media.

Descenso: Barranco "normal" en comparación con Gamchi, aunque sujeto a fuertes crecidas en caso de fusión de nieve y/o lluvias. Asequible sólo de septiembre a noviembre, después de finalizar el deshielo pero antes de las primeras nevadas. Técnico. Frío y caudal a considerar como principales enemigos.

Tiempo, de 5 a 6 horas para el descenso integral (de 3 a 4 h para el tramo inferior).

Retorno: Una vez finaliza la segunda gorga del tramo inferior, saldremos del cauce por la izquierda, y tomaremos un sendero que nos devolverá al pueblo en una hora aproximadamente. Si hemos dejado el coche en la estación del teleférico, habrá que sumar 20-30 minutos más.

Rápel más largo: 35 m

Material: cuerdas 2 x 50m, neopreno completo, material de equipar

Lo mejor: descenso muy deportivo en un entorno espectacular

Lo peor: nada salvo el frío (y la parte superior, claro)

Puntuación personal (de 0 a 4): 3,7

 
Fotos: David Sánchez, Xavi Guerrero

LATREJEBACH

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La hora y media que separaba el final del Sefi del parking del telecabina se me hizo particularmente interminable. No nos habíamos quitado el neopreno; de hecho, hasta poco antes del aparcamiento ni siquiera nos habíamos despojado de las chaquetas de kayak... y aún así, yo estaba helado. Al llegar a la furgoneta y mirar el reloj, comprobamos que habían pasado unas diez horas desde que habíamos salido de allí a primera hora de la mañana. Mientras nos desvestíamos, echamos mano de lo primero que encontramos de comer y beber. Unos minutos después de ponerme el polar y abrigarme con la chaqueta de plumas, empecé a sentir unos breves escalofríos. Mi cuerpo, por fín, entraba en calor. Aquella noche, la mayor parte del grupo decidió bivaquear donde pudiera, como en los días previos. David y yo, en cambio, decidimos que por dormir caliente un día no nos iba a pasar nada, y después de regalarnos una buena cena, compartimos habitación con Pascal y unos coreanos en un hostal de Lauterbrunnen. Dormimos como troncos.

la gran cascada final del Latrejebach
Al día siguiente nos levantamos más tarde de la cuenta, y ninguno parecíamos tener ganas de barranquear. Finalmente dedicamos el día a descansar, cambiar de zona y a echar un vistazo a los posibles objetivos para los días venideros. Un viaje de trece horas en coche y tres frías jornadas de barranquismo, cada una más larga que la anterior, nos habían pasado factura.

Ya he contado nuestra experiencia en el Gamchi y en el Sefi, sin duda los dos descensos más potentes de este viaje a Suiza. Sin embargo, la actividad había empezado con otro, con el Latrejebach. El viaje de España a Suiza había sido muy largo, y al llegar nos habíamos ido a dormir sobre la una y media de la madrugada, de manera que este barranco parecía una buena opción para no tener que madrugar en exceso al día siguiente. Sobre el papel el compromiso era menor, y aunque era más corto y menos encajado que los barrancos que vendrían después, tenía algo que llamaba la atención: una contundente cascada final de noventa metros.

Al venir aquí, hay que tener clara una cosa. El hecho de econtrarse en el Oberland no garantiza a ningún barranco el apelativo de "extremo". No todos son glaciares, no todos llevan caudales espantosos, no todos son oscuros por culpa de un encajamiento brutal. Lo único que tienen todos los barrancos de esa zona en común es... que en ellos se pasa frío. Y el Latrejebach no es una excepción a esta norma: ni mientras te pones el neopreno sobre la nieve, ni mientras saltas a sus aguas heladas, ni mientras recoges cuerda en la gran cascada azotado por el viento. Cierto es que este barranco puede descenderse normalmente desde el mes de agosto, sin sufrir. Pero siendo de segunda fila, es casi seguro que lo haréis como complemento de los grandes: Trummelbach, Gamchi, Gries, etc. Y eso sólo puede hacerse de octubre en adelante.

junto a esta cabaña iniciamos el descenso
Una vez dentro del Latrejebach, comprobaréis que se trata de un barranco alpino, excavado aunque sin la presencia de las grandes paredes que tienen algunos de sus vecinos. Los rápeles son cortos de entrada, aunque el barranco va ganando verticalidad poco a poco y finalmente forma la gran cascada que da sentido al descenso. Tiene varios tramos de progresión por cauce abierto en los que se puede abandonar. De hecho, creo que lo recomendable es utilizar el primero de esos escapes, junto a una cabaña, no para salir, sino para iniciar allí el descenso y ahorrarnos de esta manera un tramo aparentemente sin interés (ver más abajo en detalle la aproximación).

 
primeros pasos, estrechos y caudalosos
sin embargo, también hay tramos de caminata

uno de los rápeles cortos iniciales
el ambiente es frío, ya se ve



un buen caudal le da a algunos pasos un aspecto tremendo
 
pese a todo, estamos en un barranco alpino, en el que el verde de la vegetación se muestra muy presente a veces

 

Otra cosa que os llamará la atención del barranco es que es extremadamente resbaladizo. Por suerte, antes de que estéis demasiado hartos llegará la gran cascada final, que le da al barranco un punto técnico, la mayor parte de su interés y, al mismo tiempo, supone un excelente colofón.


Josito, llegando a la repisa intermedia de la gran cascada
gran ambiente en la recepción, muy batida por el viento


 Datos de interés


checkpoint frente al restaurante: caudal normal
Fecha del descenso: 18/10/2015

Cotación: v5 a3 III

Acceso desde: Aeschi (Berna, Suiza)

Combinación de coches: posible y recomendable (5,5 km).

Aproximación: Desde Lauterbrunnen, nos dirigiremos a Interlaken para tomar la autopista A8 en dirección a Berna. La abandonaremos por la salida 19, y desde Spiez, tomaremos la carretera que lleva a Aeschi primero y a Aeschiried después. Seguiremos remontando el valle de Suld por esta carretera, que se vuelve de pago algo más allá (5 CHF por coche, máquina al principio de la pista), y aparcaremos justo antes del Pochtenfall restaurant. Frente al restaurante hay un puente y un resalte que sirve de checkpoint del caudal. Desde aquí se puede subir a pie, o hacer combinación y subir con otro vehículo (pista también de pago, 10 CHF por vehículo, máquina pocos metros después del restaurante). Arriba la pista se acerca al río y discurre paralela. Recomendable entrar al cauce junto a una cabaña, cercana a un puente, para evitar los 500 m de río que separan los dos primeros rápeles del resto del descenso. Desde aquí, la aproximación es inmediata.

la verticalidad aumenta al acercarnos al final
Descenso: 3 horas.

Retorno: Al acabar el descenso, seguiremos unos metros hasta ver una pista a la derecha. Por ella volveremos al aparcamiento del restaurante. Tiempo, 20 minutos.

Observaciones: Bien equipado en general en la fecha de nuestro descenso, aunque algunos anclajes presentaban golpes o estaban flojos.

Rápel más largo: La cascada final está fraccionada en 20 + 65 según reseña, pero el primer rápel es más corto, y el segundo, más largo. Imprescindible llevar cuerdas de 70 m: ojo, abajo no cubre.

Material: Cuerdas, 2 x 70m; neopreno completo, material de instalación

Lo mejor: la cascada final, un gran fin de fiesta

Lo peor: muy resbaladizo

Puntuación personal (de 0 a 4): 2,9



Fotos: David Sánchez, Xavi Guerrero




TURNIGLA

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De la prostitución siempre se ha dicho que es el oficio más antiguo del mundo. Sin embargo, hay otro trabajo que no solo debe ser igual de antiguo, sino que me atrevería a decir que es incluso anterior: el de tocapelotas. Y a pesar de ello, la palabra no aparece en el ilustre diccionario de la RAE.

Tocapelotas ha habido toda la vida, y siempre los habrá. Te los encuentras en la cola del supermercado, en la carretera, detrás de una ventanilla en la jefatura de tráfico de tu provincia y en el trabajo. De hecho, creo que existe un puesto específico de tocapelotas en casi todas las empresas y administraciones públicas. Sobre todo en las administraciones públicas.

El tocapelotismo, pues, es algo que ha existido siempre, y además no pertenece a ninguna raza o cultura en exclusiva. Va con el ser humano. En nuestro país hay muchos, pero el cargo existe incluso en países tan organizados y civilizados como Suiza. Y ahí quería yo llegar.

el tocapelotas helvético, en plena acción
El caso es que, después de tres jornadas de fríos barrancos, de descansar un día, de movernos al cantón de Grisones y de un intento fallido al cañón de Fluaz, ahí estábamos, en el aparcamiento del Turnigla, preparando las mochilas para su descenso... cuando apareció el tocapelotas de turno y, en un alarde de civismo mal entendido, nos advirtió de que el descenso estaba prohibido.

Al caballero ni le iba ni le venía, pero se mostró particularmente insistente en amenazarnos con llamar a la policía. De nada sirvió decirle que sí, que la parte inferior estaba prohibida, que ya lo sabíamos, pero que nosotros queríamos hacer la superior. Tampoco ayudó enseñarle las guías de barrancos que llevábamos, una de ellas en alemán. Al hombre le daba igual: para él, estaba prohibido todo el descenso.

Josito y Pixi no salían de su asombro. Aquel personaje era el mismo tocapelotas que, un año antes, les había fastidiado otro descenso llamando a los forestales para que les impidieran el acceso a una pista.

Como el acuerdo con aquel hombre parecía imposible, estábamos seguros de tener la razón, y lo del año pasado clamaba venganza, pasamos a la ofensiva. Le exigimos que llamara a la policía si tenía lo que había que tener, y el hombre lo hizo. Tuvo que llamar tres veces para que le hicieran caso, demostrando así que el tocapelotas puede atacar a diferentes objetivos de manera simultánea. No sólo nos estaba tocando las pelotas a nosotros: también se las estaba tocando a la policía cantonal.   

En diez minutos teníamos allí una patrulla. El que mandaba llevaba al cinto una de esas pistolas eléctricas, y me dije a mí mismo que la cosa prometía. Si aquel hombre se acababa llevando un calambrazo, habría valido la pena. Los agentes nos escucharon amablemente, nos pidieron las guías, se las enseñaron al tocapelotas y, después de cinco o diez minutos de insistirle en alemán, al parecer consiguieron convencerle de que lo que queríamos hacer era legal y de que ya les había hecho perder suficiente tiempo. El tocapelotas, derrotado, me dió la mano fugazmente, se subió a su coche y se largó. Para nuestro disgusto, había entrado en razón antes de que lo sometieran a las descargas de la taser... pero daba igual: ¡habíamos ganado! Aunque con una hora de retraso, ya podíamos disfrutar de nuestro barranco.

el primer rápel del descenso. al que se accede inmediatamente desde el puente


aún con un caudal muy normal, algunos pasos merecen atención y valorar bien por dónde afrontarlos


el encajamiento es permanente y no permite escapar...
...pero en algunos rincones deja entrar los rayos de sol


los troncos son estorbos imprevistos que no siempre están en la mejor de las posiciones


los rápeles son todos muy cortos...
...pero muchos, de una estética innegable


las venas ocultan, a veces, roces que es mejor evitar: acabando el barranco destrozamos una de mis cuerdas de 8,5 mm




vista desde el puente: caudal normal
Datos de interés

Fecha del descenso: 22 de octubre de 2015

Cotación: v5 a5 IV

Acceso desde: Trin Mulin (Grisons, Suiza)

Combinación de coches: no

Aproximación: El acceso parte desde un aparcamiento situado al este de Trin-Mulin. Para llegar a él, tanto si llegamos a esta población desde Flims como si lo hacemos desde Chur (carretera 19), tomaremos el desvío a Trin-Mulin Crestasee y un cámping. Pasaremos por encima de la carretera y enseguida volveremos a desviarnos hacia la derecha siguiendo las mismas indicaciones. A pocos metros, dejaremos el coche en un descampado situado a nuestra izquierda. Ya a pie, volveremos al último cruce y tomaremos una pista, en ascenso constante, que conduce sin pérdida hasta un puente de piedra. Evaluaremos el caudal, y sin cruzar el puente entraremos al barranco por detrás del mismo. Tiempo: 35 min.

Descenso: Muy buen descenso, con una fama sin duda merecida. Pulido y muy engorgado, con unas formas muy bien esculpidas en el clásico granito blanco suizo, es uno de esos barrancos estéticos y tan agradables a la vista a los que nos tiene acostumbrados el país alpino. Por otro lado, el caudal es normalmente abundante, cosa que puede hacer de él, además, un descenso técnico y complicado. Con caudal normal, el descenso es un juguete repleto de rápeles cortos y saltos que no plantea problemas, pese a que según parece hay más troncos y pozas colmatadas que otros años. En definitiva, se trata de uno de los imprescindibles, otro más, que nos ofrece Suiza.

uno de los últimos rápeles
Nosotros lo bajamos en aproximadamente 1h 30 min.

Retorno: Al llegar a una presa, saldremos del cauce y tomaremos un sendero que nos devolverá a la pista del acceso. Solo habrá que desandarla para volver al aparcamiento en apenas 10 minutos.

Observaciones: el barranco es abordable desde mediados o finales de agosto y hasta noviembre, por lo que, valorando bien el caudal, no es necesario bajarlo en condiciones extremas.

Rápel más largo: 10 m

Material: cuerdas 1 x 30m, neopreno completo

Lo mejor: técnica y estética y diversión concentrada

Lo peor: la parte final, la más encajada y vertical, está prohibida.

Valoración personal (de 0 a 4): 3,5



Fotos: David Sánchez, Xavi Guerrero

TERSOLBACH

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Habíamos cruzado Suiza, de Ginebra a Lauterbrunnen, de allí a Flims y finalmente a Bad Ragaz. Habíamos atravesado los cantones de Berna, Uri y Grisones, y ya estábamos ante el que iba a ser el último de nuestros descensos: el Tersolbach.

el equipo del último día: grandes retos, grandes momentos
Todo lo que empieza, termina. Finaliza la escuela, el amor se acaba, los años pasan. Los viajes tienen un último día, y las expediciones, un último barranco. Tarde o temprano llega el momento de subirse a los coches, o de tomar el avión, y de volver a la oficina o a la fábrica. De volver al día a día y a mirar el calendario mientras esperamos una nueva oportunidad para enfundarnos el neopreno. ¿Somos barranquistas que trabajan? ¿O trabajadores que hacen barrancos? ¿Qué sois vosotros?

Las temperaturas habían ido subiendo al oeste, de manera que habíamos huído hacia zonas menos caudalosas y por ello más propicias, recalando finalmente en el cantón de San Galo (para los lugareños, Sankt Gallen en alemán, Saint-Gall en francés, San Gallo en italiano y Sogn Gagl en romanche). Aquí nos planteábamos escoger entre Panarätobel, Radeinbach y Tersolbach, pero como nos sorprendió el bajo caudal de los dos primeros, nos quedamos con el último de ellos. Sobre el papel tenía buena pinta, y sobre el terreno también, aunque seguramente mis expectativas personales eran en general más elevadas de la cuenta. En Suiza central no todos los barrancos son extraordinarios: los hay buenos, normales y también malos, como en todas partes. El barranco es bueno, no me malinterpretéis, pero después de bajar Gamchi, Sefi o Turnigla, por pura comparación puede parecer peor de lo que es en realidad.

El Tersolbach es un barranco con gran ambiente gracias al caudal elevado, al hecho de que la mayoría de los rápeles siguen el activo y a su entorno, alpino pero muy encajado. Es cierto que las paredes no llegan a cerrarse demasiado, pero éstas son altas y el escape es muy difícil o imposible casi hasta el final. La aproximación sirve para hacerse una buena idea, ya que el sendero resigue la grieta del barranco de cerca mientras gana altura sin parar, y en algunos tramos permite echar una mirada furtiva a su interior.

Una vez dentro, sólo necesitaremos unos pocos rápeles para llegar al inicio del encajamiento. A partir de allí, el encadenamiento de rápeles es constante, deportivo. Muchos rápeles conducen inevitablemente al activo, y la roca es bastante resbaladiza. Esto último supone una dificultad añadida en un par de reuniones bastante expuestas, en las que conviene asegurar al primero.

rápel abierto pero de acceso expuesto y resbaladizo

uno de tantos rápeles, pulidos y caudalosos


otro rápel de acceso delicado para el primero
emoción asegurada al descender por el activo


El barranco alcanza su punto culminante en el rápel de treinta metros, una cascada vertical y abierta a la luz del sol que acaba siendo, sin duda, el paso más característico del descenso.

salida algo incómoda del rápel de 30 metros, el más alto del descenso
  
durante su descenso hay que cruzar el activo de derecha a izquierda

la cascada, vista desde abajo
ojo a los grandes caudales, el agua no se evita


Finalmente, las paredes se separan y el camino se intuye cada vez más cerca. Ya a pleno sol, sólo nos aguarda una pequeña agonía en forma de marcha y pequeños resaltes antes de llegar a la presa, el punto final. Nosotros optamos por subir ladera arriba por la derecha, ahorrarnos esos minutos finales y recuperar fácilmente el sendero que iba a devolvernos a los coches, a casa, a nuestro (quizá) monótono día a día.



Datos de interés

Fecha del descenso: 23 de octubre de 2015

Cotación: v5 a4 IV

Acceso desde: Vättis (San Galo, Suiza)

Combinación de coches: no

Aproximación: Desde Vättis, tomaremos la carretera que asciende a Sankt-Martin y Calfeisental. Después de cruzar un puente sobre nuestro barranco, pasar un restaurante y trazar un par de curvas en zig zag, aparcaremos en un ensanchamiento de la carretera que encontraremos a la derecha. A pie, retrocederemos unos 100 metros o menos y tomaremos por la izquierda un sendero que conduce a Pizzolhütte. Siempre bordeando nuestro barranco, pasaremos la presa en la que acaba el descenso y ascenderemos fuertemente hasta superar la parte más encañonada y llegar a una zona abierta. Aquí bajaremos como podamos al cauce e iniciaremos el descenso. Tiempo: 1 h

Descenso: 3h 30 min

Retorno: Al llegar a la presa, saldremos hacia la derecha y tomaremos el sendero del acceso para volver al aparcamiento en 10 min. También podemos ahorrarnos los últimos resaltes, innecesarios, y subir por la ladera antes de llegar a ella.


Rápel más largo: 30 m

Material: cuerdas 2 x 30m, neopreno completo

Lo mejor: la mayoría de rápeles discurren por el activo

Lo peor: las pozas no cubren

Valoración personal (de 0 a 4): 3,2



Fotos: David Sánchez, Xavi Guerrero



VIAJE AL CORAZÓN HELADO DE SUIZA

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Oberland. Tres años soñando con sus recorrer sus heladas entrañas, con sumergirme en sus gélidas aguas, con enfrentarme a los monstruos que habitan en su oscuro interior en un combate desigual. El trabajo unas veces, las lesiones otras, habían prolongado la espera mucho más de lo deseado. Quizá no era el momento, quizá no estaba física o psicológicamente preparado, quizá, simplemente, no había manera de coincidir en la época y con los amigos adecuados. Todo tiene un motivo, todo pasa por algo, pero al mismo tiempo, todo llega. Y los astros, por fin, se alinearon este pasado mes de octubre.

saliendo de la ducha, en el rápel de 30 metros del Tersolbach
Una semana en Suiza central, en esta época del año, cunde menos que en otras zonas y en verano. Es algo inevitable: el frío, las pocas horas de sol y la dureza de muchos descensos dan poco margen por un lado, y desgastan físicamente por otro. Aún así, nos volvimos a casa con cinco descensos en la saca, en un periplo que nos llevó a cruzar Suiza de oeste a este, del cantón de Berna al de San Galo. Intentamos alguno más, pero el resultado final fue este:
 
- Latrejebach (Berna). Nos sirvió de introducción tras un largo y duro viaje en coche y unas pocas horas de descanso. La gran cascada final lo es todo en este descenso.
- Gamchi (Berna). Memorable: un monstruo maravilloso, con una aproximación dura y alpina, de gran belleza y con un compromiso muy elevado.
- Sefi integral (Berna). Enorme, completo, deportivo... y frío. Una actividad de diez horas totales que nos dejó tan satisfechos como cansados.
- Turnigla (Grisones). Tras el intento fallido a otros descensos, salvamos el día con este clásico y volvimos a la actividad sin cansarnos demasiado.
- Tersolbach (San Galo). Descenso de despedida, de buen ambiente y caudaloso, quizá el menos frío de todos los que hicimos.

un mar de nubes a nuestros pies, en el aparcamiento del Fluaz y el Gavirolas

 Los cinco descensos ya están descritos en el blog, cada uno en su entrada correspondiente. Son barrancos distintos entre sí: unos más técnicos, duros y comprometidos, y otros no tanto; unos glaciales y/o extremos, y otros no; algunos abordables sólo en esta fría época, y el resto más propios incluso de finales de verano. Los más llamativos son los primeros, está claro. Y si hay una zona en la que se da una especial concentración de barrancos extremos, esa es el Oberland, la región más elevada del cantón de Berna. A continuación podéis encontrar los datos de interés que he podido extraer de este primer viaje a esa zona, unos datos que, si todo va bien, espero poder completar en futuras incursiones.


Sobre el Oberland bernés 

¿Cómo ir?

De Barcelona a Lauterbrunnen, población que nos servirá de referencia para la mayoría de descensos del Oberland bernés, hay mil kilómetros practicamente exactos por autopista. El viaje lleva unas diez horas y media más las paradas que hagamos, y cuesta aproximadamente ciento setenta y cinco euros por vehículo. La mayoría del dinero se nos irá en los peajes franceses (unos 76 €), y en la viñeta o pase de las autopistas suizas (40 €). Mejor suerte tendrán aquellos que viajen a la zona entrando en Francia desde el País Vasco o incluso Aragón, ya que tomando la conocida como ruta de los portugueses, que cruza el país galo trazando una diagonal, pueden evitarse la mayoría de los peajes del país vecino. Salgamos de donde salgamos, yendo en furgoneta el consumo de combustible será algo mayor, pero el coste total del viaje será igualmente moderado si somos tres o cuatro personas. La alternativa es volar en avión a Berna y alquilar allí un coche: con ello se ahorra tiempo, pero hay que recordar que Suiza no es un país barato.


¿Qué descender?

Además de Gamchi o Sefi, entre las estrellas indiscutibles de la zona está el Rosenlaui inferior, el Schwarzbach y, sobre todo, Griesy Trummelbach. Para complementar estos monstruos, en las inmediaciones encontraremos otros descensos interesantes, como el Reichenbach, el Sefinen Lutschine o el mismo Latrejebach, que dan para barranquear durante más de una semana sin parar, y también para volver a casa con el frío metido en el cuerpo por un mes. Evidentemente, estamos hablando de barrancos no aptos para todos los públicos, de compromiso elevado, difíciles de encontrar con las condiciones meteorológicas y de caudal adecuadas y siempre fríos y duros. Sin duda son barrancos situados más allá de las líneas rojas de la mayoría de los barranquistas, a los que uno no va a divertirse, sino a sufrir, a superarse.

el distrito de Interlaken concentra los mejores descensos, aunque no todos


¿Dónde dormir?

Los meses de octubre y noviembre no son demasiado calurosos en los Alpes suizos, y en consecuencia, es posible que descartéis de entrada la opción de acampar por libre o bivaquear. Si las bajas temperaturas no os echan para atrás, debéis saber que los berneses no miran con buenos ojos a la gente que bivaquea en los aparcamientos. Es fácil que aparezca alguien y os llame la atención sólo por que le parezca que tenéis intención de hacerlo, doy fe.

el temible pasamanos del Sefi inferior
Si se viaja a la zona en furgoneta tipo camper, las opciones y el confort serán mayores, pero también conviene ser discreto. En la mayoría de aparcamientos públicos las señales advierten de que pernoctar en autocaravana o similares está prohibido. 

Si decidís que con el frío de los barrancos es suficiente y preferís dormir calentitos en una buena cama, en Lauterbrunnen podéis optar por el Valley Hostel. Es un albergue acogedor, con habitaciones de literas para 8 personas a razón de 28 CHF/pers. Dispone de cocina, wifi, aparcamiento y cuarto de secado del material, y la recepcionista habla castellano, cosa que es de agradecer. Si queréis comer fuera, cerca del hostal, a la entrada de Lauterbrunnen encontraréis el Restaurante Steinbock, donde podréis comer un buen plato de carne acompañado de un refresco por unos 28'40 CHF. No es barato, pero estamos en Suiza, y además sirven cenas en horario español. Está abierto todo el año; el resto de hoteles y restaurantes del pueblo cierran de mediados de agosto a principio de la temporada de esquí. Algunas camareras hablan castellano.

Si vuestro objetivo son barrancos como Gamchi o Gries, una buena opción para alojarse cerca de ellos es el Camping Grassi, en Frutiggen. Los precios son contenidos fuera de temporada (aproximadamente 12 CHF/pers. si vamos con tienda de campaña o furgo), tiene wifi y unos aseos grandes y cuidados. Hablan inglés. En temporada baja, si lo pedís os dejarán poner a secar los neoprenos en los baños.


¿Cuándo ir?

llegando al suelo, en la gran cascada del Latrejebach
Esta es la pregunta del millón. Amigos como Giputxi llevan mucho tiempo rebanándose los sesos para establecer un calendario más o menos fiable para los descensos más delicados, pero la meteorología no entiende de fechas y es adicta a las excepciones. Los barrancos glaciares necesitan que haga frío, que no haya deshielo, pero también, en la mayoría de los casos, que no haya nevado todavía. Por lo tanto, no queda más remedio que estar muy atento a la meteorología, a las webcams y a las mediciones de las estaciones de aforo a partir de mediados de septiembre, y tener disponibilidad para desplazarnos a la zona en cuanto lo veamos claro. La época adecuada para estos descensos suele estar entre octubre y noviembre, aunque la horquilla puede ensancharse en años cálidos y secos como este, o estrecharse en otoños con muchas precipitaciones. Algunos descensos puede ser directamente impracticables algunos años.

Lo importante es tener claro que no es lugar para planear un viaje con las fechas predeterminadas con antelación. Otra cosa, claro está, son los descensos "normales", como Latrejebach, Sefinen Lutschine u otros, que pueden descenderse a partir de agosto o que presentan condiciones más asequibles.


Otros datos útiles
 
Los barrancos glaciares suizos son un mundo aparte, una especialidad en sí misma. Para conocer más sobre ellos, nada como visitar Las puertas del infierno, el blog de Giputxi dedicado específicamente a este tipo de descensos. En él, y salvo excepciones, no encontraréis reseñas estructuradas y topografías de estos descensos, pero sí información práctica sobre valoración de caudales, dificultades y otros detalles, además de las experiencias del autor. Todo ello narrado con un estilo muy personal.

Por último, para saber mas de la zona y de Suiza en general es imprescindible la guía Swiss Alps Canyoning, de la Association Openbach: una auténtica biblia de los Alpes suizos que describe, en inglés y francés, un total de ciento veintiún descensos, incluyendo por supuesto todos los que hemos mencionado aquí. Imprescindible.


SALENQUES, APERTURA EN DOS TIEMPOS

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En agosto de 2014 parecíamos tener un barranco realmente interesante por abrir. Sobre el mapa, y sobre el terreno, parecía ser bastante corto... pero desde fuera, el caudal se mostraba tan elevado que aquello prometía ser breve pero intenso. Si se cumplían las expectativas, el descenso podía acabar siendo un nuevo clásico del Pirineo.

El día escogido, Didi y yo nos preparamos con todo lo necesario y nos pusimos a ello. Tras la aproximación, entramos al cauce y nos encontramos con un caudal muy, muy elevado, y un entorno granítico realmente resbaladizo. Equipamos dos rápeles en el estrecho incial, y por desgracia, no pasamos de ahí: la mala fortuna hizo que se me empotrara la pierna entre dos bloques y me destrozara la rodilla izquierda. Abandonamos por nuestros propios medios, pero imposibilitado como estaba para andar una hora hasta la carretera, acabamos volando en el helicóptero del GREIM.

La jornada, que tendría que haber acabado en un bar celebrando el éxito, finalizó conmigo lesionado y magullado en el hospital de Vielha. No entraré ahora en las causas del accidente, en los errores cometidos o en el funcionamiento del 112: todo eso da para una entrada independiente que posiblemente acabaré escribiendo. Diremos simplemente que, con semejante lesión, dí prematuramente por finalizada aquella temporada y empecé bastante tarde la siguiente.

Una vez recuperado y en pleno funcionamiento, estaba claro que había que completar aquella apertura interrumpida. Cosas así no se pueden dejar a medias. Eso sí, la mala experiencia del año anterior aconsejaba dos cosas: buscar un estiaje aún mayor, y repartir el peso entre más de dos personas. Siguiendo estas dos pequeñas lecciones, el 26 de septiembre Didi y yo volvimos al ataque, esta vez acompañados por dos amigos, David y Reynaldo, y con el peso de cuerdas, hierros y taladro convenientemente repartido. 

Después de cambiarnos iniciamos el descenso afrontando unos primeros pasos que aún teníamos frescos en la memoria. Descendimos la primera cascada desde el mismo árbol que el año anterior, y comprobamos que aunque seguía rugiendo, lo hacía con menor intensidad que la primera vez.


el primer rápel (28 m), una forma muy potente...
...e intensa de empezar el barranco


La poza de recepción mantenía su ambiente, y el gran tronco empotrado seguía allí, cerrando el paso de salida. Por la derecha, nos encaramamos de nuevo a la estrecha y resbaladiza repisa que habíamos utilizado el año pasado. El parabolt que pusimos entonces seguía allí, intacto, y en el pasillo siguiente el caudal se veía alto, pero no tanto como la vez anterior. Rapelé hasta el siguiente resalte, Didi me siguió para echarme un cable, y dejamos un nuevo parabolt para evitar aquel paso, pequeño pero traicionero, que me había costado la rodilla un año antes.

equipando la reunión del segundo rápel tras una travesía algo delicada, durante nuestro primer intento


fortísimo caudal la primera vez en el pasillo...
...pero volumen más asequible a la segunda


A partir de aquí, entrábamos en terreno inexplorado. El siguiente paso era una goulotte, un rápel fuertemente canalizado con un aspecto bastante infernal visto desde arriba. Tras un rápel a una primera poza intermedia, instalamos un pasamanos desmontable bastante delicado y finalmente un rápel por la izquierda con el que superamos completamente el paso. Visto desde la mitad, posiblemente hubiera sido mejor equipar una línea de rápeles por la orilla derecha, más directos y más cerca del agua, pero para cuando nos dimos cuenta, yo ya me había pasado de largo... Queda pendiente volver a revisar ese tramo.

otro paso delicado, esta vez a través de una cornisa...
...para llegar al rápel que supera esta goulotte


Tras la goulotte, comprobamos que el barranco se abría definitivamente, perdía el encajamiento tan interesante de la parte anterior y se acercaba mucho al camino de acceso. Aún así, nos quedaban por delante un resalte, un rápel de siete metros, tres pequeños resaltes más y una sorpresa final: un rápel con una recepción muy agitada y una línea de cizalla de cruce obligado.

pequeño rápel en una zona abierta
el último rápel, un buen colofón para el descenso


Bien... en realidad, sorpresa no era: el paso es fácilmente accesible desde el camino de aproximación, y ya nos había impresionado el año anterior. Por desgracia, este paso no es obligatorio. En la cabecera del rápel, si no lo vemos claro, podemos abandonar por la izquierda y sortear el rápel, o poner punto y final al descenso directamente... y eso es una lástima, porque de ser obligado, este paso sería realmente limitativo y elevaría el compromiso del descenso. No se puede tener todo.

Reynaldo, lanzándose a superar el "fregao" y la línea de cizalla que provoca la cascada


Unos resaltes más, y el descenso como tal se acabó. Los resaltes y rampas siguientes ya no tienen aliciente deportivo, y las recorrimos sin otra finalidad que encontrar un punto por el que abandonar el cauce y dar por finalizado un descenso que a mí me pareció realmente intenso e interesante, aunque es bastante difícil ser objetivo a la hora de valorar un descenso que has abierto tú mismo. ¿Un descenso tremendo? ¿Simplemente interesante? ¿O uno más? El tiempo y las repeticiones lo pondrán en su lugar.



Ficha técnica

Nombre: Barranco de Salenques o barranco de les Ixalenques
Cotación: v5 a4 III 
Provincia: Huesca
Zona: Valle de Salenques, Parque Natural Posets-Maladeta. Municipio de Montanuy
Cuenca hidrográfica: Noguera Ribagorzana
Población más cercana: Aneto (Huesca)
Mapa: ICC el Pont de Suert 1:25 000
Altura en inicio: 1803 m
Altura en final: 1659 m
Desnivel: 140 m
Longitud: 400 m 
Roca: granito
Tipo de cañón: primer tramo encajado, segundo abierto

caudales altísimos incluso en pleno verano


Aproximación: Desde Vilaller, o desde Aneto, tomaremos la carretera N-230 en dirección a la Val d'Aran. Bordearemos el embalse de Baserca, y cerca de su cola, justo antes de una curva a la derecha y del puente que cruza el río Salenques, dejaremos el coche en un apartadero de la carretera.

A pie, cruzaremos la carretera y tomaremos el sendero S9, bien señalizado, que parte del puente y sigue la orilla derecha orográfica del río. Nada más empezar a caminar, un breve resalte en la estación de aforo puede servirnos de checkpoint (ver foto). El camino asciende por el interior del bosque hasta llegar a un puente metálico. Lo cruzaremos y al otro lado torceremos a la izquierda, siguiendo un camino visible y marcado con hitos. Tras unos diez minutos de subida pronunciada, en la que pasaremos muy cerca del cauce en algunas ocasiones, tomaremos un sendero poco marcado a la izquierda para cruzar los matorrales y, unos metros más allá, llegar al cauce. Tiempo, 1h 15 min

checkpoint del descenso, el día de la apertura
Descenso: 2h 30 min. a 3 h. Horario estimado.

Retorno: Tras la confluencia con el barranco de Anglos, superaremos un resalte y buscaremos la mejor forma de salir hacia la derecha campo a través, hasta encontrar el camino GR que baja de los ibones. Lo seguiremos hacia la izquierda, y en pocos minutos llegaremos al puente metálico que cruzamos durante la aproximación. Solo queda deshacer el camino para volver al aparcamiento. Tiempo, 45 min.

Altura del rápel más largo: 28 m

Cuerdas: 2x30 m

Neopreno: Completo

Instalaciones: Monopuntos a base de parabolts de 10 mm y naturales. Recomendable llevar cintas o cordinos de repuesto.

Época: Verano avanzado. De agosto a octubre. 

Restricciones: Aunque el descenso se encuentra en el interior del Parque Natural de Posets-Maladeta, el barranquismo no está regulado por ahora.

Historia: Primer intento el 15 de agosto de 2014, por Didier Mena y Xavi Guerrero: abandono por lesión tras el resalte que hoy es el tercer rápel. Apertura completa el 26 de septiembre de 2015 por David Buil, Reynaldo Sáez, Didier Mena y Xavi Guerrero. Posteriormente Edu Gómez y Miquel Soro, aperturistas en serie que barren los Pirineos desde los años 90, me confirmaron que mucho antes que nosotros, en agosto de 1992, intentaron la apertura y se retiraron por culpa del caudal. Desde aquí les agradezco profundamente que se olvidaran del tema y no volvieran a acabar el trabajo...

Lo mejor: breve pero intenso ejercicio técnico

Lo peor: corto; los tramos abiertos le restan compromiso

Valoración personal (de 0 a 4): 3,2


Fotos: Didier Mena, Xavi Guerrero


CANYON DES ECOUGES

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El año pasado, a la vuelta de nuestro viaje veraniego a Dolomitas, pasamos unos días en el macizo francés del Vercors, un destino que siempre nos había quedado más o menos de paso pero al que nunca habíamos prestado atención. Y eso que la zona tiene barrancos de interés, como por ejemplo Ruzand, Infernet, y por supuesto, el Ecouges.

Así pues, el Vercors merecía su oportunidad, y llegaba la hora de comprobar los motivos por los que el Ecouges es uno de los descensos más clásicos y famosos de Francia. No nos defraudó.

El barranco tiene dos partes completamente diferentes. Bueno, en realidad tiene tres... pero la tercera y última está prohibida, supongo que por acoger captaciones de agua o alguna instalación hidroeléctrica. Las dos partes "bajables" están separadas por la carretera de acceso a la parte alta, de manera que podemos valorar el caudal mucho antes de ponernos el neopreno.





Tramo I

Es el tramo más deportivo y técnico del descenso. El río enseguida se engorga y se encierra entre altas paredes, formando una sucesión de cascadas bastante serias en caso de caudal alto. No fue nuestro caso, ya que en el mes de agosto el barranco se encuentra en pleno estiaje, a pesar de lo que en alguna foto pueda parecer. Los rápeles se suceden uno tras otro formando una empinada escalera de roca. No es para principiantes, pero es un descenso muy concurrido: aún siendo lunes, nos tocó hacer cola en algún que otro rápel, y en la cascada final tuvimos que optar por la tirada de la izquierda orográfica, la más alejada del agua, para no perder más tiempo.



reunión del primer rápel de 25, con pasamanos de cable
al final del rápel nos aguarda un sifón bajo los bloques


otro rápel de 25 metros: recepción complicada con agua
este tramo es sostenido, estético y vertical


encuentro entre dos batracios en una poza del Ecouges

reuniones altas y expuestas, a salvo de crecidas
a pesar del caudal normal, disfrutamos de lo lindo


otro rápel de 25 m, el tercero del tramo
la gran cascada final, por la izquierda orográfica



Tramo II

Si el primer tramo es vertical, técnico y cerrado, el segundo es todo lo contrario. Tras el puente de la carretera, bajaremos de nuevo al río y lo que allí encontraremos será un río algo abierto al principio y poco encajado después, rodeado de bosque y con un desarrollo más horizontal. Si la primera parte pone la seriedad, ésta se encarga de aportar la diversión. Superados un par de rápeles y esa zona abierta que mencionaba, los toboganes y los saltos empiezan a sucederse en un escenario mucho más apto para todos los públicos.


rápel de 25 metros, parcialmente volado, en una zona completamente abierta al principio del tramo

uno de tantos saltos
el tronco no molesta en este tobogán


al final del tramo, el ambiente se vuelve más encajado...
...y encontraremos cascadas que no admiten el salto


El hecho de que ambos tramos sean tan diferentes hace que su combinación sea obligada. De esta manera, el Ecouges se convierte en un descenso perfecto, completo, aunando técnica, deportividad, verticalidad y diversión en un mínimo de cinco horas en total.




Datos de interés

Fecha del descenso: 17 de agosto de 2015

Cotación: v5 a4 IV

Acceso desde: Saint Gervais (Isère, Francia)

Combinación de coches: sí para el descenso integral

Aproximación: Por la carretera D1532, accederemos a la población de Saint Gervais, lo cruzaremos y seguiremos ascendiendo por una estrecha carretera asfaltada. Dejaremos atrás diferentes desvíos, siguiendo siempre por la principal (Route des Ecouges, carretera D35), y llegaremos al puente que cruza nuestro barranco, muy evidente. Para la integral, aparcaremos un primer vehículo poco antes del puente y con el segundo seguiremos carretera arriba. Pasaremos un túnel, haremos una curva y en un desvío a la izquierda encontraremos un aparcamiento con caseta de información. El acceso al barranco, desde aquí, es inmediato.

Descenso: 3 a 5 h para el tramo I; 2 h 30 min para el tramo II

Retorno: El primer tramo finaliza justo delante del puente y la carretera. Del segundo, tras el último rápel recorreremos cincuenta metros y tomaremos un sendero a la derecha, que nos devolverá a la carretera y al primer vehículo en unos 45 minutos. Ignorad el sendero que parte por la orilla izquierda, sólo conduce a una instalación hidroeléctrica (damos fe).

Rápel más largo: 60 m en el tramo I, 25 metros en el tramo II

Material: cuerdas 2 x 60 m (2 x 30 m si solo bajamos el tramo II), neopreno completo

Lo mejor: descenso muy completo, lo tiene todo

Lo peor: muy frecuentado

Valoración personal (de 0 a 4): 3,4 para el descenso integral



Fotografías: Bernat Castells, Xavi Guerrero 

RAVIN DE LA BLACHE

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Hay barrancos demasiado alejados de todo, como islas perdidas en medio del océano, que nunca visitarás a no ser que, de camino a otro lugar, hagas que tu ruta pase por allí. Es el caso de La Blache, un descenso de los Alpes de la Alta Provenza francesa bien valorado en Descente Canyon (¿demasiado?), pero algo lejos de todo y sin el interés necesario para viajar hasta allí sólo por él... salvo que queramos combinarlo, en diferentes jornadas, con la Male Vesse, que se encuentra a una hora en coche aproximadamente.

Durante nuestro viaje a Dolomitas y al Vercors, el año pasado, escogimos este descenso para aprovechar de alguna manera el viaje de vuelta.

Fue algo extraño, con la permanente sensación de estar en un parque acuático. El barranco se divide en dos partes separadas por la pista de acceso, y el aparcamiento está justo en el puente, de manera que el trajín allí es contínuo. Gente preparándose para empezar, cambiándose después de acabar, en tránsito hacia la segunda parte... Mucha gente. Estamos en un descenso comercial.

Por lo demás, la actividad en sí es rápida. Ambas partes están excavadas lo justo, por lo que es un barranco soleado y de rápido acceso. La primera parte es más abierta, menos pulida, los rápeles se suceden y las pozas no cubren en absoluto, aunque el agua es abundante.


rápel de la primera mitad, poco pulido
sol y amplias cascadas


venga, por todo el activo
el escenario es abierto, pero bonito


Varios rápeles sin dificultades destacables, y llegaremos al aparcamiento. Comprobaremos que nuestro coche sigue allí, y por detrás del cartel informativo bajaremos al inicio del segundo tramo, incluso más corto que el primero pero más pulido y vertical. Tres rápeles seguidos, con bastante ambiente, y se acabó.

la segunda parte se encaja y pule algo más
pasamanos de acceso al segundo rápel


casi desde el principio ya se ve el final
el último rápel, cruzando el activo


el último rápel es el más alto: 28 metros
instalación en desuso, completamente calcificada


Una vez abajo, la salida debe realizarse obligatoriamente por la vía ferrata instalada para ello. Puede que os tiente cruzar el Ubaye, el río principal en el que desemboca el barranco, pero no va precisamente flojo y ya se ha cobrado alguna que otra vida. Dejad el río a los kayakistas, una especie abundante en sus aguas.



Jordi, empezando a subir por la ferrata
Datos de interés

Fecha del descenso: 20 de agosto de 2015

Cotación: v4 a3 II

Acceso desde: Le Lauzet-Ubaye (Alpes de Alta Provenza, Francia)

Combinación de coches: no

Aproximación: Situados en el interior del pueblo de Lauzet-Ubaye, tomaremos la carretera para salir de él en dirección a Gap, pero justo antes de cruzar un puente torceremos a la derecha, siguiendo las indicaciones a un camping y una empresa de rafting. Seguiremos recto, dejaremos atrás esa empresa, el desvío al pueblo y al cementerio, y en una bifurcación seguiremos por la derecha. Cruzaremos el río Ubaye, ascenderemos y tras unas curvas alcanzaremos nuestro barranco y su aparcamiento.

A pie, desde el parking sale un sendero que remonta el barranco por su derecha orográfica y conduce al inicio en apenas veinte minutos.

Descenso: 1 hora 30 minutos

Retorno: Tras el último rápel, por la pared izquierda asciende una ferrata que evita salir a la confluencia del barranco con el río Ubaye. La tomaremos, ascenderemos rápidamente y saldremos a un sendero por que volveremos al aparcamiento. Tiempo, veinte minutos aproximadamente.

Rápel más largo: 28 m

Material: cuerdas 2 x 30 m, neopreno completo

Lo mejor: Descenso rápido y ágil

Lo peor: Muy frecuentado en plena temporada

Valoración personal (de 0 a 4): 2,6


Fotografías: Bernat Castells, David Sánchez, Xavi Guerrero 


TORRENT DEL BOSC DE SERRADELL

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El Serradell es un pequeño clásico, un descenso para principiantes que fue de los primeros en caer para muchos barranquistas de este extremo del país, entre ellos yo. Al estar equipado como barranco escuela, luego muchos hemos ido volviendo para hacer talleres o cursos, para practicar y, por supuesto, para iniciar a otros en este mundillo.

El pasado mes de mayo, mi pareja, una persona a la que esto del barranquismo no le había interesado lo más mínimo hasta hace poco, me propuso ir a descender algo facilito. No podía desperdiciar semejante oportunidad, de manera que rápidamente tiré de memoria, y de biblioteca, para encontrar el barranco adecuado. Las lluvias recientes, las temperaturas y la proximidad del Serradell lo pusieron rápidamente el primero de la lista.

Y es que estamos hablando de un descenso bueno, bonito y barato: de tiempos de aproximación, descenso y retorno contenidos, con rápeles de más de diez metros pero técnicamente asequible, estético y bien  formado, con agua (en esta época), pero sin problemas. Un descenso, en definitiva, ideal para la iniciación, pero que también tiene suficientes elementos para contentar a barranquistas más experimentados.


Después de una soleada pero breve aproximación, entraremos enseguida en materia. El primer rápel está nada más empezar, y tras él haremos una serie de pequeños resaltes, en un pasillo estrecho, antes de salir a un tramo brevemente abierto.

aproximación al sol
uno de los resaltes, tobogán con agua


El barranco vuelve a cerrarse, y forma una sucesión de resaltes y pequeños rápeles. Algunos tramos se estrechan y forman pasillos sinuosos y pulidos, con bonitos contraluces. Tras un rápel de ocho metros y el paso bajo un bloque empotrado, entraremos en una garganta de altas paredes y recorrido horizontal.

uno de los pequeños rápeles del tramo intermedio
juego de luces en la parte más estrecha


rápel directo al agujero formado por un bloque empotrado
caminando por el interior de la garganta


Finalmente, la garganta se abre y salimos a cauce abierto. Puede parecer que el recorrido ha terminado, pero aún nos queda un último estrechamiento, una garganta breve pero vertical y muy pulida que sería una pena no bajar. Un primer rápel, de doce metros, lleva a la que antaño fue la poza más  profunda del descenso que yo recuerde, aunque hoy día se encuentra completamente enronada. Acto seguido, montaremos cuerda por última vez para poner punto y final al descenso con un rápel de 15 metros, el más alto del recorrido.

el último rápel, el más alto del descenso con sus 15 metros



Datos de interés

Fecha del descenso: 16 de mayo de 2016

Cotación: v3 a3 III

Acceso desde: Serradell (la Pobla de Segur, Lérida)

Combinación de coches: no

Aproximación: Desde la Pobla  de Segur, tomaremos la carretera N-260 en dirección al Pont de Suert, y en pocos kilómetros, antes de entrar en un túnel, tomaremos un desvío en direcció a Erinyà. Al llegar a la entrada de este pueblo, torceremos a la derecha y continuaremos en dirección a Serradell. Justo antes de llegar a este último, en una curva pronunciada a la derecha y en ascenso, continuaremos recto siguiendo una pista de tierra hasta su final. No tiene pérdida (el barranco está señalizado), aunque en la fecha de nuestro descenso la pista tenía algunos pasos en mal estado.

indicaciones durante la aproximación a pie
Desde el parking, tomaremos un sendero que cruza un torrente. Algo más allá, tomaremos un desvío a la derecha, ascenderemos y continuaremos bordeando el barranco, remontándolo por su izquierda. Pasaremos un desvío a la izquierda, que nos permitiría saltarnos la primera parte del descenso, y seguiremos remontando hasta alcanzar el cauce justo en el inicio del primer estrecho, con la reunión del rápel ya a la vista. Todo esto nos llevará apenas veinte minutos.

Descenso: 1 hora 30 minutos

Retorno: Tras el último rápel, por la izquierda veremos algunas trazas de sendero. Las seguiremos, y aunque finalmente se pierden, continuaremos por entre la vegetación para subir y salir al otro lado, donde ya se intuye el aparcamiento.  Tiempo, diez minutos aproximadamente.

Rápel más largo: 15 m

Material: cuerdas 2 x 15 m, neopreno completo

Lo mejor: Descenso estético, agradable y sencillo.

Lo peor: Caudal siempre escaso, seco en estiaje.

Valoración personal (de 0 a 4): 2,4

BARRANC D'UNARRE

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De entrada, puede parecer que aquellos barrancos que llevan años abiertos y, pese a estar en zonas accesibles y visitadas, han caído en el olvido, nada bueno pueden ofrecer. Las viejas guías de Pere Miralles o Albert Batllori, hoy descatalogadas y difíciles de encontrar, recogen muchos descensos del Pirineo catalán que hoy día casi nadie visita. Algunos, ciertamente, no tienen demasiado interés. Otros en cambio, pese a tener cierto atractivo, han quedado eclipsados por vecinos más famosos, o simplemente pagan el precio de no aparecer en intenet o en las guías tipo "los mejores descensos de tal zona", que son las únicas que mucha gente tiene en la estantería. Pero son justamente esos descensos más o menos olvidados los que mantienen la capacidad de sorprenderte, de generarte esa intriga de no saber qué te encontrarás y en qué condiciones, y los que te permiten disfrutar de su interior en soledad.

Observando un posible objetivo con una meteo, digamos, inestable...
El pasado mes de marzo, durante el que posiblemente fue el peor fin de semana que pudimos escoger para hacer barrancos, descendimos el barranco de Unarre, un descenso que hoy aparece en la guía que se elaboró para el encuentro Speleocanyons 2016, pero que en aquellas fechas sólo era conocido por algunos barranquistas y por guías de la zona, mientras se mantenía en la sombra para la mayoría de los mortales... o al menos, para los tres que fuimos a bajarlo. Muy poca información disponible nos obligó a tirar de mapa y de contactos, propios y ajenos; y un tiempo realmente asqueroso nos empujó a vestirnos como si estuviéramos en el Oberland suizo en octubre.

A pesar de esas condiciones, mereció la pena. El barranco resultó simpático, corto pero continuado, excavado y entretenido. Además, el descenso es caudaloso, lo que lo hace más interesante. Por lo visto, hay una presa en cabecera que abre los fines de semana y eleva el caudal, pero no parece que ello sea determinante, ni que impida realizar el descenso. Aún así, es mejor tener en cuenta ese dato y ser cauteloso...

El descenso empieza con varios resaltes y rápeles cortos. Puede que alguno de ellos sea saltable, pero la presencia de algún árbol caído y lo oscuro de las pozas hizo que ni nos lo planteáramos.

Entramos más arriba de lo aconsejable, y nos tocó caminar por un tramo de río sin dificultad alguna

Primer rápel del descenso, de unos seis metros

El primer rápel, visto desde abajo
Con caudal, algunos resaltes se bajan mejor con cuerda


Poco a poco, el recorrido se va animando y no se tarda en llegar a los tres últimos rápeles, que además de los más altos del barranco, vienen seguidos, están bien formados y son interesantes. Sin duda, esta zona final es la que justifica el descenso, y justamente por ser lo último que guardaremos en la retina, ayuda a acabar la actividad con un buen sabor de boca.



Otro pequeño rápel
En el tramo final: rápel acanalado de 9 metros


Por fin, un poco de emoción
Rápel de 23 metros que pone punto y final al descenso

Puede que el Unarre no esté a la altura de un Infern, pero sin duda, merece una oportunidad.



Datos de interés

Fecha del descenso: 19 de marzo de 2016

Cotación: v3 a3 III

Acceso desde: Escalarre (Lérida)

Combinación de coches: no

Aproximación: Desde la Guingueta d'Àneu nos dirigiremos al vecino Esterri d'Àneu, y en la entrada de esta última población, tomaremos un desvío a la derecha en dirección a Escalarre y Llavorre. Cruzaremos el Noguera Pallaresa, torceremos a la derecha en dirección a Escalarre y, en una curva a la derecha, a la entrada del pueblo, veremos un puente sobre un arroyo: es nuestro barranco. Aparcaremos procurando no molestar, y a pie seguiremos calle arriba hasta llegar a las últimas casas. Desde allí, tomaremos un camino que tiende hacia la izquierda y conduce a unos prados. Los rodearemos y por detrás retomaremos el sendero, que finalmente nos llevará al río. Donde lo cruza iniciaremos el descenso. Tiempo, 25 minutos.

Descenso: 2 horas 30 minutos

Retorno: Tras el último rápel, con las casas del pueblo ya a la vista, seguiremos río abajo por la orilla derecha evitando entrar en los prados, hasta llegar al puente mencionado en la aproximación. La orilla izquierda puede ser tentadora, pero es propiedad privada y se encuentra vallada. Sed respetuosos. Tiempo, 10 minutos.

Rápel más largo: 23 m

Material: cuerdas 2 x 25 m, neopreno completo, material de instalación (las crecidas pueden dañar las instalaciones).

Observaciones: Atención al caudal, presa en cabecera que hace sueltas los fines de semana, aunque éstas no parecen imposibilitar el descenso.

Lo mejor: buen caudal en primavera, interés progresivo.

Lo peor: equipamiento justo aunque suficiente en las reuniones finales; alguna instalación está algo tocada por las crecidas.

Valoración personal (de 0 a 4): 2,6


SCHWARZBACH

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Las palabras otoño y Suiza van, desde el año pasado, unidas indisolublemente para mí. En esa época del año, en el país alpino se abren las puertas de algunos de los descensos más espectaculares - y muchas veces, también más duros y comprometidos - de Europa. Pero esas puertas se mantienen abiertas sólo durante unas pocas semanas, y eso obliga a estar atento con antelación, y a tenerlo todo listo para salir corriendo en cuanto las condiciones de meteorología y caudales son propicias. Algo que no siempre es fácil de compatibilizar con el trabajo.

El año pasado la cosa salió más que bien, y este año estábamos dispuestos a repetir. Las ideas bullían en nuestras cabezas, teníamos grandes clásicos pendientes y alguna que otra idea bastante ambiciosa, y poco a poco fuimos esbozando una lista de posibles descensos. Sin embargo, finalmente fue la meteorología la que acabó escogiendo en buena parte de los casos. En esta zona, la cosa funciona así. Segnes o Trummelbach, por motivos distintos, no pudieron ser y quedarán para próximas expediciones. No obstante, nos anotamos algunos descensos realmente buenos, el primero de ellos, el Schwarzbach.


el valle de Gastern, con las típicas casas de madera omnipresentes en Suiza

El barranco era inédito para los cuatro del grupo, y la información de que disponíamos nos lo pintaba como realmente duro. El descenso normalmente se afronta más tarde, y los amigos que lo habían bajado en años anteriores lo habían hecho con nieve en el acceso, hielo en su interior y temperaturas bastante bajas en el exterior. El cañón empieza a 1800 metros de altitud y se encuentra orientado al norte, por lo que la insolación es mínima. Su entorno, el valle de Gastern, es muy frío, sus aguas están heladas, y el descenso es largo y tiene trabajo, de manera que no es un barranco cómodo ni sencillo. Sin embargo, la fortuna estuvo de nuestra parte y encontramos el barranco con un caudal alto pero asumible, limpio de nieve o hielo y con una temperatura ambiente más alta de lo normal para la época. Así, con suerte es posible descenderlo en unas condiciones menos extremas, por frío y caudal, que las que requieren habitualmente muchos de los descensos del Oberland, aunque siempre controlando antes y durante el caudal, la meteorología y la temperatura: no olvidéis que el Schwarzbach, en cabecera, tiene un glaciar de 44 kilómetros cuadrados que puede incrementar notablemente el volumen de agua del barranco durante nuestro descenso.

El Schwarzbach es un barranco frío y oscuro, en el que con el paso de las horas podemos pasarlo mal si no vamos vestidos adecuadamente. Bien pulido y tallado, el descenso se divide en tres tramos claramente diferenciados, separados por partes abiertas de marcha (de 5 minutos la primera, pero de 15 la segunda). Esos tiempos muertos restan puntuación a un barranco que ya de por sí es realmente bueno, pero que si fuera contínuo, sería magnífico... y al mismo tiempo, aligeran el compromiso y, si lo estamos pasando mal, nos permiten abandonar el descenso con bastante dignidad.

Por lo demás, debe prestarse mucha atención al caudal con el que se afronta ya que, por un lado, varios rápeles deben descenderse obligatoriamente por el activo y no ofrecen alternativa; y por otro, muchas reuniones se encuentran en puntos elevados o expuestos y si ya es delicado acceder a ellas con caudal normal, no digamos con grandes volúmenes de agua. Además, y aunque el equipamiento está bien protegido, consiste la mayoría de las veces en reuniones monopunto, incluso en los rápeles más altos. Esto es una constante en la mayoría de barrancos de este tipo y estas regiones, y más vale ir mentalizado de que bajar cascadas de incluso cien metros desde un sólo parabolt aquí es algo normal.

Por mérito propio, estamos ante uno de los descensos imprescindibles del Oberland.

El primer tramo se inicia con rápeles cortos, y enseguida permite el escape por una pasarela en ruinas si no lo vemos claro. Aunque visto su estado, igual es más seguro continuar barranco abajo... Si seguimos adelante, nos esperan un par de rápeles por el activo, de 18 y 20 metros respectivamente. 
 
Primeros pasos dentro del barranco, en un cauce...
bien encajado y con mucho ambiente.


R18, salida estrecha y ducha obligada
El tramo también presenta una zona de oscuros...


...que deja estampas realmente bonitas.
Rápel que finiquita el primer tramo.


Un breve espacio de cinco minutos de marcha nos separa del segundo tramo. Esta empieza con varios resaltes y rápeles cortos, pero enseguida se anima y gana verticalidad. Habrá que prestar atención, ya que algunas reuniones están muy altas o alejadas -es la única manera de ponerlas a salvo de las crecidas- y tienen accesos bastante expuestos. Más vale no resbalar al acceder a ellas...


Rápel de 10 metros. Acceso delicado.
rápel de 7 metros



Este tramo finaliza con un rápel de treinta y cinco metros que nos saca a terreno abierto. La cascada se precipita hacia el suelo pasando bajo un puente de roca, que también forma una ventana a la derecha. Gracias a ella, podemos escoger entre rapelar por dentro o por fuera del activo, según el caudal.

en el pasamanos, bajo el puente de roca
David, en el rápel de 35 que montamos fuera del activo


A continuación, no queda más remedio que caminar unos quince minutos por cauce abierto para llegar al inicio del tercer tramo. A esas alturas hace rato que uno está plenamente concentrado, de manera que esa zona muerta se recorre con impaciencia. Una vez dentro, un par de rápeles nos llevarán hasta uno de los pasos más interesantes del barranco: un rápel de 10 metros que forma un géyser en su salto al vacío.


El rápel del géyser...
... es uno de los pasos más espectaculares del descenso.


Josito, bajando a la agitada poza del rápel de 10 metros y su géyser.


Tras él, las dificultades más interesantes son dos rápeles de 22 y 20 metros, el primero de ellos con una recepción agitada. Tras ellos, lo único que nos separa ya del suelo es una última cascada, también de 22 metros y posiblemente la más fea del descenso, con la que pondremos punto y final a uno de los mejores descensos del Oberland.


Luchando en el R22
El último rápel supera una pared algo descompuesta.


Finalizando el descenso, con los increíbles plegamientos del Jegertosse (2154 m) de fondo




Inicio de la pista: prohibido recoger bombas (!)
Datos de interés

Fecha del descenso: 24/10/2016

Cotación: v6 a5 IV

Acceso desde: Kandersteg (Berna, Suiza)


Aproximación: Desde el mismo núcleo urbano de Kandersteg, continuaremos por la carretera hasta el fondo del valle. Pasada la estación del telecabina, al final de la carretera encontraremos un aparcamiento y el principio de la pista forestal que conduce a Gasterntal. Para usarla, es necesario sacar un tíquet en la máquina expendedora que encontraremos allí mismo. Tomaremos la pista, giraremos en un desvío a la izquierda y ascenderemos rápidamente por una estrecha cornisa, atravesando varios túneles en los que habrá que ser cuidadoso si llevamos furgoneta. Cruzaremos el río, seguiremos ascendiendo y finalmente llegaremos al valle superior. En un nuevo cruce, giraremos a la derecha, atravesaremos un puente y aparcaremos al otro lado, junto a los árboles.

Ya a pie, seguiremos la pista que se adentra en el bosque. Alcanzaremos varias casas de madera y seguiremos las indicaciones a Gemmipass, torciendo a la derecha en un desvío. Caminando ya por un sendero, ascenderemos dejando las cascadas finales a nuestra derecha. La senda remonta sin descanso, pasa por el principio del tercer tramo y más adelante cruza el barranco por un puente de madera, bajo el que se inicia el segundo. Seguiremos subiendo, y finalmente alcanzaremos el inicio del descenso en una zona claramente abierta, con el remontador de unas pistas de esquí ya a la vista. Tiempo de acceso, una hora y media aproximadamente. 

Descenso: 4 horas 30 minutos

Retorno: Tras la última cascada, cruzaremos el canchal de la orilla derecha y alcanzaremos inmediatamente el camino de acceso. Sólo habrá que deshacerlo para volver al coche (15 minutos aproximadamente).

Rápel más largo: 35 metros

Material: cuerdas 2 x 40 metros, neopreno completo, guantes. Recomendable material de instalación de repuesto.

Observaciones: Atención a la pista de acceso, es de sentido único y hay horarios distintos de subida y de bajada (subida de y 45 a y 05; bajada de y 15 a y 35).

Lo mejor: técnico, estrecho, frío y duro.

Lo peor: los quince minutos de progresión por cauce abierto entre los tramos segundo y tercero.

Valoración personal (de 0 a 4): 3'5


Fotos: David Sánchez, Xavi Guerrero



UAL AULT VORAB

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Al día siguiente de descender el Schwarzbach amaneció lloviendo. No era una sorpresa, ya que la previsión meteorológica así lo indicaba, aunque esperábamos haber tenido, por lo menos, la mañana disponible. Visto lo visto, decidimos trasladarnos al cantón de Grisones y seguir allí con nuestros planes, aunque antes pasamos por el trámite ya tradicional de ser identificados por una patrulla de la policía cantonal, a requerimiento de un vecino (los suizos son gente de orden, y al parecer dos coches con matrícula española, por definición, son sospechosos). Solventado el trámite sin mayores problemas dejamos atrás primero Kandersteg, luego el barranco de Rosenlaui - que iba demasiado fuerte por las lluvias  -  y finalmente llegamos a Flims.

la aproximación
Aún tuvimos que limitarnos a ver llover una jornada más. Al día siguiente, con todos los barrancos demasiado fuertes, escogimos un descenso curioso por sus formaciones y habitualmente bajo de caudal, con la esperanza de que las lluvias lo hubieran activado: el Ual Ault Vorab.

En realidad, casi estamos hablando de una zanja en el suelo. Durante la aproximación, recorriendo unos prados alpinos algo irregulares y salpicados de instalaciones de las pistas de esquí, no hay vaguada evidente a la que dirigirse. Y al llegar al cauce, es difícil no poner cara de incredulidad: el barranco es una grieta estrecha, de apenas un par de metros de ancho o menos en su parte superior, que recorre el terreno como si la tierra se hubiera abierto de golpe. Sin duda es algo atípico, poco habitual, y lo comprobaremos en cuanto nos adentremos en sus entrañas.

 
Nadie lo diría, pero esta grieta es el inicio del descenso. Uno podría caerse al interior sin darse cuenta.

Una vez dentro, tendremos que serpentear por pasillos y resaltes estrechos y retorcidos, repletos de aristas y puentes de roca. La mochila es un estorbo y nos la tendremos que quitar en muchos pasos, en los que además tendremos que progresar de lado para poder pasar. El ambiente sería claustrofóbico si no fuera porque las paredes, muchas veces, apenas miden tres o cuatro metros de alto, y la sensación de que se puede abandonar en cualquier momento es permanente. A ello también contribuye el hecho de que la primera parte está formada por varios estrechos que se alternan con tramos abiertos, por lo que incluso podremos saltarnos alguno cuando nos cansemos de las estrecheces. 



en la parte superior hay algún que otro pequeño rápel
los bloques empotrados también forman zonas oscuras


un pasillo recto, algo extraño en este descenso...
...en el que lo normal son las aristas y los recovecos

 
Estrechísimo paso para saltar a una marmita perforada. El barranco está lleno de rincones retorcidos como este.


salida de uno de los estrechos del primer tramo
Los estrechos de la primera parte son curiosos y bonitos, es cierto, pero la progresión es eminentemente horizontal y puede llegar a hacerse pesada.


La segunda parte mantiene la estrechez, pero a diferencia de la primera, gana en verticalidad y se mantiene cerrada hasta el final, cosa que aumenta el compromiso y también el interés. Aquí es donde, por fin, usaremos las cuerdas largas que dejamos escondidas durante la aproximación. El final está aparentemente cerca, pero hay muchos más rápeles de los que parece entre el punto en el que dejamos las cuerdas y la confluencia con el Ual Draus, el río principal en el que acabaremos nuestro descenso. El más importante de ellos tiene cuarenta y cinco metros y sale a terreno abierto, permitiéndonos disfrutar del entorno sin dificultades técnicas. Lástima de las torres, los cañones y las casetas de las pistas: sin ellas, el entorno sería mucho más salvaje y solitario.


 
el segundo tramo mantiene las aristas del primero...
...y también las estrecheces

Cabecera del rápel más largo, de 45 metros. El terreno...
...parece abierto, pero nos quedan varios rápeles aún.

Es probable que, cuando pensamos en barrancos glaciares, no nos estemos refiriendo a barrancos como este. Sin embargo, estamos ante un descenso peculiar que merece una visita. Eso sí, mejor en julio o agosto...

secando el material en Alp Nagens, mientras disfrutábamos del sol y la tranquilidad


Datos de interés

Fecha del descenso: 27/10/2016

Dificultad: v4 a2 III

Acceso desde: Laax (Grisones)

Aproximación: El barranco se encuentra en el interior del dominio esquiable de Laax, y la circulación en vehículo a motor por sus pistas está prohibida. Para acceder al descenso tendremos que dejar nuestro coche en la estación de los remontes mecánicos de Laax, y tomar allí el autobús que sube a Nagens (ojo, no funciona todo el año). Nos bajaremos en Alp Nagens, la penúltima parada, y desde allí seguiremos una pista en dirección oeste, que a los quince minutos pasa ante una construcción, y a los treinta, ante otra. La pista se convierte en sendero, y unos cuarenta minutos más allá, alcanzaremos nuestro barranco. En este punto podemos dejar escondidas las cuerdas largas, que no nos harán falta en la parte superior, y luego seguir remontando el cauce. Encontraremos un sendero que lo cruza, seguiremos subiendo y, al encontrar un segundo sendero, iniciaremos el descenso. Tiempo total, 1h 30 min.

Descenso: 4 h 30 min según reseña.

Retorno: Una vez en el río principal, lo seguiremos cauce abajo hasta llegar a una pasarela de madera. Por ella, saldremos hacia la izquierda y seguiremos las marcas de GR que nos conducirán de nuevo, pasando por las mismas edificaciones que a la ida, hasta Alp Nagens. Tiempo, 45 minutos.

Rápel más largo: 45 m

Material: cuerdas 2 x 50 m para la parte inferior (2 x 10 m para la superior), neopreno

Observaciones: el Ual Ault Vorab se alimenta de la fusión de un pequeño glaciar cercano y nace a más de 2300 metros de altura, pero su descenso puede afrontarse antes, a partir de junio. En estas fechas no acostumbra a correr el agua, salvo tras lluvias, como fue nuestro caso.

Lo mejor: excepcional por sus formas, retorcidas y caprichosas.

Lo peor: la poca profundidad del cañon, que hace que la sensación de compromiso sea casi inexistente.

Valoración personal (de 0 a 4): 2'9


Fotos: David Sánchez, Xavi Guerrero

FLUAZ

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últimas cascadas, fáciles de observar
Gavirolas y Fluaz fueron dos de los descensos que nos planteamos y observamos in situ durante nuestro viaje a Suiza central en 2015, pero que finalmente quedaron descartados sobre la marcha. No los habíamos olvidado, de manera que cuando se puso a llover en Oberland y nos quedó claro que allí la fiesta había acabado, cogimos la autopista en dirección a Flims y al cantón de Grisones.

Fluaz era nuestro primer objetivo, por lo que subimos al lago de Pigniu y visitamos sus últimas cascadas, fácilmente visibles. Por desgracia, seguía lloviendo y el barranco bajaba demasiado fuerte. Decidimos darle un par de días de margen: matamos el tiempo valorando caudales, bajamos el Ual Ault Vorab y al tercer día, por fin, acometimos el Fluaz.

Gran descenso.

Cuando hace tiempo que tienes algo entre ceja y ceja, sea lo que sea, se corre el riesgo de que al conseguirlo no parezca para tanto. Es lo que temía que pasara con este descenso, pero no: acabó siendo mejor de lo que esperaba. Y es que no sólo es bueno el barranco, sino la actividad en su conjunto, incluyendo una aproximación aérea y expuesta pero bella al mismo tiempo, y unas vistas finales del lago que permiten apreciar el paisaje y también el desnivel existente. Entre ambas cosas pasaremos de cinco a seis horas trabajando, montando rápeles que unas veces estarán equipados y otras tendremos que improvisar, y que en alguna ocasión nos harán pensar un poco antes de entrar de lleno en el activo. En el vídeo que ha montado Josito tenéis el resumen perfecto:





Entrando un poco más en detalle, el descenso empieza con un par de estrechos bonitos y bien formados, con abundantes aristas, recovecos, puentes de roca y otras formas caprichosas. Algunos pasos son estrechos y los rápeles presentan poca altura hasta llegar al final del segundo de estos tramos, donde encontraremos un rápel de treinta metros por el activo, y luego otro de diecisiete. 

primeros pasos en el interior del descenso
juego de luces a la salida del primer estrecho


aristas y puentes de roca...
...en el interior del segundo estrecho

a punto de recibir una ducha en el rápel de 30 metros, el penúltimo de esta parte

encadenamiento de rápeles anterior al tramo abierto
Después de esto, el barranco concede una tregua y atraviesa un tramo abierto, poco interesante, con varias rampas en el centro. El cauce se ensancha, y aunque se mantiene encerrado entre altas paredes, permite algún escape a izquierda y derecha.

Luego el descenso vuelve a encajarse, aunque en general no tanto como en sus inicios. Sin embargo, gana en desnivel y en intensidad. Varios rápeles de hasta quince metros nos llevarán al punto clave del descenso: un rápel que en las reseñas aparece como de setenta metros, con poza intermedia y por el activo. Hoy día, en la salida de esa poza intermedia hay una reunión que permite fraccionar el paso en dos rápeles, de 40 y 10 metros. Mucho ojo en el de cuarenta con el caudal, porque aunque podemos jugar a esquivar el activo durante la primera mitad, al final resulta imposible.

Si el rápel se antoja infranqueable, en teoría podemos escaparnos del cauce hacia la izquierda y rapelar desde un árbol para alcanzar otra reunión, en la pared, que nos permita llegar hasta abajo en seco. ¿Por qué digo en teoría? Porque nosotros fuimos a echar un vistazo y no vimos reunión alguna. 

  
cabecera del rápel de 40 m: buenas vistas y jaleo abajo
el fraccionamiento actual facilita las cosas

 A partir de aquí hay algún que otro rápel sencillo, pero también un tramo algo descompuesto con un salto en el que no vimos reunión y tuvimos que improvisar en un tronco. Ya no se tarda en llegar al desenlace del descenso, en el que encadenaremos varios rápeles, uno tras otro, hasta tocar suelo al pie de la gran cascada final.

rápel algo tumbado con el que iniciaremos el encadenamiento final

la tirada de rápeles final, vista desde el lago
el último rápel, largo pero sin dificultades

Una vez abajo, al volver la vista atrás, las cascadas finales, que escudriñábamos antes de la aproximación, se ven de otra manera...

Ah, por cierto. No os relajéis. Tres días después de nuestro descenso tuvieron que sacar a un grupo del Fluaz en helicóptero. Desconozco los detalles.



Datos de interés

Fecha del descenso: 28/10/2016

Dificultad: v6 a4 IV

Acceso desde: Flims (Grisones)

Aproximación: Desde Flims, tomaremos la carretera que sube a Pigniu y posteriormente al lago del mismo nombre. Aparcaremos bajo el muro de la presa -seguir subiendo en coche está prohibido- y continuaremos a pie, subiendo a la presa y cruzándola para tomar el camino de su derecha orográfica. Al fondo del valle veremos, a la izquierda, las últimas cascadas de nuestro descenso, y a la derecha, las del Aua dil Mer. Siguiendo pues el camino, cerca de un bloque de piedra con marcas de pintura, nace una senda poco trazada que remonta la ladera. Ascenderemos por ella y pronto empezaremos a enriscarnos, superando algunas fajas y pasos de escalada de tercer grado. Este tramo es aéreo y expuesto, y un resbalón o una caída sería la última. Si hay nieve o hielo, es mejor darse la vuelta y ni siquiera intentarlo. Más adelante, el sendero se interna en el valle del Fluaz y lo remonta alcanzando unos prados, desde los que ya se ve claramente la grieta de nuestro descenso y la del Gavirolas, algo más arriba. Sobre los acantilados de la otra orilla veremos una cabaña de madera: al llegar a su altura, bajaremos por los prados y entraremos al cauce. Tiempo total, unas 2 horas.

Lago de Pigniu, en octubre de 2015. Con esa nieve, es muy posible que la aproximación fuera demasiado expuesta o directamente imposible.

Descenso: De 5 a 6 horas, según grupo y caudal.

Retorno: Después de bajar el rápel de cuarenta metros, saldremos del cauce por la izquierda y tomaremos el sendero que desciende hacia el embalse, para luego bordearlo y volver al aparcamiento. Tiempo, 25 minutos.

Rápel más largo: 40 m (50 m si rapelamos por fuera una de las cascadas clave).

Material: cuerdas 2 x 50 m 

Observaciones: El equipamiento siempre es una incógnita en estos barrancos. Nosotros tuvimos que improvisar varios rápeles, instalando en puentes de roca, salientes o troncos empotrados. Imprescindible llevar material variado para equipar o reponer.

Lo mejor: descenso muy completo, actividad magnífica en su conjunto.

Lo peor: la expuesta aproximación puede convertirse fácilmente en infranqueable a la que nieve o hiele un poco.

Valoración personal (de 0 a 4): 3'5


Fotos: David Sánchez, Edy Candrian, Xavi Guerrero
Vídeo: Josito

FLEM I y II

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Suiza, 28 de octubre. Llegado el último día de barrancos de nuestro viaje, nos levantamos con determinación. El objetivo a afrontar no podía ser más espectacular y temible a la vez: Segnes.

Por desgracia, una vez en el lugar de inicio de la aproximación torcimos el gesto. Unas temperaturas demasiado altas, demasiado temprano y con un cielo demasiado azul, pueden parecer las condiciones perfectas... pero no lo son. Porque el Segnes es demasiado estrecho, demasiado largo y tiene demasiada nieve que fundirse en su glaciar. Demasiado peligroso. Nos vimos obligados a buscar una alternativa, y después del tiempo perdido, y por proximidad, optamos por su vecino Flem. Hablamos del río principal del Segnes, con una cuenca mucho mayor pero, sin embargo, más asequible. Algo contradictorio...

Ojo, ¡no es mal barranco! De hecho, es uno de los barrancos glaciares mejor valorados y se le considera un descenso impresindible. Contribuyen a ello su longitud, con actualmente cinco tramos equipados; sus formas, esculpidas y retorcidas como es habitual en la zona; y un carácter acuático, con saltos y badinas que nadar, que no tienen otros descensos (y que la verdad, con estas temperaturas del aire y del agua, no se echan mucho en falta...).

Así pues, cambiamos uno de los descensos más difíciles de la zona por un barranco que, en las condiciones que tenía en esas fechas, era poco más que un juguete. No obstante, no debe caerse en el error de infravalorarlo: el Flem es un gran colector, un cañón largo con dieciocho kilómetros cuadrados de cuenca y un glaciar en cabecera que, además, recoge las aguas del Segnes, situado poco más arriba. Por todo ello, el Flem se mantiene inabordable la mayor parte del año, y hay que esperar a octubre o noviembre para adentrarse en él. Si lo hacemos demasiado pronto, con más agua de la recomendable, podemos pasar serios apuros.

De sus cinco tramos escogimos los dos primeros, los más interesantes. El primero es breve, y en condiciones de caudal normal se desciende rápido. Los resaltes y las cascadas cortas se suceden una tras otra, veremos algunos puentes de roca y también superaremos un sifón obligado, pero amplio. Antes de llegar al puente que marca el final del tramo, sólo encontraremos un rápel por el activo.  
 

rápel por el activo en el primer tramo, corto pero intenso
un puente de roca, en el inicio del segundo tramo


El segundo tramo mantiene la intensidad del primero, pero se encaja algo más y gana un poco de verticalidad. Aguas abajo del puente, después de un par de rápeles el cauce se encaja entre paredes que nunca llegan a ser demasiado altas, pero que dan ambiente y forman pasillos esculpidos de esa forma caprichosa tan característica de estas tierras. Algunos pasos son realmente estrechos y te hacen pensar en esos momentos en los que el barranco lleva el doble de caudal.


rápel de 15 metros, el más alto del descenso
acceso a una badina larga y fría


uno de esos pasillos acuáticos y retorcidos
todos los rápeles son cortos

A lo largo del recorrido, las paredes bajan y se escalonan lo suficiente como para poder abandonar el descenso en varias ocasiones. También permiten que los curiosos, desde alguna que otra pasarela, te saquen fotos y curioseen mientras evolucionas en el fondo.

Encarando ya la recta final del tramo, encontraremos varios sifones. Quizá el más peligroso sea la poza perforada en su base que encontraremos en el último paso del descenso, aunque tiene anclajes para evitarla montando un pasamanos o rapelando. Una vez más, a buen seguro que la dificultad será notablemente más alta con un caudal elevado.


granito blanco, formas curiosas y juegos de luces
a punto de superar la marmita sifonada, el paso final

Superada esa poza, no hay más. Otro clásico al zurrón.



Datos de interés

Fecha del descenso: 28/10/2016

Dificultad: v4 a5 IV

Acceso desde: Flims Dorf (Grisones)

Aproximación: Igual que en el caso del Ual Ault Vorab, el Segnes y otros descensos de la zona, la circulación en vehículo a motor por las pistas que acceden a las proximidades de los barrancos está prohibida. Por ello, no queda otra opción (legal) que tomar el telesilla de las pistas de esquí que, desde Flims, sube a Foppa y Alp Naraus, y que tiene pinta de resultar caro para los bolsillos españoles. Una vez en Alp Naraus, hay que seguir una pista en dirección oeste durante 25 minutos, tiempo en el que llegaremos a un puente bajo el que empieza el tramo II. Para bajar el primer tramo, antes del puente tomaremos una senda que remonta el barranco por la orilla izquierda orográfica y accederemos al cauce en cinco minutos más.

David, feliz en la caja del pick-up
Nosotros decidimos ahorrarnos el dinero del remonte mecánico y echar a andar desde las inmediaciones de su estación, pero un vecino, al volante de un pick-up, nos vió con las mochilas, comprendió lo que íbamos a hacer, se apiadó de nosotros y nos subió hasta el puente de acceso en un periquete. Seguramente nos ahorró una aproximación a pie que debe superar la hora y media como mínimo. ¿Tenía autorización para circular por allí? No se lo preguntamos.

Descenso: Cuatro horas según reseña para los tramos I y II. A nosotros, en condiciones de caudal normal, nos debió llevó apenas unas dos horas.

Retorno: Pasada la poza sifonante, saldremos por la derecha a un puente, que cruzaremos para seguir, por la orilla izquierda, una senda que nos sacará a la pista que lleva a Startgels y al telesilla de Foppa en unos 30 minutos. La gente normal cogerá aquí el remonte y bajará con él hasta el coche, pero nosotros seguimos a pie, pista abajo.

Rápel más largo: 15 m

Material: cuerdas 2 x 15 m, neopreno completo y guantes, todo ello en buen estado. El barranco es muy acuático y el agua está muy fría.

Observaciones: Pese a que no debíamos ser los primeros de la temporada, en una de las reuniones encontramos su único parabolt desnudo, sin chapa. En esta zona, llevad siempre un mínimo de material de instalación (nosotros lo llevábamos y solventamos el incidente sin problemas).

Lo mejor: Entretenido, estético y acuático.

Lo peor: como en el Ual Ault Vorab, la poca profundidad de buena parte del barranco hace que la sensación de compromiso sea muy baja.

Valoración personal (de 0 a 4): 3,2



Fotos: David Sánchez, Xavi Guerrero

VIAJE AL CORAZÓN HELADO DE SUIZA (II): GRISONES

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señalización en Pigniu: pulcritud suiza
En nuestro recorrido por los barrancos glaciares suizos de 2015, la mayor parte de los objetivos que nos marcamos estaban en la zona conocida como Oberland, en el cantón de Berna. Ciertamente, allí se encuentran la mayoría de los mejores y más famosos descensos de este tipo: Trummelbach, Gamchi, Gries, Schwarzbach, Sefi... Sobre esta zona y sus posibilidades para el descenso de cañones ya escribí una pequeña guía de viaje el año pasado (ver aquí).

En la escapada de otoño de 2016, en cambio, aunque también pasamos por Oberland, dedicamos la mayor parte de nuestro tiempo y nuestros esfuerzos a perseguir descensos situados en otra zona no menos interesante: el cantón de Grisones (en alemán: Graubünden; en francés: Grisons; en italiano: Grigioni; y en romanche: Grischun). El resultado deportivo del viaje fue éste:

- Schwarzbach (Berna). Uno de los imprescindibles de su cantón y del Oberland en concreto. Completo y técnico, pero también frío y duro.

- Ual Ault Vorab (Grisones). Después de ver llover durante un par de días, nos sirvió para evitar una tercera jornada en blanco. Fácil en lo técnico, pero excepcionalmente estético por sus caprichosas formaciones.

- Fluaz(Grisones).  Se nos había escapado en 2015, por lo que le teníamos ganas. Un gran descenso, físico y completo, que nos dejó muy satisfechos.

-Flem I y II(Grisones). Ante la imposibilidad de descender el Segnes, el último día del viaje nos acogimos al plan B. Descenso bonito, clásico dentro de los barrancos glaciares, que bajamos sin problemas y en la mitad del tiempo marcado gracias a un caudal bastante normalizado.


Esperábamos hacer alguno más, especialmente Segnes, la estrella de la zona, pero como siempre en Suiza -y en todas partes- el hombre propone y la meteorología dispone... El resumen podría ser que bajamos dos barrancos difíciles (Schwarzbach y Fluaz), uno que podría serlo pero que encontramos con caudal normal aunque gélido (Flem) y, finalmente, uno sin complicaciones y apto para todos los públicos (Ual Ault Vorab).

en el aparcamiento del Gavirolas, con un mar de nubes a nuestros pies

Como siempre, podéis saber más sobre estos descensos consultando en este blog sus entradas específicas. Lo que os dejo a continuación son algunos apuntes sobre el cantón de Grisones, extraídos de nuestra experiencia estos dos últimos años y que os pueden ser útiles si viajáis a la zona.



Sobre Grisones

¿Cómo ir?

Grisones acoge una buena cantidad de descensos interesantes, aunque algo repartidos a lo largo de la carretera 19. Si nuestra idea es establecer un único campamento base, desde el que ir haciendo un descenso tras otro, posiblemente la población mejor situada es Flims. Hasta aquí, tenemos 1198 kilómetros desde Barcelona o 1345 desde San Sebastián, es decir, 11 horas y media o 13 horas, respectivamente, más paradas. Todo lo que decía sobre peajes, tiempos y demás sobre Oberland es igualmente válido para Grisones.


principales descensos del cantón de Grisones


Es posible que no vayáis a Grisones del tirón, sino antes o después de visitar Oberland.  Ojo aquí: la ruta más corta entre Lauterbrunnen y Flims, la que pasa por Gletsch y Andermatt, es de 181 kilómetros, y es posible que el GPS os la recomiende. Sin embargo, si la tomáis tendréis que cruzar varios puertos de montaña que os harán el viaje interminable. Y eso si podéis hacer el recorrido, ya que esos puertos están a bastante altura y permanecen cerrados buena parte del invierno, si no todo. Por todo esto, lo recomendable es saltar de una zona a otra pasando por Lucerna, utilizando la autopista y haciendo más kilómetros, pero con menos problemas y en menos tiempo.



¿Qué descender?


Como sucede con el Oberland, en Grisones tenemos suficientes descensos de interés y calidad como para estar barranqueando varias semanas sin parar. Al este, en el lago de Pigniu, encontraremos los barrancos de Gavirolas, Fluaz y Aua dil Mer, todos ellos muy potentes. En la zona central, en el interior del dominio esquiable de Flims-Laax-Falera, podremos descender el sencillo Ual Ault Vorab, cualquiera de los cinco tramos del Flem (especialmente recomendables los tramos I y II) y, si los astros se alinean, el impresionante y peligroso Segnes. Continuando hacia el este, cerca de Trin, podremos visitar el Turnigla, un descenso tan clásico como bonito, imprescindible; y por último, ya cerca de las fronteras de Liechtenstein y Austria, podremos afrontar descensos imprescindibles como el Zanaibach, y complementarlos con actores secundarios como el Tersolbach. Estos dos últimos barrancos pertenecen, en realidad, al cantón de San Galó o Sankt Gallen, pero los incluímos por proximidad.


Flem II
Fluaz

Hay bastantes más (Lawoi, Hinterrhein, Tschanonca, etc.) y de diferentes niveles, aunque para los mejores es válido lo que ya dije hace un año: aquí se viene a sufrir. Eso sí, hay que reconocer que Tersolbach, o algunos clásicos como el Turnigla, son suficientemente benévolos y se dejan descender ya a finales del verano, sin necesidad de esperar a que las temperaturas se acerquen al cero aunque, eso sí, con mayor caudal. En el equilibrio entre temperatura y metros cúbicos por segundo está la clave.






¿Dónde comer y dormir?


la policía cantonal, interceptando a unos sospechosos (nosotros)
Igual que en 2015, nosotros optamos por dormir habitualmente en la furgoneta y, puntualmente, pernoctar en algún albergue u hostal. En la descripción del viaje del año pasado al Oberland ya advertía de que el bivac, la acampada libre o cualquier cosa que no sea dormir en un hotel no parece estar bien vista en Suiza, y este año lo hemos vuelto a comprobar... Si queréis evitar problemas y dormir calientes, en Laax podéis alojaros en el Backpacker Deluxe Hotel Capricorn. En este albergue de ambiente snowboarder se puede dormir desde 22 CHF la noche (habitación de 6 personas), tienen wifi y dan facilidades para poner a secar el material.

Acerca de dónde comer, Flims y los pueblos colindantes tienen  suficientes establecimientos para escoger en función de nuestros gustos y bolsillos. Nosotros, estos dos años, hemos acabado frecuentando el Restaurante Casanovas, al pie de la carretera a su paso por el interior de Flims. Regentado por portugueses, el personal habla castellano, tiene wifi abierto y su menú de mediodía cuesta 22 CHF. Si vamos mal de dinero y nos parece caro, lo más barato que encontraremos será un restaurante pizzería, tipo durum, en la acera de enfrente, en el que podremos comernos una pizza por unos 14 CHF.


¿Cuándo ir?

Nada que decir que no se haya dicho ya aquí. La cuestión es esperar a que los caudales bajen lo suficiente y evitar la llegada de las nieves, y eso suele darse entre octubre y noviembre. Sin embargo, la meteorología no es algo matemático... También hay que tener en cuenta las lluvias, que pueden hacer que tus planes se vayan al traste. En definitiva: controlad con antelación los caudales, las temperaturas y la meteorología y cruzad los dedos...


Segnes, una grieta apenas visible desde el otro lado del valle. Requiere un gran control previo de las condiciones.


BARRANC DEL PAS DE L'ESCALELL

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Ya es habitual que los amigos suban a mi casa, algún que otro fin de semana, para pasar un par de días haciendo barrancos por allí. Hace unos días, sin embargo, se invirtieron los términos. Por una vez, y aprovechando que bajaba a Barcelona, decidimos reunirnos el sábado y abrir la temporada -¿llega a cerrarse alguna vez?- bajando alguno de los descensos del Prepirineo más cercanos a la ciudad. Al principio dudamos sobre qué barranco bajar. Luego nos dimos cuenta de que hacía años que no visitábamos el Pas de l'Escalell -en mi caso, ¡desde 2009!-, y quedó decidido. 

El Escalell es un barranco deportivo, con una quincena de rápeles bien equipados -a base de químicos y parabolts- que se suceden de forma contínua, sin más interrupciones que un breve tramo llano antes del penúltimo rápel. El descenso está excavado en conglomerados y areniscas, y muestra un buen encajamiento. Y además está a apenas una hora del área metropolitana de Barcelona, por lo que la relación calidad-precio no puede ser mejor. Si vives allí, claro... La única cuestión a controlar será el caudal, que en estiaje acaba siendo muy bajo o directamente nulo. Claramente, la mejor época para descender el Pas de l'Escalell es la primavera y después de lluvias, siempre controlando que no nos pasemos de largo con los metros cúbicos que podemos asumir. En nuestro caso, el caudal encontrado fue más bien normal/bajo.


El descenso se inicia a apenas unos metros del lugar en el que se deja el coche. Entramos al cauce, superamos unos resaltes y no tardamos nada en llegar a los dos primeros rápeles, de doce o trece metros. Entre ambos se une al cauce un pequeño afluente por la izquierda. La cosa empieza con bastante ambiente.

primer rápel: el tronco sigue allí
recogiendo cuerda tras el segundo rápel

Seguimos encadenando rápeles, sin prisa pero sin pausa. El siguiente, como ya dije en su momento, supera una poza intermedia y conduce a una segunda, amplia, que invita al salto. He de decir que la he saltado en ocasiones anteriores, pero en general, la experiencia me invita a hacerlo cada vez menos... y en particular, en esta poza uno no se puede fiar. A fecha del descenso que estoy relatando, el agua cubría por el pecho al pie de la cascada, aunque el fondo es relativamente "blando", a base de gravas. 

superando la poza intermedia y bajando a la "saltable"
resalte equipado -precariamente- en fijo

El equipamiento es muy bueno en general, como ya hemos dicho. Sin embargo, aún encontramos un resalte bastante vertical equipado en fijo con una cuerda permanentemente en remojo, y que ya acusa un poco el paso del tiempo.

Tras ese paso, llegamos a varios rápeles encadenados que rondan los veinte metros. El primero tiene un pamanos recuperable para acceder con seguridad a la reunión, y también una reunión alternativa para descender por fuera del agua. Los siguientes son técnicamente más accesibles, y el conjunto es seguramente el mejor tramo del descenso.

en cabecera de un rápel de 21 metros
esta zona es la más vertical e interesante


rapelando sin problemas con un caudal bastante bajo
Añadir leyenda


Unos cuantos rápeles cortos más, y un breve tramo abierto nos conduce a la recta final del descenso, formada por los dos rápeles más altos de todo el recorrido: un trámite tras el que ya podemos recoger el material y tomar el camino de retorno al aparcamiento.

uno de los rápeles previos al tramo final
penúltimo rápel (23m): el sol se agradece en esta época


el último rápel (27m) es el más feo visto desde arriba...
...pero desde abajo es algo más estético



Datos de interés

Fecha del descenso: 18 de marzo de 2017

Dificultad: v3 a2 IV

Acceso desde: Vilada (Barcelona)

Aproximación: Saliendo de Berga en dirección norte por la carretera C-16, tras cruzar un túnel nos desviaremos a la derecha en dirección a Vilada. Al llegar a esta población, la cruzaremos y antes de abandonarla, por la izquierda tomaremos una calle siguiendo las indicaciones a Sant Romà de la Clusa. Al final de esa calle, volveremos a girar a la izquierda, atravesaremos unas parcelas sin urbanizar y nos adentraremos en la pista que conduce a Sant Romà y al castillo de l'Areny. Siguiendo siempre la pista principal, bordearemos el barranco en altura, atravesaremos un estrecho y llegaremos a unos prados y a una zona de picnic en la que aparcaremos. Aquí nos equiparemos, retrocederemos a pie unos metros y entraremos al cauce para encontrar, de forma inmediata, los primeros resaltes del descenso.

Descenso: de 2 a 3 horas.

Retorno: Después del último rápel, a pocos metros y por la derecha tomaremos un sendero bien trazado que, sin pérdida, nos subirá hasta la pista por la que llegamos en coche. Una vez en ella, la remontaremos hasta llegar al aparcamiento. Tiempo: 40 minutos aprox.

Rápel más largo: 27 metros según reseña (parece más corto, pero no lo medimos)

Material: cuerdas 2 x 30m, neopreno completo en condiciones normales

Observaciones: equipamiento en perfecto estado.

Lo mejor: deportivo, continuado y bien excavado

Lo peor: nada recomendable en estiaje

Valoración personal (de 0 a 4): 2,8


Fotos: David Sánchez, Xavi Guerrero
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